viernes, 31 de julio de 2020

Reflexión de hoy

Lecturas


Al comienzo del reinado de Joaquín, hijo de Josías, rey de Judá, recibió Jeremías esta palabra de parte del Señor: «Así dice el Señor: “Ponte en el atrio del templo y, cuando los ciudadanos de Judá entren en él para adorar, les repites a todos las palabras que yo te mande decirles; no dejes ni una sola.
A ver si escuchan y se convierte cada cual de su mala conducta, y así me arrepentiré del mal que tengo pensado hacerles a causa de sus malas acciones. Les dirás: “Esto dice el Señor: Si no me obedecéis y cumplís la ley que os promulgué, si no escucháis las palabras de mis siervos los profetas, que os he enviado sin cesar (a pesar de que no hacíais caso), trataré a este templo como al de Siló, y haré de esta ciudad fórmula de maldición para todos los pueblos de la tierra”».
Los profetas, los sacerdotes y todos los presentes oyeron a Jeremías pronunciar estas palabras en el templo del Señor.
Cuando Jeremías acabó de transmitir cuanto el Señor le había ordenado decir a la gente, los sacerdotes, los profetas y todos los presentes lo agarraron y le dijeron: «Eres reo de muerte. ¿Por qué profetizas en nombre del Señor que este templo acabará como el de Siló, y que esta ciudad quedará en ruinas y deshabitada?».
Y el pueblo se arremolinó en torno a Jeremías en el templo del Señor.

En aquel tiempo, Jesús fue a su ciudad y se puso a enseñar en su sinagoga. La gente decía admirada: «¿De dónde saca este esa sabiduría y esos milagros? ¿No es el hijo del carpintero? ¿No es su madre María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? ¿No vivían aquí todas sus hermanas? Entonces, ¿de dónde saca todo eso?».
Y se escandalizaban a causa de él.
Jesús les dijo: «Solo en su tierra y en su casa desprecian a un profeta».
Y no hizo allí muchos milagros, por su falta de fe.

Palabra del Señor.

Beato Pedro Tarrés y Claret


Pere Tarrés i Claret nace el 30 de mayo de 1905 en Manresa, provincia de Barcelona, Cataluña (España). Sus padres Francesc Tarrés Puigdellívol y Carme Claret Masats eran creyentes y ejemplares; tienen otras dos hijas, Francisca e María. Pere es bautizado el 4 de junio en la parroquia de la Virgen del Carmen.

La familia realiza frecuentes traslados (Baddalona, Mataró, Barcelona) a causa del trabajo del padre (mecánico); en Badalona Pere es confirmado el 31 de mayo de 1910. Alumno de los Padres escolapios recibe la primera comunión el 1 de mayo de 1913. En 1914 la familia retorna a Manresa y Pere estudia con los padres jesuitas.

Adolescente de carácter alegre y abierto, cariñoso con sus padres y hermanas, amante de la naturaleza, contemplativo, místico con alma de poeta. Habitualmente ayuda en la farmacia del Sr. Josep Balaguer, quien lo encamina hacia la continuación de los estudios.

Obtiene una beca de estudios que le permite concluir el bachiller en el colegio de San Ignacio. Con otra beca de estudios, obtenida con la ayuda de algunos médicos que lo estimaban, puede acceder a la Facultad de Medicina de la Universidad de Barcelona. Desde 1921 vive en el barrio popular de Gracia, donde participa del Oratorio de San Felipe Neri y allí, desde 1922 a 1936, es hijo espiritual del P. Jaume Serra.

Es miembro de la Federaciòn Jovenes Cristianos con ardiente celo apostólico. La Federaciòn es Acción Católica (A.C.) como el Papa Pío XI la proponía entonces: oración, estudio y acción, bajo la dirección de la jerarquía local. Pere cubre encargos en la Federaciòn y en la A. C. contemporáneamente. Para Pere el secreto de la vida espiritual de los militantes está en la devoción eucarística y el amor filial a la Madre de Dios.

En julio de 1925 muere su padre y poco tiempo después su madre sufre un accidente que la deja inválida.

En la Navidad de 1927, estando en Monistrol de Calders, hace el voto de castidad con la aprobación de su director espiritual.

En 1928, después de haber concluido la carrera de Medicina (con premio extraordinario), se establece definitivamente en Barcelona. Durante este período sus hermanas ingresan en el convento de las Concepcionistas. Junto con su compañero, Dr. Gerardo Manresa, funda el sanatorio – clínica de Nuestra Señora de la Merced de Barcelona.

Durante el ejercicio de su profesión de médico es ejemplar en la caridad y en la vida de piedad; jamás pierde aquella alegría contagiosa que le permite tratar con respetuosa familiaridad a los enfermos.

Tarrés el 8 de julio de 1936 se traslada al Monasterio de Monserrat para realizar los ejercicios espirituales, que son interrumpidos el día 21 por el Alzamiento nacional; Pere se traslada a la Generalitat y logra obtener la tutela de la policía para perservar la integridad del Monasterio de la barbarie de los anárquicos. Refugiado en Barcelona lleva, a escondidas, la comunión a los perseguidos por los milicianos rojos y logra escapar a una perquisición realizada en su casa.

