Mirad que llega el día, ardiente como un horno: malvados y perversos serán la paja, y los quemaré el día que ha de venir - dice el Señor de los ejércitos -, y no quedará de ellos ni rama ni raíz. 
Pero a los que honran mi nombre los iluminará un sol de justicia que lleva la salud en las alas. 
Hermanos: 
Ya sabéis cómo tenéis que imitar nuestro ejemplo: no vivimos entre vosotros sin trabajar, nadie nos dio de balde el pan que comimos, sino que trabajamos y nos cansamos día y noche, a fin de no ser carga para nadie. 
No es que no tuviésemos derecho para hacerlo, pero quisimos daros un ejemplo que imitar. 
Cuando vivimos con vosotros os lo mandamos: El que no trabaja, que no coma. 
Porque nos hemos enterado de que algunos viven sin trabajar, muy ocupados en no hacer nada. 
Pues a esos les mandarnos y recomendamos, por el Señor Jesucristo, que trabajen con tranquilidad para ganarse el pan. 
En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y los exvotos. Jesús les dijo. 
- «Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido.» 
Ellos le preguntaron: 
- «Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?» 
Él contestó: 
- «Cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán usurpando mi nombre, diciendo: “Yo soy”, o bien: “El momento está cerca; no vayáis tras ellos. 
Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. 
Porque eso tiene que ocurrir primero, pero el final no vendrá en seguida.» 
Luego les dijo: 
- «Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre. 
Habrá también espantos y grandes signos en el cielo. 
Pero antes de todo eso os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores, por causa mía. Así tendréis ocasión de dar testimonio. 
Haced propósito de no preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro. 
Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán por causa mía. 
Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.» 
Palabra del Señor.
Más abajo encontrareis la HOMILÍA correspondiente a estas lecturas.




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