jueves, 14 de abril de 2011

8ª Estacion VIA CRUCIS-2011


La Cuaresma es un camino de santidad que nos lleva a la Pascua. Jesús es nuestro compañero de viaje, el que nos señala el horizonte a seguir a través de las Sagradas Escrituras y con el modelo de su propia vida, entregada para la salvación de toda la Humanidad.

El ejercicio del Vía Crucis nos adentra en el sustrato religioso que anida oculto en el corazón de todo hombre y mujer, y que despierta cuando los fracasos, la soberbia herida y la propia impotencia dejan paso al protagonismo de Dios, que endereza nuestro rumbo torcido si nos dejamos interpelar por Él.

Vivamos este Vía Crucis de dolor y esperanza concentrándonos brevemente en el misterio del sufrimiento.



Son lloros y lamentos por el caído. Lágrimas de compasión, pero sin hechos concretos.

Este es el gran drama de nuestro mundo, que se pierde en palabras bonitas y en políticas demagógicas, que buscan una imagen exterior que no se corresponde con la realidad.

Y la realidad se reviste de otro tipo de actitudes, que tratan de erradicar las bases de las injusticias.

Miles de misioneros y gente altruista y generosa entendieron que su vida está en compartir la pobreza de los pobres y se entregaron a sí mismos en aras de una sociedad más humana y más justa.

“Obras son amores y no buena razones”

“Si lloras, porque no ves el sol, (dice Tagore), las lágrimas te impedirán ver las estrellas”.

Pero continuamos alzando gritos al cielo y acusando siempre a terceros del hambre, la miseria y el dolor.

No sirven los lamentos estériles, mientras millones de seres humanos agonizan en los conflictos olvidados de países del Tercer Mundo, cuyo único pecado es ser pobres y estar permanentemente sometidos a la agresión y rapiña de los más fuertes.

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