En julio de 1938 debe enrolarse en el ejército repúblicano como médico. Gracias a su coraje y dedicación los mismos soldados piden su promoción a capitán del ejército. Dedicaba parte de su tiempo al estudio del latín y de la filosofía, en preparación a sus futuros estudios sacerdotales y no pierde ocasión de manifestar su fe.

En enero de 1939 retorna a su casa del frente de guerra. El 26 de enero de 1939 se rinde Barcelona al ejército nacional. Integrado en la vida normal continua su actividad de médico, cubre algunos encargos en la A.C. y se prepara para ingresar en el Seminario de Barcelona evento que tendrá lugar el 29 de setiembre de 1939.

En 1941 año en el cual muere su madre recibe las Órdenes menores y el subdiaconado (20 de diciembre) y al año siguiente el diaconado (22 de marzo de 1942). Ordenado presbítero el 30 de mayo de 1942 el obispo lo designa coadjutor (vicario) de la parroquia de San Estéfano de Sesroviles el 3 de junio. En 1943, por deseo del Obispo, frecuenta la Universidad Pontificia de Salamanca donde obtiene la Licencia en Teología el 13 de noviembre de 1944.

A su retorno a Barcelona recibe los siguientes nombramientos pastorales: vice-asistente diocesano de los jóvenes de la A.C., asistente del centro parroquial de las mujeres y de las jóvenes de A.C. de la parroquia de San Vicente de Sarriá (1944), capellán de la comunidad y del colegio de las Hermanas Franciscanas de la Inmaculada Concepción (1945).

En las distintas obras apostólicas que le encargan no le faltan dificultades que lo hacen sufrir pero él sabe responder con actitudes evangélicas de caridad, prudencia y fortaleza sembrando desde la cruz la tierra de su apostolado. El 17 de noviembre de 1945 escribe en su Diario que se siente sumergido en el océano del apostolado, como había soñado por tanto tiempo, con el mismo fuego y entusiasmo que, desde laico, sintió por la Federaciòn. Antes de morir expresará su alegría por el apostolado en la A.C. femenina de Sarriá, afirmando: “Yo soy hijo de obreros. En el cielo trabajaré mucho por todas Uds.”.

Durante las vacaciones en el santuario de la Virgen de Nuria, en el Pirineo de la provincia de Gerona, a 2.000 mt., recibe numerosos grupos de jóvenes de A.C.

También cubre los siguientes encargos: consejero y asesor de los Oblatos laicos benedictinos y de la Unions di scolans di Monserrat –antiguos miembros cantores del coro del monasterio- (1946), director de la Obra de la Visitación de Nuestra Señora, actividad destinada a procurar ayuda material y espiritual a los enfermos pobres (1947); beneficiado de la parroquia de Santa Ana (1949); consejero de la Escuela Católica de enseñanza social de Barcelona (1949); confesor ordinario del Seminario (1949); delegado diocesano de la Protección de la Mujer (1949); director espiritual del Hospital de Las Magdalenas, donde se acogen mujeres en face terminal, por la prostitución o la extrema miseria moral. Pere Tarrés dejó una huella perenne y benéfica en todos los que lo trataron por actividades apostólicas.

El 17 de mayo de 1950 le realizaron una biopsia cuyo diágnostico fue linfosarcoma linfoblastico. Tarrés vivió su enfermedad con una actitud de total abandono en Dios y ofreciendo su vida por la santificación de los sacerdotes. El 31 de agosto de 1950, a 45 años, moría en la Clínica que había fundado. Fue sepultado en el cementerio de Montjuic. El 6 de noviembre de 1975 sus restos mortales fueron trasladados a la iglesia parroquial de San Vicente de Sarriá, donde aún reposan.

jueves, 30 de julio de 2020

Reflexión de hoy

Lecturas


Palabra que el Señor dirigió a Jeremías: «Anda, baja al taller del alfarero, que allí te comunicaré mi palabra».
Bajé al taller del alfarero, que en aquel momento estaba trabajando en el torno. Cuando le salía mal una vasija de barro que estaba torneando (como suele ocurrir al alfarero que trabaja con barro), volvía a hacer otra vasija, tal como a él le parecía.
Entonces el Señor me dirigió la palabra en estos términos:«¿No puedo yo trataros como este alfarero, casa de Israel? - oráculo del Señor -.
Pues lo mismo que está el barro en manos del alfarero, así estáis vosotros en mi mano, casa de Israel».

En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío: «El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran.
Lo mismo sucederá al final de los tiempos: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno de fuego. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.
¿Habéis entendido todo esto?».
Ellos le responden: «Sí».
Él les dijo: «Pues bien, un escriba que se ha hecho discípulo del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando de su tesoro lo nuevo y lo antiguo».
Cuando Jesús acabó estas parábolas, partió de allí.

