Beatos Francisco Pacheco y ocho compañeros mártires en Japón. Martirizados en Nagasaki, Japón, el día 20 de junio de 1626. Beatificados por el beato Pío IX el 7 de mayo de 1867.
Se los celebra el 20 de junio.
Aunque el rey de Arima, Japón, no puso en vigor inicialmente los decretos imperiales de 1616 contra el cristianismo sino que, disimulando, dejó seguir clandestinamente con su apostolado a los misioneros, en su ida a la corte imperial en 1625 al oír qué trato se daba en otros sitios a los cristianos, se asustó de su propia tolerancia y desde la corte dio orden de que empezara en su reino la persecución anticristiana, como así se hizo.
Por medio de un apóstata se tuvo noticias de los misioneros y de los cristianos y comenzaron las redadas, la primera de las cuales fue el 18 de diciembre de 1625.
Ese día fue apresado el P. Francisco Pacheco, provincial de la Compañía de Jesús y vicario general de la diócesis, que había fijado su residencia en el puerto de Cochmotzu, hospedándose en casa de unos sinceros cristianos.
Arrestado junto con un grupo de cristianos, fueron todos ellos llevados a dos embarcaciones. Cuatro días más tarde fueron arrestados el P. Juan Bautista Zola, también jesuita, y otro grupo de cristianos. Todos fueron encerrados en la fortaleza de Ximabara, donde comenzaron a pasar frío y otras penalidades, hasta que llegó orden de que se les diera buen trato.
El 15 de marzo de 1626 hubo la tercera redada, en la que, mientras decía la santa Misa, cayó preso el P. Baltasar de Torres, igualmente de la Compañía de Jesús, y lo llevaron a una prisión tipo jaula.
El día 17 de junio las autoridades revisaron las causas seguidas contra los misioneros y sus compañeros y concluyeron que debían ser quemados vivos, lo que tuvo lugar en Nagasaki el día 20 de junio.
Damos algunos datos de los mártires de aquel día, todos ellos religiosos jesuitas:
1.- Francisco Pacheco, presbítero.
Nació en Ponte de Lima, Portugal, el año 1565 en el seno de una noble familia Llevado de su gran espiritualidad, muy joven hizo el voto de ser mártir y cuando era estudiante en Lisboa y vio a cuatro japoneses que volvían de Roma de visitar al Papa, porque eran católicos, decidió dedicarse a las misiones del Japón. Con ese deseo entró en la Compañía de Jesús el 1 de enero de 1586.
Hechos los votos religiosos y los estudios, se ordenó sacerdote y los superiores accedieron a su deseo y lo enviaron a Japón, donde llegó en 1604.
Conoció primero la libertad religiosa y en su ámbito hizo un fecundo apostolado y luego pasó por numerosos avatares cuando se desató la persecución.
Tuvo que pasar más de un año en un escondite, del que salía sólo por las noches.
2.- Baltasar de Torres, presbítero.
Había nacido en Granada, España, el 14 de diciembre de 1563 en el seno de una noble familia. Pasa de niño a Ocaña, de donde su padre fue gobernador, y estudia en el colegio que la Compañía de Jesús tenía en aquella población, donde le llega su vocación religiosa. Ingresó a los 16 años en el noviciado de Navalcarnero, Madrid.
Hechos los votos, estudió filosofía en el colegio de Huete, provincia de Cuenca, y fue destinado al de la ciudad de Cuenca como maestro de gramática. Luego pasó a Alcalá para estudiar teología y le fue aceptado su ofrecimiento de ir a las misiones.
Ordenado ya de diácono, con los tres japoneses que volvían de Roma, marchó a Oriente y ordenado sacerdote entró por fin en Japón el año 1600. Trabajó en Meaco, Osaka, Ganga, Noto y Zu con mucho fruto espiritual.
Cuando llegó la persecución de 1614 se quedó clandestinamente en el Japón hasta que fue arrestado y sometido a juicio para pasar de ahí al martirio.
3.- Juan Bautista Zola, presbítero.
Nació en Brescia, Italia, en el año 1575. Ingresó en su juventud en la Compañía de Jesús y, habiéndose ofrecido para las misiones, pasó primero a la India en el año 1602 y dos años más tarde al Japón.
En el año 1614 se quedó de forma clandestina en el reino de Arima, donde continuó su trabajo apostólico.
Pidió a dos compañeros jesuitas que fueron martirizados antes que él que intercedieran ante Dios para que le fuera concedida la gracia del martirio, y ellos se lo prometieron por carta.
4.- Pedro Rinsei, laico.
Era natural de Arima, Japón, y se había criado con los jesuitas desde pequeño, convirtiéndose en su colaborador y acompañante, sobresaliendo como refutador del paganismo.
5.- Vicente Kaun, laico.
