M. en Roma el 19 de noviembre del 496 D. C., Gelasio, como él mismo establece en su carta al emperador Anastasio (Ep xii, n. 1), fue Romanus natus. La aseveración del "Liber Pontificalis" sobre que él fue natione Afer es consecuentemente tomada por muchos como significando que fue de raíces africanas, pero romano.de nacimiento. Otros, sin embargo, interpretan natione Afer como "africano por nacimiento" y Romanus natus: "nacido como ciudadano romano". Antes de su elección como Papa - el 1 de marzo del 492-, Gelasio había sido abundantemente empleado por su predecesor Félix II ( o III), en la redacción de documentos eclesiásticos, lo cual ha guiado a muchos estudiosos a confundir los escritos de los dos Pontífices.
En su elección al Papado, Gelasio mostró de una vez su fuerza de carácter y su elevada concepción de su posición, al tratar con los adherentes de Acacio. A pesar de los esfuerzos de Eufemio de Constantinopla (q.v.) -quien de otra forma hubiese sido patriarca ortodoxo- y de las amenaza y argucias por las que el emperador Atanasio trató de obtener reconocimiento de la Sede Apostólica, aunque fuertemente presionado por dificultades locales, Gelasio no pactaría una paz que comprometiera en mínimo grado los derechos y honores del Trono de Pedro. La constancia con la que él combatió las pretensiones, laicas y eclesiásticas, de la nueva Roma; la resolución con la que él rehusó permitir a la preeminencia civil o temporal de una ciudad el determinar su rango eclesial; el determinado coraje con que él defendió los derechos de las "segunda" y "tercera" sedes, Alejandría y Antioquia, son algunas de las más impactantes características de su Pontificado. Ha sido bien dicho que en ninguna parte de éste período han sido hallados más fuertes argumentos a favor de la primacía de la sede de Pedro, que en las obras y escritos de Gelasio. Nunca se cansó de repetir que Roma no debe su Principado eclesiástico a ningún Sínodo ecuménico ni a cualquier importancia temporal que ella misma pueda poseer, sino a la Divina institución de Cristo mismo, quien confirió esa supremacía sobre la Iglesia universal a Pedro y sus sucesores (Cf. Especialmente sus cartas a los obispos orientales y las decretales en los libros canónicos y apócrifos.). En su trato con emperadores, ha coincidido con los grandes Pontífices medievales: "Hay dos poderes con los cuales mayormente es gobernado éste mundo: la Sagrada autoridad del Sacerdocio y la autoridad de los Reyes. Y de éstas, la de los Sacerdotes es la de mayor peso, siendo que deben rendir cuentas ante Dios, aun de los reyes de los hombres." El Pontificado de Gelasio fue demasiado corto para efectuar la completa sumisión y reconciliación de la ambiciosa Iglesia de Bizancio. No fue sino hasta Hormisdas (514 - 523) con quien terminó ésta disensión con el retorno de Oriente hasta su antigua lealtad. Problemas fuera de las fronteras no fueron las únicas ocasiones en las que Gelasio usó su fuerza y energía: las Lupercalias, vestigio supersticioso y licencioso del paganismo en Roma, fueron finalmente abolidas por el Papa tras una larga controversia. La carta de Gelasio a Andrómaco, un legislador, traza las principales líneas de la misma. Fiel defensor de las antiguas tradiciones, Gelasio siempre supo cuándo hacer excepciones o modificaciones, como su decreto obligando la recepción de la Sagrada Eucaristía bajo las dos especies. Esto fue hecho como manera efectiva de poner en evidencia a los maniqueos, quienes, aunque presentes en Roma en grandes cantidades, buscaban desviar la atención de su propaganda oculta, fingiéndose católicos. Por el hecho de considerar al vino como impuro y esencialmente pecaminoso, rechazaron el cáliz y así fueron reconocidos. Más tarde, con el cambio de condiciones, el antiguo y normal método de recibir la Santa Comunión solamente bajo la especie del Pan retornó a vigencia. A Gelasio debemos las ordenaciones en días especiales (Ep. Xv), así como el reforzamiento de la división en cuatro partes de los ingresos eclesiásticos - ya sean provenientes de haciendas o como donaciones voluntarias a la fe: Una porción para los pobres; otra para manutención de Iglesias y el esplendor del servicio Divino; Una más para el Obispo y la última para el clero menor. Aunque algunos escritores atribuyen el origen de ésta división de los fondos eclesiásticos a Gelasio, aun el Pontífice habla de ello (Ep xiv, n. 17) como dudum rationabiliter decretum, habiendo sido forzoso por algún tiempo. De hecho, el Papa Simplicio (475, Ep i, n. 2) le impuso la obligación de restitución a los pobres y a la Iglesia, a cierto obispo que había faltado a su deber; consecuentemente, ésa división de fondos debió haber estado considerada por lo menos, como costumbre de la Iglesia. No contento con una simple enunciación de ésta caritativa obligación, Gelasio lo remarcó frecuentemente en sus escritos a los obispos.