Palabra del Señor.

San Pammaquio


En Roma, conmemoración de san Pammaquio (Palmaquio o Panmaquio), senador, notable por su preparación en lo relativo a la fe y por su generosidad hacia los pobres. Por su piedad para con Dios fue fundado el título en el monte Celio.

Era miembro del senado, inmensamente rico, con grandes propiedades al norte de África, primo de santa Marcela de Roma, y condiscípulo de san Jerónimo. Las relaciones entre los dos se enfriaron, cuando el círculo de damas que oían a san Jerónimo, comenzaron a vivir una vida más rigurosa, a Pammaquio aquello le parecía exagerado, y cuando aquellas damas le siguen en su destierro, pensó que todo aquello es una locura. 

Se casó con la hija de santa Paula de Roma, Paulina; y cuando unos años después murió de sobreparto, en el 395, el viudo recibió dos cartas de pésame de san Paulino de Nola y de Jerónimo que le dijo: "me entero de que has edificado en el puerto romano un albergue para forasteros ....pero por el paterno amor que te amo... no se trata de ofrecer a Cristo tu dinero, sino a ti mismo. Fácilmente se desecha lo que sólo se nos pega por fuera, pero la guerra intestina es más peligrosa, si ofrecemos a Cristo nuestros bienes con nuestra alma, los recibe de buena gana, pero si damos lo de fuera a Dios y lo de dentro al Diablo, el reparto no es justo... ora leas, ora escribas, ora estés despierto, ora duermas, que resuene siempre en tus oídos la trompeta del amor"; luego añadirá: "Mirad a Pammaquio, este santo, y al sacerdote Paulino -el de Nola-, de la fe ardiente: no se han contentado de dar a Dios su dinero, sino que se han donado a sí mismos". 

San Paulino de Nola le escribió al respecto: «Vuestra esposa es ahora vuestro abogado ante Jesucristo y vuestra garantía de salvación. Ella os obtendrá tantas bendiciones del cielo cuantos tesoros le habéis ofrecido vos en la tierra, ya que no os contentáis con llorarla inútilmente, sino que la hacéis participar de vuestros actos de caridad. Con vuestras virtudes honráis a vuestra esposa y, cuando dais de comer a los pobres, le dais de comer a ella...».  

Se hizo monje y edificó en Ostia un albergue, este albergue era un hospital que había construido, junto con santa Fabiola, imitando uno que había hecho san Paulino. Se encargaban con frecuencia de atender personalmente a sus huéspedes. Al consagrarse al socorro de los necesitados, san Pammaquio no hacía más que seguir las huellas de su esposa. San Jerónimo decía que los ciegos, los baldados y los indigentes eran los herederos de la mujer de san Pammaquio. Aunque éste no iba en busca de los miserables, ellos acudían espontáneamente, sabiendo que no les cerraría las puertas.

Fue un experto en cuestiones doctrinales, y tuvo muchos contactos con el Papa que buscaba sus consejos. San Pammaquio sufrió mucho por la acritud de la controversia que san Jerónimo sostuvo con Rufino. Además de aconsejar a san Jerónimo que tradujese el "De principiis" de Orígenes, le ayudó mucho en sus escritos controversísticos, aunque no consiguió moderar la violencia de lenguaje de la mayoría de ellos. El santo escribió también a las personas que vivían en sus posesiones de Numidia, exhortándolas a renunciar al cisma donatista y a volver al seno de la Iglesia. San Agustín de Hipona le dio por ello las gracias en una carta, el año 401.

Pudo ser obispo, si hubiera ambicionado este honor. Jerónimo le escribió de nuevo: "Siento decir que te has conquistado las simpatías de la ciudad; siento decir que el Pontífice y el pueblo están de acuerdo en quererte. Pero lo importante no es ser obispo, sino merecer serlo". Pammaquio tenía una iglesia en su casa de la colina Coeli, llamada «titulus Pammachii», en el sitio que ocupa actualmente la iglesia de San Juan y San Pablo de los pasionistas. Murió cuando los visigodos de Alarico saquearon Roma, pero desde hacía tiempo lo había repartido todos sus bienes entre los pobres.  

miércoles, 29 de julio de 2020

Reflexión de hoy

Lecturas


Queridos hermanos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios y todo el que ama ha nacido de Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor.
En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envío al mundo a su Unigénito, para que vivamos por medio de él.
En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de propiciación por nuestros pecados.
Queridos hermanos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros.
A Dios nadie lo ha visto nunca. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud.
En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros en que nos ha dado de su Espíritu. Y nosotros hemos visto y damos testimonio de que el Padre envío a su Hijo para ser Salvador del mundo.
Quien confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios.
Y Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él. Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él.

En aquel tiempo, muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María, para darles el pésame por su hermano. 
Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedaba en casa. Y dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá».
Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará».
Marta respondió: «Sé que resucitará en la resurrección en el último día».
Jesús le dice: «Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?».
Ella le contestó: «Sí, Señor: yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo».