Era un coreano que con 13 años marchó al Japón, donde conoció el cristianismo y se convirtió, criándose con los jesuitas. Fue un insigne colaborador de los misioneros y catequista, poniendo al servicio del evangelio su conocimiento del coreano, el japonés y el chino.
6.- Juan Kisaku, laico.
Era natural de Cochinotzu, Japón, y había sobresalido como notable catequista y compañero de los misioneros, con los que se había criado y de quienes no quiso separarse cuando con ellos fue arrestado y pudo obtener la libertad.
7.- Pablo Kinsuke, laico.
Era también de Arima, Japón, nació en Usanda, en el año 1581 y compañero del P. Provincial en las tareas apostólicas, estando muy preparado en su labor catequística. Conoció a los misioneros abrazó la fe cristiana tomando el nombre en el bautismo de Pablo; se convirtió primero en ayudante y después e catequista de padres jesuitas Jerónimo de los Ángeles y de Pedro Pablo Navarro, a la muerte de este último, prosiguió su tarea con el Padre Francisco Pacheco, esperanzado de ser admitido en la Compañía de Jesús.
En el año 1614 los bonzos influyeron en las autoridades de la época que desencadenaron una persecución contra los misioneros, también a quien les ayudaba era pasible a la muerte.
En el año 1615 la persecución se intensificó en la zona de Nagasaki y en un rastrillaje de misioneros, el 19 de diciembre de 1625 fue hecho prisionero el Padre Pacheco y con él a otros de sus colaboradores, entre los cuales Xinsuki. Fueron encerrados en la horrible cárcel de Scimibara, en celdas estrechísimas y húmedas y con un tratamiento que no tenía nada de humano; durante este periodo durado seis meses, tuvo la alegría de ser aceptado en la Compañía de Jesús.
En el mes de junio de 1626 llegó la orden del gobernador de matar a los misioneros y catequistas, pro esto fue traslada con una cuerda el cuello y arrastrado bajo escolta a Nagasaki, donde el 20 de junio de 1626 sufrió el martirio, siendo quemado vivo como tantos otros, tanto como para formar una macabra iluminación nocturna sobre
8.- Miguel Tozo, laico.
Era, igualmente, del Estado de Arima, Japón, y había acompañado a los jesuitas en sus tareas apostólicas, siendo apresado cuando ayudaba al P. Baltasar de Torres.
9.- Hermano coadjutor Gaspar Sadamatsu.
Natural del Estado de Omura, Japón, era un hombre culto y versado en la religión del país. Durante cuarenta años ejerció su labor apostólica y catequética.
Fueron beatificados por el beato Pío IX el 7 de mayo de 1867.
Se los celebra el 20 de junio.
Aunque el rey de Arima, Japón, no puso en vigor inicialmente los decretos imperiales de 1616 contra el cristianismo sino que, disimulando, dejó seguir clandestinamente con su apostolado a los misioneros, en su ida a la corte imperial en 1625 al oír qué trato se daba en otros sitios a los cristianos, se asustó de su propia tolerancia y desde la corte dio orden de que empezara en su reino la persecución anticristiana, como así se hizo.
Por medio de un apóstata se tuvo noticias de los misioneros y de los cristianos y comenzaron las redadas, la primera de las cuales fue el 18 de diciembre de 1625.
Ese día fue apresado el P. Francisco Pacheco, provincial de la Compañía de Jesús y vicario general de la diócesis, que había fijado su residencia en el puerto de Cochmotzu, hospedándose en casa de unos sinceros cristianos.
Arrestado junto con un grupo de cristianos, fueron todos ellos llevados a dos embarcaciones. Cuatro días más tarde fueron arrestados el P. Juan Bautista Zola, también jesuita, y otro grupo de cristianos. Todos fueron encerrados en la fortaleza de Ximabara, donde comenzaron a pasar frío y otras penalidades, hasta que llegó orden de que se les diera buen trato.
El 15 de marzo de 1626 hubo la tercera redada, en la que, mientras decía la santa Misa, cayó preso el P. Baltasar de Torres, igualmente de la Compañía de Jesús, y lo llevaron a una prisión tipo jaula.
El día 17 de junio las autoridades revisaron las causas seguidas contra los misioneros y sus compañeros y concluyeron que debían ser quemados vivos, lo que tuvo lugar en Nagasaki el día 20 de junio.
Damos algunos datos de los mártires de aquel día, todos ellos religiosos jesuitas:
1.- Francisco Pacheco, presbítero.
Nació en Ponte de Lima, Portugal, el año 1565 en el seno de una noble familia Llevado de su gran espiritualidad, muy joven hizo el voto de ser mártir y cuando era estudiante en Lisboa y vio a cuatro japoneses que volvían de Roma de visitar al Papa, porque eran católicos, decidió dedicarse a las misiones del Japón. Con ese deseo entró en la Compañía de Jesús el 1 de enero de 1586.
