sábado, 16 de abril de 2011

10ª Estacion VIA CRUCIS-2011


La Cuaresma es un camino de santidad que nos lleva a la Pascua. Jesús es nuestro compañero de viaje, el que nos señala el horizonte a seguir a través de las Sagradas Escrituras y con el modelo de su propia vida, entregada para la salvación de toda la Humanidad.

El ejercicio del Vía Crucis nos adentra en el sustrato religioso que anida oculto en el corazón de todo hombre y mujer, y que despierta cuando los fracasos, la soberbia herida y la propia impotencia dejan paso al protagonismo de Dios, que endereza nuestro rumbo torcido si nos dejamos interpelar por Él.

Vivamos este Vía Crucis de dolor y esperanza concentrándonos brevemente en el misterio del sufrimiento.



No te queda nada. Ni siquiera la túnica que con esmero y paciencia había tejido de una pieza tu Madre.

Has abrazado la pobreza hasta el heroísmo para llenarnos con tu riqueza.

Te hallas desnudo frente al mundo, expoliado, vituperado y a merced de los verdugos, que se ceban en deshacer a tiras los vestidos y la carne de un cuerpo lacerado.

Cuando no se tiene nada, el único recurso es Dios, “porque es mejor caer en sus manos que en las de los hombres” según el testimonio del rey David.

Como tú, muchos seres humanos han sido despojados de sus bienes, discriminados y avergonzados, explotados en sus recursos.

Juan Pablo II en una de sus visitas a los pueblos jóvenes de Lima pregonaba en un discurso: “Los países desarrollados tienen hambre de riquezas, pero no tienen hambre de Dios, y ésta es su gran pobreza. Vosotros, que carecéis de casi todo, tenéis hambre de Dios, y ésta es vuestra gran riqueza; no la perdáis”. La vida humana no es una transacción comercial ni un juego para hacer negocios. Pero nadie puede quitarte la dignidad, que es personal e intransferible por obra del Creador.

“El honor es patrimonio del alma y el alma sólo es de Dios” - leemos en “La vida es Sueño”, de Calderón de la Barca.

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