Palabra del Señor.

Edmundo Ignacio Rice


En Watherford, en Irlanda, beato Edmundo Ignacio Rice, que con todo entusiasmo y perseverancia se entregó a la formación de los niños y de los jóvenes, en difíciles condiciones. Para el auge de esta obra fundó la Congregación de los Hermanos Cristianos y la de los Hermanos de la Presentación.

Nació en Watercourt, Callan, Irlanda, en el seno de una familia de agricultores. A causa de las "Penal Laws", leyes restrictivas contra los católicos de Irlanda, sus sacerdotes perseguidos que no podían tener escuelas, Edmundo fue educado en las escuelas clandestinas organizadas por los irlandeses en los campos, muy ligadas a la fe católica y sus profesores se trasladaban siempre de un lugar a otro. Edmundo también estudió en una escuela clásica de Kilkenny City; ya que a los católicos les estaba prohibido el acceso a la carrera militar, a los puestos estatales y jurídicos, a este joven de 17 años se fue a trabajar como aprendiz junto a un tío paterno que era exportador de mercancías en Waterford.

Con los años llegó a ser un mercader de éxito; en el 1787, con 25 años, se casó, pero dos años después se quedó viudo con una niña deficiente llamada Mary. Intensificó la unión con Dios en la meditación de las Escrituras, frecuentó los sacramentos y la misa, dedicándose a las obras de caridad y ayudando a los pobres con sus propios bienes. 

En aquel período de gran fermento para la sociedad irlandesa, con el aumento de la población, en el doble, en sesenta años, la independencia de Estados Unidos en el 1776, los católicos de Irlanda pidieron la paridad de derechos con los protestantes, pero era necesario hacer algo por la educación, por esto Edmundo se propuso trabajar en este campo esencial para sociedad del futuro. Había conocido a la Sierva de Dios "Nano" Nagle, que en el 1778 había fundado las Hermanas de la Presentación para la instrucción y el cuidado de las niñas, y la había ayudado a abrir una casa en Waterford. 

Con este ejemplo, en 1793 comenzó su obra para la educación. Obtuvo los fondos necesarios, le pidió al papa Pío VI para abrir un nuevo Instituto y con el apoyo del obispo de Hussey, fundó en un establo abandonado, una escuela provisional, después de vender su hacienda y colocar adecuadamente a su familia. Después de las iniciales dificualtades, nació en 1806, la Congregación de los Hermanos de la Presentación, con la misión de la educación cristiana y de llevar a los pobres al conocimiento de su dignidad y filiación divina. El nuevo Instituto fue el primero que surgió en Irlanda, Edmundo tomó el nombre de Ignacio, fundó un monasterio llamado Mont Sion en Waterford, que será la Casa madre. El número de religiosos creció y se extendió por Irlanda y seguían la Regla de las Hermanas de la Presentación, pero sujetos a la jurisdicción de los obispos. En 1817 conoció a los hermanos de las Escuelas Cristianas, fundadas por san Juan Bautista de La Salle y pidió a la Santa Sede la aprobación de una Regla semejante para su Instituto. Fue aprobado por Pío VII en 1820. En 1822, la mayor parte de los Hermanos de la Presentación aceptaron la nueva Regla y cambiaron su nombre por el de Hermanos Cristianos y eligieron a Edmundo como su Superior General. 

No todos se adhirieron, comandados por el hermano Miguel Agustín Riordan, permanecieron con la denominación inicial y bajo jurisdicción diocesana hasta que en 1889, tuvieron la aprobación pontificia. Las dos Instituciones se expandieron por Inglaterra, Gibraltar y Australia. En 1838, Edmundo dimitió como Superior General a causa de la edad y murió con fama de santidad en Mont Sion (Waterford). Las dos Congregaciones, hoy están presentes en los cinco Continentes, en las regiones de misión de la Iglesia y entre los marginados de las grandes ciudades.

martes, 28 de julio de 2020

Reflexión de hoy

Lecturas


Mis ojos se deshacen en lágrimas, de día y de noche no cesan: por la terrible desgracia que padece la doncella, hija de mi pueblo, una herida de fuertes dolores.
Salgo al campo: muertos a espada; entro en la ciudad: desfallecidos de hambre; tanto el profeta como el sacerdote vagan sin sentido por el país.
¿Por qué has rechazado del todo a Judá? ¿Tiene asco tu garganta de Sión? ¿Por qué nos has herido sin remedio? Se espera la paz, y no hay bienestar, al tiempo de la cura sucede la turbación.
Reconocemos, Señor, nuestra impiedad, la culpa de nuestros padres, porque pecamos contra ti.
No nos rechaces, por tu nombre, no desprestigies tu trono glorioso; recuerda y no rompas tu alianza con nosotros.
¿Tienen los gentiles ídolos de la lluvia? ¿Dan los cielos de por sí los aguaceros? ¿No eres tú, Señor, Dios nuestro; tú, que eres nuestra esperanza, porque tú lo hiciste todo?