Hechos los votos religiosos y los estudios, se ordenó sacerdote y los superiores accedieron a su deseo y lo enviaron a Japón, donde llegó en 1604.
Conoció primero la libertad religiosa y en su ámbito hizo un fecundo apostolado y luego pasó por numerosos avatares cuando se desató la persecución.
Tuvo que pasar más de un año en un escondite, del que salía sólo por las noches.
2.- Baltasar de Torres, presbítero.
Había nacido en Granada, España, el 14 de diciembre de 1563 en el seno de una noble familia. Pasa de niño a Ocaña, de donde su padre fue gobernador, y estudia en el colegio que la Compañía de Jesús tenía en aquella población, donde le llega su vocación religiosa. Ingresó a los 16 años en el noviciado de Navalcarnero, Madrid.
Hechos los votos, estudió filosofía en el colegio de Huete, provincia de Cuenca, y fue destinado al de la ciudad de Cuenca como maestro de gramática. Luego pasó a Alcalá para estudiar teología y le fue aceptado su ofrecimiento de ir a las misiones.
Ordenado ya de diácono, con los tres japoneses que volvían de Roma, marchó a Oriente y ordenado sacerdote entró por fin en Japón el año 1600. Trabajó en Meaco, Osaka, Ganga, Noto y Zu con mucho fruto espiritual.
Cuando llegó la persecución de 1614 se quedó clandestinamente en el Japón hasta que fue arrestado y sometido a juicio para pasar de ahí al martirio.
3.- Juan Bautista Zola, presbítero.
Nació en Brescia, Italia, en el año 1575. Ingresó en su juventud en la Compañía de Jesús y, habiéndose ofrecido para las misiones, pasó primero a la India en el año 1602 y dos años más tarde al Japón.
En el año 1614 se quedó de forma clandestina en el reino de Arima, donde continuó su trabajo apostólico.
Pidió a dos compañeros jesuitas que fueron martirizados antes que él que intercedieran ante Dios para que le fuera concedida la gracia del martirio, y ellos se lo prometieron por carta.
4.- Pedro Rinsei, laico.
Era natural de Arima, Japón, y se había criado con los jesuitas desde pequeño, convirtiéndose en su colaborador y acompañante, sobresaliendo como refutador del paganismo.
5.- Vicente Kaun, laico.
Era un coreano que con 13 años marchó al Japón, donde conoció el cristianismo y se convirtió, criándose con los jesuitas. Fue un insigne colaborador de los misioneros y catequista, poniendo al servicio del evangelio su conocimiento del coreano, el japonés y el chino.
6.- Juan Kisaku, laico.
Era natural de Cochinotzu, Japón, y había sobresalido como notable catequista y compañero de los misioneros, con los que se había criado y de quienes no quiso separarse cuando con ellos fue arrestado y pudo obtener la libertad.
7.- Pablo Kinsuke, laico.
Era también de Arima, Japón, nació en Usanda, en el año 1581 y compañero del P. Provincial en las tareas apostólicas, estando muy preparado en su labor catequística. Conoció a los misioneros abrazó la fe cristiana tomando el nombre en el bautismo de Pablo; se convirtió primero en ayudante y después e catequista de padres jesuitas Jerónimo de los Ángeles y de Pedro Pablo Navarro, a la muerte de este último, prosiguió su tarea con el Padre Francisco Pacheco, esperanzado de ser admitido en la Compañía de Jesús.
En el año 1614 los bonzos influyeron en las autoridades de la época que desencadenaron una persecución contra los misioneros, también a quien les ayudaba era pasible a la muerte.
En el año 1615 la persecución se intensificó en la zona de Nagasaki y en un rastrillaje de misioneros, el 19 de diciembre de 1625 fue hecho prisionero el Padre Pacheco y con él a otros de sus colaboradores, entre los cuales Xinsuki. Fueron encerrados en la horrible cárcel de Scimibara, en celdas estrechísimas y húmedas y con un tratamiento que no tenía nada de humano; durante este periodo durado seis meses, tuvo la alegría de ser aceptado en la Compañía de Jesús.
En el mes de junio de 1626 llegó la orden del gobernador de matar a los misioneros y catequistas, pro esto fue traslada con una cuerda el cuello y arrastrado bajo escolta a Nagasaki, donde el 20 de junio de 1626 sufrió el martirio, siendo quemado vivo como tantos otros, tanto como para formar una macabra iluminación nocturna sobre
8.- Miguel Tozo, laico.
Era, igualmente, del Estado de Arima, Japón, y había acompañado a los jesuitas en sus tareas apostólicas, siendo apresado cuando ayudaba al P. Baltasar de Torres.
9.- Hermano coadjutor Gaspar Sadamatsu.
Natural del Estado de Omura, Japón, era un hombre culto y versado en la religión del país. Durante cuarenta años ejerció su labor apostólica y catequética.
Fueron beatificados por el beato Pío IX el 7 de mayo de 1867.
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