sábado, 18 de enero de 2014

Lecturas


Había un hombre de Loma de Benjamín, llamado Quis, hijo de Abiel, hijo de Seror, hijo de Becorá, hijo de Afiaj, benjaminita, de buena posición.
Tenía un hijo que se llamaba Saúl, un mozo bien plantado; era el israelita más alto: sobresalía por encima de todos, de los hombros arriba.
A su padre Quis se le habían extraviado unas burras; y dijo a su hijo Saúl:
- «Llévate a uno de los criados y vete a buscar las burras. »
Cruzaron la serranía de Efraín y atravesaron la comarca de Salisá, pero no las encontraron. Atravesaron la comarca de Saalín, y nada. Atravesaron la comarca de Benjamin, y tampoco.
Cuando Samuel vio a Saúl, el Señor le avisó:
- «Ése es el hombre de quien te hablé; ése regirá a mi pueblo.»
Saúl se acercó a Samuel en medio de la entrada y le dijo:
- «Haz el favor de decirme dónde está la casa del vidente.»
Samuel le respondió:
- «Yo soy el vidente. Sube delante de mi al altozano; hoy coméis conmigo, y mañana te dejaré marchar y te diré todo lo que piensas. »
Tomó la aceitera, derramó aceite sobre la cabeza de Saúl y lo besó, diciendo:
- «El Señor te unge como jefe de su heredad. Tú regirás al pueblo del Señor y lo librarás de la mano de los enemigos que lo rodean.»

En aquel tiempo, Jesús salió de nuevo a la orilla del lago; la gente acudía a él, y les enseñaba.
Al pasar, vio a Leví, el de Alfeo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo:
- «Sígueme.»
Se levantó y lo siguió.
Estando Jesús a la mesa en su casa, de entre los muchos que lo seguían un grupo de publicanos y pecadores se sentaron con Jesús y sus discípulos.
Algunos escribas fariseos, al ver que comía con publicanos y pecadores, les dijeron a los discípulos:
- «¡De modo que come con publicanos y pecadores!»
Jesús lo oyó y les dijo:
- «No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he ven do a llamar a los justos, sino a los pecadores.»

Palabra del Señor.

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