martes, 14 de abril de 2009

Cuando...

estéis en peligro.

El que mora en el secreto de Elyón pasa la noche a la sombra de Sadday, diciendo a Yahveh: "¡Mi refugio y fortaleza, mi Dios, en quien confío!" Que él te libra de la red del cazador, de la peste funesta; con sus plumas te cubre, y bajo sus alas tienes un refugio: escudo y armadura es su verdad. No temerás el terror de la noche, ni la saeta que de día vuela, ni la peste que avanza en las tinieblas, ni el azote que devasta a mediodía. Aunque a tu lado caigan mil y diez mil a tu diestra, a ti no ha de alcanzarte. Basta con que mires con tus ojos, verás el galardón de los impíos, tú que dices: "¡Mi refugio es Yahveh!", y tomas a Elyón por defensa. No ha de alcanzarte el mal, ni la plaga se acercará a tu tienda; que él dará orden sobre ti a sus ángeles de guardarte en todos tus caminos. Te llevarán ellos en sus manos, para que en piedra no tropiece tu pie; pisarás sobre el león y la víbora, hollarás al leoncillo y al dragón. Pues él se abraza a mí, yo he de librarle; le exaltaré, pues conoce mi nombre. Me llamará y le responderé; estaré a su lado en la desgracia, le libraré y le glorificaré. Hartura le daré de largos días, y haré que vea mi salvación.

(Salmo 91) Biblia de Jerusalén

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