En aquel tiempo, Jesús dejó a la gente y se fue a casa. Los discípulos se le acercaron a decirle: «Explícanos la parábola de la cizaña en el campo».
Él les contestó: «El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del reino; la cizaña son los partidarios del Maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el fin del tiempo, y los segadores los ángeles.
Lo mismo que se arranca la cizaña y se echa al fuego, así será al fin del tiempo: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y arrancarán de su reino todos los escándalos y a todos los que obran iniquidad, y los arrojarán al horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes.
Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga».

Palabra del Señor.

Santa María Celia Guérin


En Burdeos, Francia, beata Celia Guérin, esposa de Luis Martin y madre de santa Teresa del Niño Jesús, beatificada conjuntamente con su marido, cuya memoria se celebra el 29 de julio, como ejemplo de matrimonio cristiano.

Nació en Gandelain, departamento de Orne (Normandía), en el seno de una familia de militares. Celia, inteligente y comunicativa por naturaleza, dice en una de sus cartas que su infancia y juventud fueron tristes "como un sudario".

Cuando se jubiló su padre, la familia se estableció en Alençon en 1844. La señora Guérin abrió un café y una sala de billar, pero su carácter intransigente no favoreció el desarrollo del negocio. La familia salía adelante con dificultad, gracias a la pensión y a los trabajos de carpintería del padre. En pocos años, la situación financiera se hizo muy precaria y no mejoró hasta que las hijas contribuyeron con su trabajo a cuadrar el balance familiar. Esta situación económica influyó en los estudios de las hijas.

Celia piensa en la vida religiosa, al igual que su hermana mayor, que llegará a ser sor María Dositea en la Visitación de Le Mans. Pero la superiora de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, a quien Celia solicita su ingreso, le responde sin titubear que no es ésa la voluntad de Dios. La joven se inclina ante tan categórica afirmación, aunque no sin tristeza. Pero un hermoso optimismo sobrenatural la hace exclamar: «Dios mío, accederé al estado de matrimonio para cumplir con tu santa voluntad. Te ruego, pues, que me concedas muchos hijos y que se consagren a ti». En 1851, después de una novena a la Inmaculada Concepción, escuchó interiormente las palabras: "Hacer punto de Alençon". Con la ayuda de su hermana comenzó esta empresa y ya a partir de 1853 era conocida como fabricante del punto de Alençon. En 1858 la casa para la que trabajaba recibió una medalla de plata por la fabricación de este encaje y Celia una mención de alabanza.

Un día, al cruzarse con un joven de noble fisonomía, de semblante reservado y de dignos modales, se siente fuertemente impresionada, y una voz interior le dice: «Este es quien he elegido para ti». Pronto se entera de su identidad; se trata de Luis Martin. En poco tiempo los dos jóvenes llegan a apreciarse y a amarse, y el entendimiento es tan rápido que contraen matrimonio el 13 de julio de 1858, tres meses después de su primer encuentro. Luis y su esposa se proponen vivir como hermano y hermana, siguiendo el ejemplo de San José y de la Virgen María. Diez meses de vida en común en total continencia hacen que sus almas se fundan en una intensa comunión espiritual, pero una prudente intervención de su confesor y el deseo de proporcionar hijos al Señor les mueven a interrumpir aquella santa experiencia. Celia escribirá más tarde a su hija Paulina: «Sentía el deseo de tener muchos hijos y educarlos para el Cielo».

De su unión nacieron nueve hijos. Los esposos Martin experimentan esa verdad al recibir a sus numerosos hijos: «No vivíamos sino para nuestros hijos; eran toda nuestra felicidad y solamente la encontrábamos en ellos», escribirá Celia. Sin embargo, su vida conyugal no está carente de pruebas. Tres de sus hijos mueren prematuramente, dos de ellos eran los varones; después fallece de repente María Helena, de cinco años y medio. Plegarias y peregrinaciones se suceden en medio de la angustia, en especial en 1873, durante la grave enfermedad de Teresa y la fiebre tifoidea de María. En medio de los mayores desasosiegos, la confianza de Celia se ve fortificada por la demostración de fe de su esposo, en particular por su estricta observancia del descanso dominical: Luis nunca abre la tienda los domingos. Es el día del Señor, que se celebra en familia; primero con los oficios de la parroquia y luego con largos paseos; los niños disfrutan en las fiestas de Alençon, jalonadas de cabalgatas y de fuegos artificiales.

Entre las cinco hijas que sobrevivieron, Teresa, la futura santa patrona de las misiones, es una fuente preciosa para comprender la santidad de sus padres: educaban a sus hijas para ser buenas cristianas y ciudadanas honradas. Pero la intensa felicidad familiar de los Martin no debía durar demasiado tiempo. A partir de 1865, Celia se percata de la presencia de un tumor maligno en el pecho, surgido después de una caída contra el borde de un mueble. Tanto su hermano, que es farmacéutico, como su marido no le conceden demasiada importancia; pero a finales de 1876 el mal se manifiesta y el diagnóstico es concluyente: «tumor fibroso no operable» a causa de su avanzado estado. Celia lo afronta hasta el final con toda valentía; consciente del vacío que supondrá su desaparición, le pide a su cuñada, la señora Guérin, que, después de su muerte, ayude a su marido en la educación de los más pequeños. Su muerte acontece el 28 de agosto de 1877.

