Su fiesta se celebra el 13 de noviembre, pero aquel día la Iglesia conmemora también un gran santo español de la antigüedad, San Leandro, y no queremos dejar de traer a este apóstol de la juventud.
Nació en Polonia de padres nobles: Juan, señor de Zatarotzin y de Margarita su esposa. Su padre tiene cifradas esperanzas en sus hijos Pablo y Estanislao para que al glorioso apellido de los Kostkas añadan sus hijos nuevas glorias y si es posible aun, las superen. Su padre disfruta de hablar a sus hijos de la hidalguía de sus mayores. Su madre, en cambio, goza más hablarles de cosas piadosas. Porque el pequeño la atiende más y con mayor fruto, es lógico que mamá Margarita sienta predilección especial por él.
Para la ceremonia del bautismo, que se celebró con toda pompa, se eligió al noble Andrés Radzanowski. Al ofrecerlo a María, este fervoroso padrino le dijo: «Virgen María, te ofrezco y consagro este niño purificado por la sangre de tu Divino Hijo... Madre, acéptalo como escudo que libre a Polonia de los enemigos de tu Iglesia». La devoción tierna y filial hacia la Madre del Cielo será una de las notas características de su corta vida.
Estanislao era totalmente diferente de su hermano mayor, Pablo. Éste era arrogante, dicharachero, y sólo parece que le interesaban las cosas de este mundo. Estanislao era totalmente lo contrario: servicial, caritativo, humilde, profundamente piadoso y muy mortificado. Él tenía siempre presente la eternidad y la gracia y amor del Señor y esto le espoleaba a ser generoso con el Señor y los hermanos.
Ya desde muy pequeño tuvo que llamarle la atención su madre porque era demasiado lo que intentaba mortificar su cuerpo. Aunque hiciera un frío terrible, él quería ir sin ropa, guardar abstinencia, ayuno y otros sacrificios.
Para que recibieran una más digna educación, su padre envió sus hijos al colegio de los Padres jesuitas de Viena. La despedida fue bastante triste y emocionante. Su padre le dijo: «Mira, Estanislao, siento mucho tu partida. Ahora deberás obedecer a tu hermano Pablo y al ayo Juan Bilinski. Aquí todos te llaman «ángel» de la casa... Allí debes ser valiente, a ver si sales un buen caballero». Doña Margarita no pensaba así, deseaba de su hijo Estanislao que fuera feliz pero dentro de la vocación a la que el Señor le llamara... Estanislao al despedirse de su madre le dijo: «No sufras, mamá, trataré de ser digno de nuestro apellido».
En el colegio pronto robó el corazón de profesores y compañeros. Su hermano Pablo y el mismo Bilinski dejaban bastante que desear y la tomaban con él. Mientras ellos se entregaban a pasatiempos y tertulias no tan santas, él se quedaba en casa entregado a la oración, al estudio y a obras de caridad... En el internado de Viena fue un verdadero modelo para todos. Hubo de abandonarlo y, por obedecer a su hermano, fueron a vivir a casa de un furibundo luterano. Mucho sufrió allí. Un día huyó de casa vestido de labriego y se puso en camino de Roma. Se encontró con San Pedro Canisio quien lo encomendó al General de la Compañía que era San Francisco de Borja. En Roma fue un modelo de novicios. Todos se daban cuenta de que tenían con ellos un santo.
Cierto día el P. Maestro Manuel Sales les pide razones por las que aman a María y Estanislao contesta: «Porqué es mi Madre». Allí estaba todo su amor y toda su teología. Enfermo a los diez meses de novicio jesuita, muere santamente el 1568.
Nació en Polonia de padres nobles: Juan, señor de Zatarotzin y de Margarita su esposa. Su padre tiene cifradas esperanzas en sus hijos Pablo y Estanislao para que al glorioso apellido de los Kostkas añadan sus hijos nuevas glorias y si es posible aun, las superen. Su padre disfruta de hablar a sus hijos de la hidalguía de sus mayores. Su madre, en cambio, goza más hablarles de cosas piadosas. Porque el pequeño la atiende más y con mayor fruto, es lógico que mamá Margarita sienta predilección especial por él.
Para la ceremonia del bautismo, que se celebró con toda pompa, se eligió al noble Andrés Radzanowski. Al ofrecerlo a María, este fervoroso padrino le dijo: «Virgen María, te ofrezco y consagro este niño purificado por la sangre de tu Divino Hijo... Madre, acéptalo como escudo que libre a Polonia de los enemigos de tu Iglesia». La devoción tierna y filial hacia la Madre del Cielo será una de las notas características de su corta vida.
Estanislao era totalmente diferente de su hermano mayor, Pablo. Éste era arrogante, dicharachero, y sólo parece que le interesaban las cosas de este mundo. Estanislao era totalmente lo contrario: servicial, caritativo, humilde, profundamente piadoso y muy mortificado. Él tenía siempre presente la eternidad y la gracia y amor del Señor y esto le espoleaba a ser generoso con el Señor y los hermanos.
Ya desde muy pequeño tuvo que llamarle la atención su madre porque era demasiado lo que intentaba mortificar su cuerpo. Aunque hiciera un frío terrible, él quería ir sin ropa, guardar abstinencia, ayuno y otros sacrificios.
Para que recibieran una más digna educación, su padre envió sus hijos al colegio de los Padres jesuitas de Viena. La despedida fue bastante triste y emocionante. Su padre le dijo: «Mira, Estanislao, siento mucho tu partida. Ahora deberás obedecer a tu hermano Pablo y al ayo Juan Bilinski. Aquí todos te llaman «ángel» de la casa... Allí debes ser valiente, a ver si sales un buen caballero». Doña Margarita no pensaba así, deseaba de su hijo Estanislao que fuera feliz pero dentro de la vocación a la que el Señor le llamara... Estanislao al despedirse de su madre le dijo: «No sufras, mamá, trataré de ser digno de nuestro apellido».
En el colegio pronto robó el corazón de profesores y compañeros. Su hermano Pablo y el mismo Bilinski dejaban bastante que desear y la tomaban con él. Mientras ellos se entregaban a pasatiempos y tertulias no tan santas, él se quedaba en casa entregado a la oración, al estudio y a obras de caridad... En el internado de Viena fue un verdadero modelo para todos. Hubo de abandonarlo y, por obedecer a su hermano, fueron a vivir a casa de un furibundo luterano. Mucho sufrió allí. Un día huyó de casa vestido de labriego y se puso en camino de Roma. Se encontró con San Pedro Canisio quien lo encomendó al General de la Compañía que era San Francisco de Borja. En Roma fue un modelo de novicios. Todos se daban cuenta de que tenían con ellos un santo.
Cierto día el P. Maestro Manuel Sales les pide razones por las que aman a María y Estanislao contesta: «Porqué es mi Madre». Allí estaba todo su amor y toda su teología. Enfermo a los diez meses de novicio jesuita, muere santamente el 1568.
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