Por largo tiempo fue atribuída a Gelasio la fijación del Canon de las Escrituras, pero ahora parece ser más probable, obra del Papa San Dámaso I (367 - 385). Sin embargo, puesto que Gelasio - en un sínodo romano - publicaba su célebre catálogo de los auténticos escritos de la Padres, juntamente con un listado de obras apócrifas o interpoladas, así como libros proscritos de los herejes (Ep xlii), no fue sino natural fijar en éste catálogo el Canon de las Escrituras como fue determinado por el antiguo Pontífice, y así con el paso del tiempo, el Canon mismo vino a ser atribuido a Gelasio. En su celo por la belleza y majestad del servicio Divino, Gelasio compuso muchos himnos, Prefacios y Oraciones colectas y arregló un Misal común aunque tal Misal, que fue comúnmente conocido por su nombre, el "Sacramentarium Gelasianum", pertenece propiamente al siglo siguiente. Cuánto de éste trabajo es de Gelasio, es una pregunta aún actual. Aunque fue Papa solamente por cuatro años y medio, ejerció una profunda influencia en la política , liturgia y disciplina eclesial. Un buen número de sus decretos han sido incorporados al Derecho Canónico.
En su vida privada, Gelasio poseyó un visible espíritu de oración, penitencia y estudio. Se deleitó grandemente en compañía de monjes y fue verdadero padre de los pobres, muriendo con las manos vacías en virtud de su abundante caridad. En una carta a su amigo el sacerdote Julián (P.L. LXVII, 231), Dionisio el Exiguo brinda una brillante relación de Gelasio visto por sus contemporáneos. Como escritor, Gelasio adquiere alto rango en su período. Su estilo es vigoroso y brillante, aunque a veces oscuro. Comparativamente, sólo una reducida parte de su obra ha llegado hasta nosotros., aunque se ha afirmado que él fue el más prolífico escritor entre los pontífices de los primeros cinco siglos. Tenemos 42 extensas cartas y fragmentos de otras 49, además de seis tratados de los cuales tres atañen al cisma Acaciano, uno a la herejía de los pelagianos, otro sobre los errores de Nestorio y Eutiques, y el sexto es dirigido contra el senador Andrómaco y los defensores de las Lupercalias. La mejor edición de las obras es la de Thiel. La fiesta de San Gelasio se celebra el 21 de noviembre, el aniversario de su entierro, aunque muchos escritores creen que éste fue el día de su muerte.
En su elección al Papado, Gelasio mostró de una vez su fuerza de carácter y su elevada concepción de su posición, al tratar con los adherentes de Acacio. A pesar de los esfuerzos de Eufemio de Constantinopla (q.v.) -quien de otra forma hubiese sido patriarca ortodoxo- y de las amenaza y argucias por las que el emperador Atanasio trató de obtener reconocimiento de la Sede Apostólica, aunque fuertemente presionado por dificultades locales, Gelasio no pactaría una paz que comprometiera en mínimo grado los derechos y honores del Trono de Pedro. La constancia con la que él combatió las pretensiones, laicas y eclesiásticas, de la nueva Roma; la resolución con la que él rehusó permitir a la preeminencia civil o temporal de una ciudad el determinar su rango eclesial; el determinado coraje con que él defendió los derechos de las "segunda" y "tercera" sedes, Alejandría y Antioquia, son algunas de las más impactantes características de su Pontificado. Ha sido bien dicho que en ninguna parte de éste período han sido hallados más fuertes argumentos a favor de la primacía de la sede de Pedro, que en las obras y escritos de Gelasio. Nunca se cansó de repetir que Roma no debe su Principado eclesiástico a ningún Sínodo ecuménico ni a cualquier importancia temporal que ella misma pueda poseer, sino a la Divina institución de Cristo mismo, quien confirió esa supremacía sobre la Iglesia universal a Pedro y sus sucesores (Cf. Especialmente sus cartas a los obispos orientales y las decretales en los libros canónicos y apócrifos.). En su trato con emperadores, ha coincidido con los grandes Pontífices medievales: "Hay dos poderes con los cuales mayormente es gobernado éste mundo: la Sagrada autoridad del Sacerdocio y la autoridad de los Reyes. Y de éstas, la de los Sacerdotes es la de mayor peso, siendo que deben rendir cuentas ante Dios, aun de los reyes de los hombres." El Pontificado de Gelasio fue demasiado corto para efectuar la completa sumisión y reconciliación de la ambiciosa Iglesia de Bizancio. No fue sino hasta Hormisdas (514 - 523) con quien terminó ésta disensión con el retorno de Oriente