Santa Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz llegará a decir: «El Señor me concedió un padre y una madre más dignos del Cielo que de la tierra». Los esposos fueron beatificados por SS Benedicto XVI el 19 de octubre de 2008, en Lisieux (Francia).

lunes, 27 de julio de 2020

Reflexión de hoy

Lecturas


Esto me dijo el Señor: «Ve y cómprate un cinturón de lino, y rodéate con él la cintura; pero no lo metas en agua».
Me compré el cinturón, según me lo mandó el Señor, y me lo ceñí.
El Señor me dirigió la palabra por segunda vez: «Toma el cinturón que has comprado y llevas ceñido; levántate ponte en marcha hacia el río Éufrates y lo escondes allí, entre las hendiduras de las piedras».
Fui y lo escondí en el Éufrates, según me había mandado el Señor.
Tiempo después me dijo el Señor: «Vete al río Éufrates y recoge el cinturón que te mandé esconder allí».
Fui al Éufrates, cavé, y recogí el cinturón del sitio donde lo había escondido: estaba estropeado, no servía para nada.
Entonces el Señor me habló así: «Esto dice el Señor: Del mismo modo consumiré la soberbia de Judá, la gran soberbia de Jerusalén.
Este pueblo malvado que se niega a escuchar mis palabras, que se comporta con corazón obstinado y sigue a dioses extranjeros, para rendirles culto y adorarlos, será como ese cinturón que ya no sirve para nada.
Porque del mismo modo que se ajusta el cinturón a la cintura del hombre, así hice yo que se ajustaran a mí la casa de Judá y la casa de Israel - oráculo del Señor - para que fueran mi pueblo, mi fama, mi alabanza, mi honor. Pero no me escucharon».

En aquel tiempo, Jesús propuso esta otra parábola al gentío: «El reino de los cielos se parece a un grano de mostaza que uno toma y siembra en su campo; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas; se hace un árbol hasta el punto de que vienen los pájaros del cielo a anidar en sus ramas».
Les dijo otra parábola: «El reino de los cielos se parece a la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina, hasta que todo fermenta». Jesús dijo todo esto a la gente en parábolas y sin parábolas no les hablaba nada, para que se cumpliera lo dicho por medio del profeta: «Abriré mi boca diciendo parábolas, anunciaré lo secreto desde la fundación del mundo».

Palabra del Señor.

Beato José María Ruiz Cano y 15 compañeros


En Sigüenza (Guadalajara) y Fernán Caballero (Ciudad Real), España, Beatos José María Ruiz Cano, sacerdote, y 15 compañeros, todos de la Congregación de los Misioneros Hijos del Corazón Inmaculado de la Bienaventurada Virgen María (Claretianos), asesinados por odio a la fe. 

Nació en Jerez de los Caballeros (Badajoz) en 1906, y fue ordenado sacerdote en junio de 1932. Después de un año de ensayo ministerial en Aranda de Duero (Burgos) fue destinado como formador al Seminario Claretiano de Sigüenza. 

Allí le encontraron los trágicos días de persecución como responsable de un grupo de 60 seminaristas, cuyas edades oscilaban entre los 12 y los 16 años.

Sigüenza había sido un remanso de paz hasta que la situación se hizo extremadamente difícil el día 25 de julio en que el Obispo y cuatro claretianos fueron detenidos y condenados a muerte. Ante estos acontecimientos, el P. José Mª reunió a sus seminaristas en la capilla, para ponerles al tanto de la situación.  

Comenzó el éxodo del pequeño Seminario. El P. José María se puso al frente del grupo de los más pequeños. -¡Adiós, Padre, hasta pronto!, le despidió el Hnº Víctor. -¡Hasta el cielo!, contestó el Siervo de Dios, y emprendió el camino de Guijosa, a unos 7 Kms de Sigüenza.

Entraron en Guijosa al anochecer y fueron recibidos con los brazos abiertos por el párroco y todo el vecindario. Alguien propuso al Padre que los niños estaban a salvo y para él era mejor huir y salvar la vida. La respuesta, repetida varias veces, fue siempre la misma: -“Aunque me cojan y me maten, no dejo a los niños”. A Guijosa fueron a buscar al “Padre de los niños que habían huido de Sigüenza”. El día 27, “un poco antes de comer se presentaron en el pueblo siete autos de la F.A.I. Un miliciano de Sigüenza dijo: -Ése es el Padre; y el Padre exclamó: -“Virgen del Carmen, salvad a España; muero contento”.

Durante una hora lo tuvieron retenido en un coche flanqueado por dos milicianas. Los seminaristas iban reuniéndose alrededor,... -“No temáis, no pasa nada. Muero contento”, decía el Padre a los muchachos.

