miércoles, 19 de abril de 2017

San Expedito


Los Santos son nuestros modelos, son un regalo de Dios para que crezcamos al comparar nuestra vida con la de ellos. Si ellos pudieron, nosotros también; así debemos pensar pues la santidad suena en estos tiempos como algo lejano e inalcanzable, quizás hasta pasado de moda. Sin embargo, es nuestra misión de vida como cristianos, nuestra meta obligada. Por supuesto que solo podemos llegar a la santidad con la ayuda y Gracia de Dios, pero El ve nuestro esfuerzo y pone Su parte cuando iniciamos el camino con decisión y compromiso.

Algunos santos son muy especiales, porque demostraron en vida la fortaleza necesaria para imponerse a los frenos que el mundo pone a la conversión. Ellos son soldados, soldados de Dios. Soldado de Dios es aquel que lucha con las armas de la fe, el amor y la Palabra, contra las tentaciones y ataques que el mal hace a las obras de Dios. De este modo un soldado es un defensor de las obras del Señor ¡No es acaso un honor gigantesco el ser de este modo soldado!

San Expedito es sin dudas un modelo de fortaleza y compromiso con el Amor de Dios, un defensor de Su Divina Voluntad. En estos tiempos su devoción ha crecido porque la gente busca ayuda espiritual, intercesión ante el Trono de Dios, y San Expedito viene a ocupar un espacio importante en esa fundamental misión. Conozcamos su historia y devoción.

Historia de San Expedito

Los datos más precisos sobre la vida militar de Expedito fueron recopilados por un grupo de Jesuitas llamados Bolandistas, que se dedicaron a investigar y recopilar del modo más preciso posible la vida de nuestro santo. Con siglos de crónicas, San Expedito es conocido en toda Europa y Asia menor. El santo habría sido armenio, y si bien se desconoce su lugar real de nacimiento, es probable que haya sido la localidad de Metilene, que es también en donde sufre su martirio. Otra posibilidad es que fuera oriundo de Roma, y enviado en misión militar a Metilene. Esta ciudad fue construida en el Siglo II por el emperador romano Trajano. Armenia fue una de las primeras regiones en recibir las enseñanzas de los apóstoles Judas Tadeo, Simón y Batoloméo, como así también un lugar de innumerables persecuciones a los cristianos. En este país se derramó la sangre de muchos mártires, entre ellos San Expedito y San Pantaleón.

San Expedito era contemporáneo de Santa Filomena y San Jorge y vivió a principios del siglo IV. Nuestro santo era un militar del Imperio Romano que tenía a su cargo toda una legión a las ordenes de Dioclesiano, emperador que años más tarde lo mandaría a matar. La Tradición cuenta que Expedito era jefe de la 12ª Legión Romana conocida como “Fulminante”, que estaba establecida en Metilene, sede de una de las provincias romanas da Armenia. Militar de carrera, tenía más de seis mil hombres a su cargo, y había recibido el estricto entrenamiento militar de las legiones del César, comprometido con la defensa del imperio y sus leyes. Se cree que su nombre deriva de ?Expedici?, que era un tipo de formación militar romana ligera y veloz; seguramente nuestro santo se inició en una unidad de este tipo y de allí deriva su apellido.

Milagro en batalla

Las legiones eran poderosas unidades militares dispersas a lo largo y ancho del imperio, con unos siete mil soldados de infantería cada una y apoyadas también por caballería. Expedito estaba a cargo de la Legión ?Fulminante?, con el título de Tribuno, equivalente al rango de General de División. Las milicias romanas habían recibido de Diocleciano el decreto ordenando la persecución de los cristianos, que se oponían a profesar la fe politeísta oficial del imperio. La pena era la muerte, y en particular era la pena de flagelación y decapitación para los funcionarios del imperio, militares o civiles, que se convirtieran al cristianismo.

La legión de Expedito estaba basada en Armenia y tenía como misión principal luchar contra los pueblos bárbaros en la zona de Germania, esto es en Armenia y Turquía. Habían luchado durante mucho tiempo, bajo las órdenes de su general, pero habían agotado las provisiones de alimentos y agua en tierras que estaban infectadas de enemigos. Finalmente, enfrentaron una vez más la batalla sin tener las fuerzas para hacerlo. Expedito les habló, trató de levantar sus espíritus una vez más, pera nada logró esta vez. El enemigo estaba cada vez más cerca, y sin fuerzas, alimentos ni bebida, nada podía hacerse.

Los soldados romanos habían visto muchas veces lo que hacían los cristianos cuando enfrentaban la muerte que ellos mismos les prodigaban: elevaban sus brazos al cielo y pedían ayuda a su Dios. Y la leyenda decía que ese Dios muchas veces escuchaba sus pedidos y oficiaba milagros. Para sorpresa de Expedito, sus soldados, de uno en uno empezaron a elevar sus brazos al cielo y rogar a ese Dios único de los cristianos del que ellos habían escuchado hablar. Las tropas enemigas se sorprendieron porque nunca habían visto a una Legión Romana completa elevando sus brazos al cielo y rogando a Dios en pleno campo de batalla. Se detuvieron extasiados, sin comprender lo que ocurría. En ese momento el cielo se oscureció y precipitó un vendaval de viento y agua que cubrió a soldados y bestias, transformando el lugar en confusión. La Fulminante se recompuso y aprovechando la situación volvió a salir victoriosa de la batalla.