hasta su antigua lealtad. Problemas fuera de las fronteras no fueron las únicas ocasiones en las que Gelasio usó su fuerza y energía: las Lupercalias, vestigio supersticioso y licencioso del paganismo en Roma, fueron finalmente abolidas por el Papa tras una larga controversia. La carta de Gelasio a Andrómaco, un legislador, traza las principales líneas de la misma. Fiel defensor de las antiguas tradiciones, Gelasio siempre supo cuándo hacer excepciones o modificaciones, como su decreto obligando la recepción de la Sagrada Eucaristía bajo las dos especies. Esto fue hecho como manera efectiva de poner en evidencia a los maniqueos, quienes, aunque presentes en Roma en grandes cantidades, buscaban desviar la atención de su propaganda oculta, fingiéndose católicos. Por el hecho de considerar al vino como impuro y esencialmente pecaminoso, rechazaron el cáliz y así fueron reconocidos. Más tarde, con el cambio de condiciones, el antiguo y normal método de recibir la Santa Comunión solamente bajo la especie del Pan retornó a vigencia. A Gelasio debemos las ordenaciones en días especiales (Ep. Xv), así como el reforzamiento de la división en cuatro partes de los ingresos eclesiásticos - ya sean provenientes de haciendas o como donaciones voluntarias a la fe: Una porción para los pobres; otra para manutención de Iglesias y el esplendor del servicio Divino; Una más para el Obispo y la última para el clero menor. Aunque algunos escritores atribuyen el origen de ésta división de los fondos eclesiásticos a Gelasio, aun el Pontífice habla de ello (Ep xiv, n. 17) como dudum rationabiliter decretum, habiendo sido forzoso por algún tiempo. De hecho, el Papa Simplicio (475, Ep i, n. 2) le impuso la obligación de restitución a los pobres y a la Iglesia, a cierto obispo que había faltado a su deber; consecuentemente, ésa división de fondos debió haber estado considerada por lo menos, como costumbre de la Iglesia. No contento con una simple enunciación de ésta caritativa obligación, Gelasio lo remarcó frecuentemente en sus escritos a los obispos.
Por largo tiempo fue atribuída a Gelasio la fijación del Canon de las Escrituras, pero ahora parece ser más probable, obra del Papa San Dámaso I (367 - 385). Sin embargo, puesto que Gelasio - en un sínodo romano - publicaba su célebre catálogo de los auténticos escritos de la Padres, juntamente con un listado de obras apócrifas o interpoladas, así como libros proscritos de los herejes (Ep xlii), no fue sino natural fijar en éste catálogo el Canon de las Escrituras como fue determinado por el antiguo Pontífice, y así con el paso del tiempo, el Canon mismo vino a ser atribuido a Gelasio. En su celo por la belleza y majestad del servicio Divino, Gelasio compuso muchos himnos, Prefacios y Oraciones colectas y arregló un Misal común aunque tal Misal, que fue comúnmente conocido por su nombre, el "Sacramentarium Gelasianum", pertenece propiamente al siglo siguiente. Cuánto de éste trabajo es de Gelasio, es una pregunta aún actual. Aunque fue Papa solamente por cuatro años y medio, ejerció una profunda influencia en la política , liturgia y disciplina eclesial. Un buen número de sus decretos han sido incorporados al Derecho Canónico.
En su vida privada, Gelasio poseyó un visible espíritu de oración, penitencia y estudio. Se deleitó grandemente en compañía de monjes y fue verdadero padre de los pobres, muriendo con las manos vacías en virtud de su abundante caridad. En una carta a su amigo el sacerdote Julián (P.L. LXVII, 231), Dionisio el Exiguo brinda una brillante relación de Gelasio visto por sus contemporáneos. Como escritor, Gelasio adquiere alto rango en su período. Su estilo es vigoroso y brillante, aunque a veces oscuro. Comparativamente, sólo una reducida parte de su obra ha llegado hasta nosotros., aunque se ha afirmado que él fue el más prolífico escritor entre los pontífices de los primeros cinco siglos. Tenemos 42 extensas cartas y fragmentos de otras 49, además de seis tratados de los cuales tres atañen al cisma Acaciano, uno a la herejía de los pelagianos, otro sobre los errores de Nestorio y Eutiques, y el sexto es dirigido contra el senador Andrómaco y los defensores de las Lupercalias. La mejor edición de las obras es la de Thiel. La fiesta de San Gelasio se celebra el 21 de noviembre, el aniversario de su entierro, aunque muchos escritores creen que éste fue el día de su muerte.
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