En éstas, unos milicianos que venían de profanar la iglesia, traían de mala manera una imagen del Niño Jesús. Con desfachatez se lo arrojaron al P. José Mª, diciéndole: -“Toma, para que mueras bailando con él”. El Padre lo apretó amorosamente sobre su corazón. Pero el miliciano se lo arrebató bruscamente y lo arrojó contra el suelo.

El coche echó a andar… el Padre se despidió diciendo: -¡Adiós, hijos míos!, y los bendijo. Pronto se detuvo la caravana en el término del monte del Otero, a medio camino entre Guijosa y Sigüenza. Una voz ordenó al P. José Mª que bajara. El Padre entendió la orden, perdonó a sus enemigos y emprendió la subida al Otero. Sonó una descarga de fusiles y nuestro beato se desplomó en cruz. Era la una de la tarde del 27 de julio de 1936. En la falda del Otero, en el lugar del martirio, está clavada una cruz para perpetua memoria.

Los Mártires de Fernancaballero son un grupo de catorce jóvenes semaristas en vísperas de ser ordenados sacerdotes, cuyas edades oscilaban entre los 20 y 26 años, y el Hno Felipe González (47 años), también les acompaña el P. José Mª Ruiz Cano (29 años). 

El P. José Mª Ruiz es el único sacerdote en esta Causa, Tomás Cordero era el seminarista de mayor edad, y Jesús Aníbal Gómez era colombiano que, a pesar de exponer ante los milicianos su condición de extranjero, fue fusilado sin consideración alguna.

Los hechos del martirio sucedieron en dos sitios distintos, Sigüenza (Guadalajara) y Fernancaballero (Ciudad Real), pero fueron recogidos en una misma Causa. Por ello, la Causa es conocida también como Causa de los Mártires de Sigüenza y Fernancaballero.

La atmósfera de violencia contra los moradores del Seminario Claretiano de Zafra (Badajoz), comenzó apenas acabadas las elecciones de febrero de 1936. A finales de abril el Padre Provincial ordenó abandonar la casa y marchar a Ciudad Real. La nueva morada era un caserón desprovisto de todo y en medio de la ciudad; un lugar propicio para sufrir sacrificios hasta entonces nunca probados. 

Se respiraba ambiente de martirio, y pronto se vieron sorprendidos por el asalto a la casa. El P. Superior escribirá más tarde: “Cuatro fueron los días de prisión para las catorce víctimas propiciatorias que fueron sacrificadas el día 28 y seis para los restantes. Decir lo que en estos días tuvimos que sufrir es cosa de todo punto imposible.” Las cosas fueron empeorando en aquella cárcel en que se había convertido la propia casa, hasta el punto de que “trajeron mujerzuelas y las veíamos con los bonetes y los ornamentos paseando y asomándose provocativamente a nuestras habitaciones... Todos estábamos preparados para la muerte, que la veíamos muy cerca... Se sufrían las vejaciones y las privaciones con resignación y mansedumbre y conmiseración para con los perseguidores.”

Intentando salir de aquel lugar de suplicio, el P. Superior pudo lograr salvoconductos para ir todos a Madrid o adonde les conviniera. La primera expedición para Madrid se preparó para el día 28 de julio. En ella iban nuestros mártires. Se despidieron de los que quedaban. ¡Que tengáis feliz viaje!, les dijeron.

Fueron a la estación de Ciudad Real en varios coches y acompañados por milicianos. Al llegar se armó un gran alboroto y se oyeron voces de: ¡A matarlos. Que son frailes. No les dejéis subir. Matadlos! El tren pudo arrancar sin mayores sobresaltos, pero las amenazas se cumplieron a 20 kms de la capital, en la Estación de Fernancaballero.

Un viajero del mismo tren cuenta así lo que vio: “Ordenaron a los frailes que bajasen, que habían llegado a su sitio. Unos bajaron voluntariamente diciendo: Sea lo que Dios quiera, moriremos por Cristo y por España. Otros se resistían, pero con las culatas de los fusiles les obligaron a bajar. Los milicianos se pusieron junto al tren y los frailes frente a ellos de cara. Algunos de los frailes extendieron los brazos, gritando ¡Viva Cristo Rey y Viva España! Otros se tapaban la cara. Otros agacharon la cabeza. Uno que era muy bajito daba ánimos a todos. Empezaron las descargas y todos los frailes cayeron al suelo… Al incorporarse, algunos con las manos extendidas gritaban ¡Viva Cristo Rey!; volvieron a dispararles y cayeron.” 

Entre el montón sangrante de los cadáveres, Cándido Catalán quedó gravísimamente herido y moriría horas más tarde: “Presentaba aspecto de una resignación asombrosa, no profería queja alguna…”, dijo de él el médico que lo atendió en la Estación.

