En el reino de los persas, san Maruta, obispo, que, al establecerse la paz de la Iglesia, presidió el concilio de Seleucia, reparó las iglesias destruidas durante la persecución bajo el rey Sapor y colocó las reliquias de los mártires de Persia en la ciudad episcopal, la cual recibió en aquella ocasión el nombre de Martirópolis.
Es uno los grandes doctores de la Iglesia de Siria. Era hijo de un funcionario estatal (tal vez un gobernador) y siguió la carrera de su padre, tomando su puesto. En su juventud estudió Teología y Medicina. Fue elegido obispo de Sofena, Armenia en el sínodo del 382 de Siclé, Bitinia. Formó parte de varias embajadas ante el rey de Persia. Se dice que curó de un fuerte dolor de cabeza al rey Yazdgard I en el 399, liberó a una hija o hijo de una posesión diabólica, logró desenmascarar las astucias de los magos que incitaban al emperador a alejarlo por ser amigo del Papa. Obtuvo de este rey un trato favorable para los cristianos. Cargó con la ingente tarea de rehacer la iglesia, destruida por el rey Isdegardes en Persia. Fue un gran taumaturgo. Escribió sobre la liturgia, los concilios de Nicea y Seleucia, así como "Himnos" sobre la vida de los mártires durante la persecución de Shapor II, de los que logró recuperar reliquias de varios de ellos.
Colaboró con el "catholikos" Ishaq en la unidad de los obispos de su tiempo. En el sínodo de la Encina (403), en Calcedonia, que decretó el exilio de san Juan Crisóstomo, no logró oponerse a Teófilo de Alejandría y a Epifanio de Salamina. San Juan Crisóstomo dio gran valor a su amistad y nunca le guardo rencor. En el 410 participó en un sínodo que se celebró en Seleucia, durante el cual se optó por una nueva organización de la Iglesia persa y siria. Murió en su sede de Majferqat.
Es uno los grandes doctores de la Iglesia de Siria. Era hijo de un funcionario estatal (tal vez un gobernador) y siguió la carrera de su padre, tomando su puesto. En su juventud estudió Teología y Medicina. Fue elegido obispo de Sofena, Armenia en el sínodo del 382 de Siclé, Bitinia. Formó parte de varias embajadas ante el rey de Persia. Se dice que curó de un fuerte dolor de cabeza al rey Yazdgard I en el 399, liberó a una hija o hijo de una posesión diabólica, logró desenmascarar las astucias de los magos que incitaban al emperador a alejarlo por ser amigo del Papa. Obtuvo de este rey un trato favorable para los cristianos. Cargó con la ingente tarea de rehacer la iglesia, destruida por el rey Isdegardes en Persia. Fue un gran taumaturgo. Escribió sobre la liturgia, los concilios de Nicea y Seleucia, así como "Himnos" sobre la vida de los mártires durante la persecución de Shapor II, de los que logró recuperar reliquias de varios de ellos.
Colaboró con el "catholikos" Ishaq en la unidad de los obispos de su tiempo. En el sínodo de la Encina (403), en Calcedonia, que decretó el exilio de san Juan Crisóstomo, no logró oponerse a Teófilo de Alejandría y a Epifanio de Salamina. San Juan Crisóstomo dio gran valor a su amistad y nunca le guardo rencor. En el 410 participó en un sínodo que se celebró en Seleucia, durante el cual se optó por una nueva organización de la Iglesia persa y siria. Murió en su sede de Majferqat.
No hay comentarios:
Publicar un comentario