Hermanos: 
A nadie le debáis nada, más que amor; porque el que ama a su prójimo tiene cumplido el resto de la ley. De hecho, el «no cometerás adulterio, no matarás, no robarás, no envidiarás» y los demás mandamientos que haya, se resumen en esta frase: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo.» 
Uno que ama a su prójimo no le hace daño; por eso amar es cumplir la ley entera. 
En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo: 
-«Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío. 
Quien no lleve su cruz detrás de mi no puede ser discípulo mío. 
Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? 
No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo: 
“Este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de acabar. 
¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil? 
Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz. 
Lo mismo vosotros: el que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío.» 
Palabra del Señor.



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