La conversión y muerte de Expedito

Muchos de los soldados de la legión se convirtieron al Cristianismo de inmediato, felices de haber testimoniado el Poder del Dios Único. Expedito no comprendía lo que ocurría, sin embargo su corazón estaba tocado por la fortaleza de ese Dios que se había acordado de sus hombres, y de él mismo. Su corazón sabía que Dios lo estaba llamando, pero su puesto en la milicia romana no era compatible con tal conversión, lo esperaba la muerte en caso de desafiar la autoridad del Emperador. Los hechos llegaron a los oídos de Dioclesiano, que preocupado envió ordenes para que se detenga esa revuelta militar, de soldados romanos convertidos al cristianismo.

Expedito dudó y dudó, postergó su decisión una y otra vez. Muchos de sus propios soldados se habían unido a Jesucristo, a la fe de los cristianos. Su corazón no se decidía entre los apegos a las glorias humanas, a su carrera militar, y el llamado que indudablemente recibía desde lo alto. Pero cierto día Expedito fue tocado por la Gracia de Dios y recibió la Luz Divina. Este episodio cambiaría para siempre su vida, convirtiéndose inmediatamente al cristianismo, cueste lo que cueste.

Conmovido por los hechos vividos e inspirado por el Espíritu Santo, Expedito resuelve un día cambiar su vida y convertirse al cristianismo. Fue entonces que se le apareció el espíritu del mal en la forma de un cuervo. El cuervo le gritaba ¡cras…cras…!, palabra latina que quiere decir “mañana…mañana”. Esta decisión déjala para mañana, le decía el cuervo. ¡No tengas apuro! ¡Espera por tu conversión! Pero San Expedito reaccionó enérgicamente aplastando al cuervo con su pie derecho mientras exclamaba Hodie… Hodie… Hodie (que en latín significa Hoy… Hoy… Hoy…). ¡No dejaré nada para mañana, a partir de hoy seré cristiano!

El circo romano había sido creado por el Emperador para demostrar el poder del Imperio, pero irónicamente había producido el efecto contrario, el de difundir el cristianismo más y más. Cuando Expedito se convirtió al Cristianismo comenzó a proteger a los mártires que eran devorados por los leones en el circo. Para Dioclesiano esto era inadmisible, un general a cargo de una Legión del Imperio se atrevía a desafiar su decreto Imperial. De inmediato se ordenó el arresto y el interrogatorio de Expedito y sus más cercanos soldados y amigos, todos convertidos a la fe de Cristo, por aquellos que hasta poco tiempo atrás eran sus compañeros de milicia.

El 19 de abril del año 303 de nuestra era, por orden del Emperador Diocleciano, nuestro santo fue sacrificado en Melitene, sede de una de las Provincias Romanas en Armenia junto con sus compañeros de milicia Caio, Galatas, Hermogenes, Aristonico y Rufo. La pena fue de flagelación (dando lugar al posible arrepentimiento del reo) y la decapitación. Su sangre regó aquellos primeros siglos de la Iglesia, junto a la de tantos otros mártires que comprendieron que Cristo mismo, en Su Cruz, tiene Su Trono en la celebración Eucarística legada en la noche del Jueves Santo.

La devoción a San Expedito

La devoción a San Expedito se ha ido difundiendo especialmente en la época moderna. Se recogen noticias de su devoción hacia mediados del siglo XVII en Sicilia, especialmente, en las ciudades de Mesina y Arcireale, donde en 1781 fue declarado segundo patrono de la ciudad y patrono especial de comerciantes y navegantes, y también protector para obtener rápida solución a los problemas urgentes. En nuestros tiempos, infinidad de Iglesias tienen imágenes de nuestro santo, y rinden culto a su devoción.

En forma coherente con su propia historia de vida, San Expedito tiene un rol de intercesión especial frente a Dios para atender los casos urgentes. Nos referimos a los casos en que de producirse una demora habría un gran perjuicio. Es conocido como uno de los abogados de las causas imposibles junto con Santa Rita de Cascia y San Judas Tadeo (oriundo de Nazareth y primo del Señor), a quienes también se les suele invocar en estos casos. También ha pasado a ser patrono de las personas que quieren obtener una Gracia por una causa perdida, pero la necesitan inmediatamente. De este modo, San Expedito es reconocido por el Don que Nuestro Padre Misericordioso le dio para resolver nuestras necesidades en formas urgente pero también es Patrono de los Jóvenes, Socorro de los Estudiantes, Mediador en los Procesos y Juicios, Salud de los Enfermos, Protector en los Problemas de Familia, Laborales y Negocios, pudiendo ser invocado en otros casos.

Devocionario

Este santo patrono, San Expedito, no atiende nuestros ruegos con el fin de ser venerado, sino para que sigamos su ejemplo y nos acerquemos a Dios sin postergaciones, ya mismo. San Expedito nos lleva a comprender que sólo Dios puede ayudarnos, sólo el Señor puede escuchar nuestros pedidos y actuar de acuerdo a nuestra mejor conveniencia, siempre según Su Divina Voluntad, la que debemos respetar y honrar con nuestros actos.

Veamos en San Expedito un modelo de fortaleza y de coraje cristiano, y así ¡sepamos tomar las armas del Señor, el amor, la fe y la esperanza, y corramos a Su encuentro, revestidos de la armadura del estado de Gracia, envueltos en los Sacramentos, enamorados de la Eucaristía, y dispuestos a dar nuestra vida por quien es Todo Amor!

1 comentario:

Unknown dijo...

San expedito creo en ti con mucha fe