Fuera de ti, no hay otro dios al cuidado de todo, ante quien tengas que justificar tu sentencia. 
Tu poder es el principio de la justicia, y tu soberanía universal te hace perdonar a todos. 
Tú demuestras tu fuerza a los que dudan de tu poder total, y reprimes la audacia de los que no lo conocen. 
Tú, poderoso soberano, juzgas con moderación y nos gobiernas con gran indulgencia, porque puedes hacer cuanto quieres. 
Obrando así, enseñaste a tu pueblo que el justo debe ser humano, y diste a tus hijos la dulce esperanza de que, en el pecado, das lugar al arrepentimiento. 
Hermanos: 
El Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad, porque nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables. 
Y el que escudriña los corazones sabe cuál es el deseo del Espíritu, y que su intercesión por los santos es según Dios. 
En aquel tiempo, Jesús propuso otra parábola a la gente: 
-«El reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero, mientras la gente dormía, su enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó. 
Cuando empezaba a verdear y se formaba la espiga apareció también la cizaña. Entonces fueron los criados a decirle al amo: 
“Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde sale la cizaña?” 
Él les dijo: 
“Un enemigo lo ha hecho.” 
Los criados le preguntaron: 
“¿Quieres que vayamos a arrancarla?” 
Pero él les respondió: 
“No, que, al arrancar la cizaña, podríais arrancar también el trigo. Dejadlos crecer juntos hasta la siega y, cuando llegue la siega, diré a los segadores: 
‘Arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo almacenadlo en mi granero.`» 
Palabra del Señor.
Más abajo encontrareis la HOMILÍA correspondiente a estas lecturas.




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