Es obligado poner de relieve que en medio de tanto dolor no faltaron ángeles del consuelo: Carmen Herrera, hija del Jefe de Estación, le hizo: “Yo y la mujer del Factor, Maximiliana Santos, ayudamos a los médicos a curar al herido. Yo puse agua caliente para lavarle las heridas y la mujer del Factor facilitó una sábana para hacer vendas. En la Estación yo le di de beber...” Bello gesto que recuerda el consuelo ofrecido a Jesús camino del Calvario.

El Hno Felipe González de Heredia había quedado en la capital, refugiado en casa de su hermano Salvador... Descubierto, fue llevado a la checa del Seminario en donde permaneció hasta que el día 2 de octubre le sacaron para llevarle en un coche hasta Fernancaballero. 

Los nombres de estos claretianos mártires eran: 

1. JOSÉ MARÍA RUIZ CANO, sacerdote profeso, Claretiano nacimiento: 13 Septiembre 1906 en Jerez de los Caballeros, Badajoz (España) martirio: 27 Julio 1936 en El Otero, Sigüenza (España)

2. JESÚS ANÍBAL GÓMEZ y GÓMEZ, clérigo profeso, Claretiano nacimiento: 13 June 1914 en Tarso, Antioquia (Colombia) martirio: 28 Julio 1936 en Fernán Caballero, Ciudad Real (España)

3. TOMÁS CORDERO y CORDERO, clérigo profeso, Claretiano nacimiento: 08 Junio 1910 en Robledino de Valduerna, León (España) martirio: 28 Julio 1936 en Fernán Caballero, Ciudad Real (España)

4. PRIMITIVO BERROCOSO MAILLO, clérigo profeso, Claretiano nacimiento: 19 Febrero 1913 en Jerte, Cáceres (España) martirio: 28 Julio 1936 en Fernán Caballero, Ciudad Real (España)

5. VICENTE ROBLES GÓMEZ, clérigo profeso, Claretiano nacimiento: 25 Abril 1914 en Villanueva del Conde, Salamanca (España) martirio: 28 Julio 1936 en Fernán Caballero, Ciudad Real (España)

6. GABRIEL BARRIOPEDRO TEJEDOR, clérigo profeso, Claretiano nacimiento: 18 Marzo 1883 en Barona, Soria (España) martirio: 28 Julio 1936 en Fernán Caballero, Ciudad Real (España)

7. CLAUDIO LÓPEZ MARTÍNEZ, clérigo profeso, Claretiano nacimiento: 18 Diciembre1910 en Mundilla de Vadelucio, Burgos (España) martirio: 28 Julio 1936 en Fernán Caballero, Ciudad Real (España)

8. ÁNGEL LÓPEZ MARTÍNEZ, clérigo profeso, Claretiano nacimiento: 02 Octubre 1912 en Mundilla de Vadelucio, Burgos (España) martirio: 28 Julio 1936 en Fernán Caballero, Ciudad Real (España)

9. ANTONIO LASA VIDAURETTA, clérigo profeso, Claretiano nacimiento: 28 Junio 1913 en Loizu, Navarra (España) martirio: 28 Julio 1936 en Fernán Caballero, Ciudad Real (España)

10. MELECIO PARDO LLORENTE, clérigo profeso, Claretiano nacimiento: 03 Agosto 1913 en Cháves, Valladolid (España) martirio: 28 Julio 1936 en Fernán Caballero, Ciudad Real (España)

11. ANTONIO ORREGO FUENTES, clérigo profeso, Claretiano nacimiento: 15 Enero 1915 en Oliva de la Frontera, Badajoz (España) martirio: 28 Julio 1936 en Fernán Caballero, Ciudad Real (España)

12. OTILIO DEL AMO PALOMINO, clérigo profeso, Claretiano nacimiento: 02 Abril 1913 en Bustillo de Chaves, Valladolid (España) martirio: 28 Julio 1936 en Fernán Caballero, Ciudad Real (España)

13. CÁNDIDO CATALÁN LASALA, clérigo profeso, Claretiano nacimiento: 16 Febrero 1916 en Corella, Navarra (España) martirio: 28 Julio 1936 en Fernán Caballero, Ciudad Real (España)

14. ÁNGEL PÉREZ MURILLO, clérigo profeso, Claretiano nacimiento: 06 Enero 1915 en Montánchez, Cáceres (España) martirio: 28 Julio 1936 en Fernán Caballero, Ciudad Real (España)

15. ABELARDO GARCÍA PALACIOS, clérigo profeso, Claretiano nacimiento: 15 Octubre 1913 en Vilandiego, Burgos (España) martirio: 28 Julio 1936 en Fernán Caballero, Ciudad Real (España)

16. FELIPE GONZÁLEZ DE HEREDIA BARAHONA, religioso profeso, Claretiano nacimiento: 26 Mayo 1889 en San Asensio, La Rioja (España) martirio: 02 Octubre 1936 en Fernán Caballero, Ciudad Real (España)

Fueron beatificados en Tarragona el 13 de octubre de 2013, durante el pontificado de S.S. Francisco.