jueves, 15 de diciembre de 2011

Beato João Henrique Carlos Steeb

Carlos Steeb nace el 18 de diciembre de 1773 en Wurttemberg, Alemania. Pertenece a una familia de clase distinguida y fe luterana.
A los 15 años viaja a París para estudiar, pero a raíz de la revolución de 1789 deja Francia y luego llega a Verona (1792).
Comienza para él "la vida nueva". Se encuentra en un ambiente de católicos, conoce al Padre Leonardi que lo introduce en su labor con los pobres, los abandonados y los sin trabajo.
El joven Carlos va acercándose a la iglesia católica, fascinado por el esplendor de la Verdad. A los 19 años, pese a sentir nostalgia por su familia y saber que sus padres no lo aceptarán, decide confiarse a la Virgen María y expresa su determinación de ser católico, con un acto de entrega total, a Ella, la Madre de la Misericordia. Es así que a los 23 años es consagrado sacerdote por el obispo de Verona.
Por esos años, los tiempos son muy tristes: los ejércitos y las guerras dejan por toda Europa enfermos, heridos, muertos, pobres, y desamparados. Muchos de ellos vienen amontonados desorganizadamente al Lazareto, en Verona, donde el Padre Carlos encuentra al Cristo hombre, en el hombre sufriente.
Durante 18 años el Sacerdote, con entrañas de misericordia, se dedica a ellos conjugando el verbo "inclinarse", traduciendo la actitud maternal del cariño. Pero llega también a él la enfermedad que será su cruz física, para toda la vida.
En Europa, luego de la revolución llega la restauración, que trastoca nuevamente el orden establecido y conlleva angustia y dolor.
El Padre Carlos es buscado como confesor, padre bueno, y guía espiritual.
Por sus capacidades educativas junto al conocimiento del alemán y francés, el Sacerdote Steeb llega a ser profesor en el real colegio femenino y en el seminario de la ciudad de Verona. Se brinda con dedicación y sabiduría a los jóvenes ayudándolos en la búsqueda de sus valores, potencialidades y vocación personal.
Durante años viene delineando su proyecto, su ideal: encontrar corazones de Madres espirituales, consagradas a la caridad, y halla en Luisa Poloni, su hija espiritual, la concreción del sueño. Observa en ella un espíritu de sacrificio, de servicio, de capacidad organizativa frente a las situaciones adversas. Y luego de unos años de servicio gratuito, Luisa comienza a trabajar en el asilo de la ciudad, como enfermera y hermana, llevando el aliento de la fe a todas las personas.
Hacia 1835, ya muy cansado y enfermo, el Padre Carlos propone a Luisa generar un Instituto de las Hermanas de la Misericordia.
En el año 1848, Luisa Poloni emite los votos religiosos asumiendo el nombre de Sor Vicenta María. Con ella se consagran otras doce hermanas. Muchas otras jóvenes, en el tiempo, se unirán a las primeras para experimentar y vivir la Misericordia. Juntas ejercitarán las virtudes de la humildad, simplicidad y caridad que caracterizan el espíritu de las religiosas de esta familia.
En el mismo año, en Verona, explotan el cólera, la viruela y otras epidemias. La Madre Vicenta y sus hermanas "ofrecen" su vida en el cuidado de los contagiosos. Su carisma es amar con ternura de madres a tantos desdichados, hasta dar por ellos la vida: las hermanas se sienten amados por Dios y el Espíritu Santo las lleva a hacer experimentar a los hombres este mismo amor de Dios.
La Madre Vicenta cuida también de niñas y adolescentes brindando instrucción y formando corazones abiertos al bien y a la fe.
En el mismo período la Madre Vicenta enferma. El 11 de noviembre de 1855 muere, y es al Padre Steeb a quien toca abrir las puertas del cielo a su hija espiritual.
El fundador sigue sosteniendo la formación de las hermanas en el carisma de la caridad y del servicio, y ellas permanecen junto a él, testimoniando el amor por Dios y los hermanos.
El 15 de diciembre de 1856, a los 83 años, Dios se inclina sobre él y lo leva a su casa para siempre...
La iglesia reconoció las virtudes heroicas ejercidas durante su larga vida, y proclamó Beato al Padre Steeb, el 6 de julio de 1975 en Roma. Todas sus hijas sienten que su fundador, el Beato Padre Carlos Steeb, con su espíritu sigue forjando la identidad del instituto: "SERVIR AL HOMBRE EN HUMILDAD-SIMPLICIDAD-CARIDAD POR EL SOLO AMOR A DIOS".
También de la Madre Vicenta María Poloni han sido reconocidas las virtudes heroicas por la Comisión del Vaticano, el 28 de abril de 2006. Por ello la Iglesia la define con el título de Sierva de Dios.
Esperemos que pronto sea declarada Beata de la Iglesia Católica.

Información adicional sobre la vida del Beato Carlos Steeb
Roma, 6 de julio de 1975.
En Roma, el 6 de julio de 1975, el Pastor Universal de la Iglesia Católica, entonces Papa Paulo VI, proclamó solemnemente BEATO a CARLOS STEEB, Fundador de las HERMANAS DE LA MISERICORDIA DE VERONA.
La Gloria del Bernini en la majestuosa Basílica de San Pedro, resplandeció con todo su fulgor.
Monseñor J. Carraro, Obispo de Verona, preparó su diócesis para el acontecimiento con la siguiente catequesis:
"La Beatificación de un hijo de la Iglesia no es un puro hecho exterior, ritual, solemne y teñido de especiales facetas exteriores que lo hacen singular y solemne. Es el reconocimiento oficial —declarado por la Iglesia con la voz del Pastor y Maestro Universal, el Papa, madurado por medio de un examen riguroso y comprobado por los milagros— de la superioridad moral de un bautizado que ha vivido heroicamente, según el Evangelio. Una beatificación o la canonización de un Santo entran en la economía pedagógica y pastoral requerida por el Señor para indicar y sostener el camino de la Iglesia."
Los santos (beatificados o canonizados) son un "signo" y un "llamado" de Dios a nosotros, son un comentario espiritual visible y real de la Palabra de Dios. Ellos son los "campeones" de la Fe intrépida que se hace obra de caridad ardiente hacia todo…
"Carlos Steeb nos propone a todos, madurez de fe, sentido de Iglesia, espíritu de comunidad, universalidad apostólica y misionera, pobreza, entrega preferencial a los pobres y bienaventuranzas evangélicas". (Extractado de "Don Carlo Steeb, intérprete de la Misericordia", Verona, 1975.)
El Papa Pablo VI, el día de la Beatificación, en San Pedro, dijo de Carlos Steeb:
"Quizás jamás se valorará suficientemente el drama juvenil de su conversión al Catolicismo, que le costó la pérdida de las relaciones familiares, afectos y ventajas y lo dejó pobre y solo, huérfano casi, por un nuevo e intransitable sendero de la vida. Fue ciertamente un héroe del Espíritu". Y más adelante: "El proceso espiritual de Carlos Steeb es un modelo sobre el que debemos reflexionar en este tiempo nuestro de ECUMENISMO para comprender qué fuerza de ánimo, qué espíritu de renuncia y sacrificio necesitamos para preferir la verdad de la llamada divina a cualquier otra cosa y para saber también esperar y preparar con humilde y paciente bondad, con inquebrantable confianza, la hora desconocida de la mutua restauración de la perfecta unidad cristiana con los hermanos separados hasta ahora de nosotros, Nuestro Beato Carlos Steeb no tuvo la alegría de ver despuntar durante su larga vida terrena, esa bendita hora, pero ciertamente, y quizás para nosotros, la preparó."

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