Amad la justicia, los que regís la tierra, pensad correctamente del Señor y buscadlo con corazón entero. 
Lo encuentran los que no exigen pruebas, y se revela a los que no desconfían. 
Los razonamientos retorcidos alejan de Dios, y su poder, sometido a prueba, pone en evidencia a los necios. 
La sabiduría no entra en alma de mala ley ni habita en cuerpo deudor del pecado. 
El espíritu educador y santo rehúye la estratagema, levanta el campo ante los razonamientos sin sentido y se rinde ante el asalto de la injusticia. 
La sabiduría es un espíritu amigo de los hombres que no deja impune al deslenguado; Dios penetra sus entrañas, vigila puntualmente su corazón y escucha lo que dice su lengua. 
Porque el espíritu del Señor llena la tierra y, como da consistencia al universo, no ignora ningún sonido. 
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: 
-«Es inevitable que sucedan escándalos; pero ¡ay del que los provoca! 
Al que escandaliza a uno de estos pequeños, más le valdría que le encajaran en el cuello una piedra de molino y lo arrojasen al mar. 
Tened cuidado. 
Si tu hermano te ofende, repréndelo; si se arrepiente, perdónalo; si te ofende siete veces en un día, y siete veces vuelve a decirte: “Lo siento”, lo perdonarás.» 
Los apóstoles le pidieron al Señor: 
-«Auméntanos la fe.» 
El Señor contestó: 
-«Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera: 
“Arráncate de raíz y plántate en el mar.” 
Y os obedecería.» 
Palabra del Señor.



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