En Anjou, en Francia, beato Natal Pinot, presbítero y mártir, el cual, durante la Revolución Francesa, siendo párroco, mientras se preparaba para celebrar misa fue detenido y, revestido con los ornamentos litúrgicos a modo de burla, llevado al patíbulo como al altar del sacrificio.
Nació en Angers, en el seno de una familia obrera; ordenado sacerdote en el 1771. Los primeros diez años los pasó como coadjutor sucesivamente en Bousse y Corzé. Luego volvió a Angers para graduarse en teología, actuando además como capellán del Hospital de Incurables. Fue nombrado párroco de Loroux-Beconnais (Anjou) en el 1788, cuando se inició de la revolución francesa. Fue un párroco celoso y diligente que obtuvo el cariño de sus feligreses.
Rechazó el juramento de la "Constitución Civil del Clero", por ello fue expulsado de su parroquia, y encarcelado en la prisión de Angers. Continuó asistiendo a sus feligreses primero secretamente. Tras los primeros triunfos del levantamiento de La Vendée, y tomada Loroux-Beconnais por los vandeanos, volvió a su parroquia en 1793, pero poco después vencidas las tropas vandeanas, tuvo que volver a la clandestinidad. Se ofreció premio a quién lo denunciara. En 1794, fue arrestado en una casa de campo cuando se disponía a decir misa. El tribunal militar lo juzgó bajo la acusación de apoyo a los vandeanos, y por ser refractario, de ejercer el sacerdocio sin licencia y de ser partidario de la monarquía. Fue condenado a la guillotina, ese mismo día, y para burlarse de él le dijeron que podía ir revestido con la casulla con la que fue detenido. Revestido con ella llegó al pie del patíbulo, ante el que se santiguó como si fuera a comenzar la misa y pronunció las palabras del ritual: “Introito ad altare Dei…”. Subió animoso la gradilla. El verdugo le quitó la casulla y murió guillotinado. Enterrado en una fosa común sus restos no han podido ser identificados. Fue beatificado el 31 de octubre de 1926 por Pío XI.
Nació en Angers, en el seno de una familia obrera; ordenado sacerdote en el 1771. Los primeros diez años los pasó como coadjutor sucesivamente en Bousse y Corzé. Luego volvió a Angers para graduarse en teología, actuando además como capellán del Hospital de Incurables. Fue nombrado párroco de Loroux-Beconnais (Anjou) en el 1788, cuando se inició de la revolución francesa. Fue un párroco celoso y diligente que obtuvo el cariño de sus feligreses.
Rechazó el juramento de la "Constitución Civil del Clero", por ello fue expulsado de su parroquia, y encarcelado en la prisión de Angers. Continuó asistiendo a sus feligreses primero secretamente. Tras los primeros triunfos del levantamiento de La Vendée, y tomada Loroux-Beconnais por los vandeanos, volvió a su parroquia en 1793, pero poco después vencidas las tropas vandeanas, tuvo que volver a la clandestinidad. Se ofreció premio a quién lo denunciara. En 1794, fue arrestado en una casa de campo cuando se disponía a decir misa. El tribunal militar lo juzgó bajo la acusación de apoyo a los vandeanos, y por ser refractario, de ejercer el sacerdocio sin licencia y de ser partidario de la monarquía. Fue condenado a la guillotina, ese mismo día, y para burlarse de él le dijeron que podía ir revestido con la casulla con la que fue detenido. Revestido con ella llegó al pie del patíbulo, ante el que se santiguó como si fuera a comenzar la misa y pronunció las palabras del ritual: “Introito ad altare Dei…”. Subió animoso la gradilla. El verdugo le quitó la casulla y murió guillotinado. Enterrado en una fosa común sus restos no han podido ser identificados. Fue beatificado el 31 de octubre de 1926 por Pío XI.
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