«¿A quién podéis compararme, que me asemeje?», dice el Santo. 
Alzad los ojos a lo alto y mirad: ¿Quién creó aquello? 
El que cuenta y despliega su ejército y a cada uno lo llama por su nombre; tan grande es su poder, tan robusta su fuerza, que no falta ninguno. 
¿Por qué andas hablando, Jacob, y diciendo, Israel: 
«Mi suerte está oculta al Señor, mi Dios ignora mi causa»? 
¿Acaso no lo sabes, es que no lo has oído? 
El Señor es un Dios eterno y creó los confines del orbe. 
No se cansa, no se fatiga, es insondable su inteligencia. 
Él da fuerza al cansado, acrecienta el vigor del inválido; se cansan los muchachos, se fatigan, los jóvenes tropiezan y vacilan; pero los que esperan en el Señor renuevan sus fuerzas, echan alas como las águilas, corren sin cansarse, marchan sin fatigarse. 
En aquel tiempo, exclamó Jesús: 
- «Venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. 
Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. 
Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.» 
Palabra del Señor.



No hay comentarios:
Publicar un comentario