domingo, 10 de abril de 2011

4ª Estación VIA CRUCIS-2011


La Cuaresma es un camino de santidad que nos lleva a la Pascua. Jesús es nuestro compañero de viaje, el que nos señala el horizonte a seguir a través de las Sagradas Escrituras y con el modelo de su propia vida, entregada para la salvación de toda la Humanidad.

El ejercicio del Vía Crucis nos adentra en el sustrato religioso que anida oculto en el corazón de todo hombre y mujer, y que despierta cuando los fracasos, la soberbia herida y la propia impotencia dejan paso al protagonismo de Dios, que endereza nuestro rumbo torcido si nos dejamos interpelar por Él.

Vivamos este Vía Crucis de dolor y esperanza concentrándonos brevemente en el misterio del sufrimiento.




Durante estos días de Semana Santa se sucederán las procesiones. En uno de los pasos que desfilarán por las calles aparece la Madre del Encuentro. Es un cuadro entrañable de la devoción popular, que identifica a la madre con el hijo.

¡Cuántos sentimientos hay presentes en este encuentro: la ternura, los afectos grabados en el corazón, la impotencia y el dolor de una madre que sufre al lado del hijo querido, quebrantado y humillado, siendo inocente!

En el rostro y en el corazón de cada persona que sufre se halla siempre presente la figura de una madre.

Habría pocas guerras en el mundo si fueran las madres quienes tomaran las decisiones políticas, sabiendo que sus hijos se verían implicados.

Si tuvieran que enfrentarse a tiros los dirigentes que declaran las guerras, andarían con más precaución. Pero, los riesgos los corren los demás, mientras ellos huyen del conflicto directo.

Vivimos una época de desencuentros, incomprensiones y diálogo de sordos. Cada cual busca sus intereses, menospreciando el bien común. Falta mirar de frente, a la cara y en verdad, para saber valorar por encima de todo la dignidad de la persona.

Claman en su dolor las madres de los hijos muertos en los actos terroristas, de los encarcelados sin causa, de los atormentados en las refriegas, de todos los que se mueren de hambre en países olvidados, de los que pierden su tierra y su hogar, reclamando por el hijo perdido y preguntándose ¿por qué?

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