domingo, 14 de junio de 2020

San Metodio “El confesor"


En Constantinopla, san Metodio, obispo, que siendo monje viajó a Roma para encontrarse con el papa Pascual I, para defender la veneración de las imágenes, y, elegido obispo, pudo celebrar solemnemente el triunfo de la fe ortodoxa.

Nació en Siracusa en el seno de una familia acomodada; recibió una esmerada educación en su ciudad natal, y más tarde se trasladó a Constantinopla para iniciar su carrera. Parece que el encuentro que tuvo con san Eutimio de Sardes (del que Metodio escribió su "Vita") le hizo descubrir su vocación monástica. Ingresó como monje en el monasterio de Chenolaccco en Bitinia, donde pudo perfeccionar su cultura religiosa y espiritual, y donde llegó a ser hegúmeno. Colaboró con el patriarca san Nicéforo I, defensor de la imágenes, cuando el emperador León V el Armenio comenzó la persecución iconoclasta y tuvo que huir a Roma. Permaneció en estrecho contacto con los perseguidos en Constantinopla, en particular con san Teodoro Estudita, mientras tanto en Roma, ante el papa san Pascual I abogó por los defensores de las imágenes. Fue ordenado sacerdote en Roma, después de haber resistido a fuertes insidias por su castidad.

En el 821 regresó a Constantinopla para entregar al nuevo emperador Miguel II, un documento del Papa en favor de la libertad del culto a las imágenes y conseguir que san Nicéforo fuera reintegrado en su cargo como patriarca. El emperador se negó y después de flagelar a Metodio lo encarceló en compañía de criminales comunes. Parece que estuvo encarcelado en los años 829 al 838. Primero estuvo en un calabozo con san Eutimio en una isla de San Andrés y después en una tumba en Antigoni, en el archipiélago de los Príncipes. Durante el reinado del emperador Teófilo gozó de un período de libertad vigilada.

A la muerte de este emperador en 842, Metodio recuperó su libertad, y se retiró al convento de los Eligmoi. En el 843, la emperatriz santa Teodora le convenció para que aceptara el cargo de patriarca de Constantinopla, y en este cargo restableció la verdadera fe, después de 30 años de dominio de los iconoclastas. Metodio tuvo un comportamiento conciliador; en su discurso de entronización pidió perdonar a los vencidos. Decidió sustituir a todos los obispos y abades iconoclastas y esto le supuso muchas dificultades, y tuvo que soportar la calumnia de una mujer, instigada por el sustituido patriarca Juan, que Metodio había mantenido relaciones carnales con ella; también los monjes estuditas le exigieron mayor rigor con los iconoclastas. En el 844 hizo trasladar los restos de san Teodoro Estudita a Constantinopla y se vio obligado a anatemizar sus escritos, provocando una violenta reacción de los monjes estuditas y un grave cisma. Pero, como se deduce de su testamento, se arrepintió de ello. Aquejado de una grave enfermedad murió en Constantinopla y fue sepultado en la iglesia de los Santos Apóstoles. De Metodio nos han llegado varios escritos de carácter hagiográfico y numerosos himnos; fue también un reputado copista de manuscritos.

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