En Cahors, de Aquitania, beato Cristóbal de Romagna, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, que, enviado por san Francisco, después de muchos trabajos en favor de las almas murió ya centenario.
Nació probablemente en Cesenatico. Su juventud fue brillante por su piedad cristiana que lo preparó para la vocación al estado sacerdotal y luego a la vida franciscana. Terminados los estudios fue ordenado sacerdote. En el momento de su ingreso en la Orden de los Menores era párroco de la iglesia de Santa María de Valverde, en Cesenatico; su ingreso fue en los primeros meses de 1216 cuando tenía 45 años. En el Capítulo general reunido en Santa María de los Ángeles de Asís en Pentecostés de 1216 fue destinado con otros 30 cohermanos a Francia. Fue entonces cuando se encontró con san Francisco, de quien vino a ser afectuoso discípulo. Los religiosos en Francia debían predicar el Evangelio y difundir la Orden Franciscana. Después de muchos días, llegaron al nuevo destino. La acogida no fue demasiado lisonjera; por muchos días debieron soportar frío y hambre. Pero al fin la población reconoció en aquellos franciscanos siervos de Dios, cuyo plan de vida eran la oración, el desprecio de las cosas terrenas, la generosa caridad en los hospitales. La primitiva desconfianza se cambió pronto en profunda veneración; surgieron conventos, con numerosas vocaciones.
En 1219 Cristóbal regresó a Asís al capítulo general. En aquella ocasión Aquitania fue erigida en provincia y como primer Ministro provincial fue nombrado Cristóbal. De regreso a Francia junto con otros nuevos cohermanos se dedicó a la predicación, especialmente contra los herejes albigenses que infestaban aquellas regiones. En varios lugares fundó nuevos conventos. En Cahors fundó un monasterio de clarisas, del cual fue director espiritual por muchos años. En 1224 celebró en Arles el Capítulo provincial en el cual estuvo presente san Antonio de Padua, quien había ido a Francia para predicar contra los albigenses. El encuentro de los dos santos fue para ambos de gran consuelo. Mientras san Antonio predicaba a los religiosos, apareció en medio de ellos san Francisco con los brazos extendidos en forma de cruz. Todos lo vieron. Lo contemplaron y gozaron de verse preferidos por el Padre Seráfico. Fray Cristóbal estuvo presente en Asís el 3 de octubre de 1226, a la muerte de san Francisco. Murió la tarde con cien años de edad y 56 de vida religiosa.
Su culto fue aprobado en 1905 por san Pío X. Los bolandistas relegan a este beato entre los “praetermissi” (olvidados), porque no encontraron suficientes pruebas de la continuidad de su culto.
Nació probablemente en Cesenatico. Su juventud fue brillante por su piedad cristiana que lo preparó para la vocación al estado sacerdotal y luego a la vida franciscana. Terminados los estudios fue ordenado sacerdote. En el momento de su ingreso en la Orden de los Menores era párroco de la iglesia de Santa María de Valverde, en Cesenatico; su ingreso fue en los primeros meses de 1216 cuando tenía 45 años. En el Capítulo general reunido en Santa María de los Ángeles de Asís en Pentecostés de 1216 fue destinado con otros 30 cohermanos a Francia. Fue entonces cuando se encontró con san Francisco, de quien vino a ser afectuoso discípulo. Los religiosos en Francia debían predicar el Evangelio y difundir la Orden Franciscana. Después de muchos días, llegaron al nuevo destino. La acogida no fue demasiado lisonjera; por muchos días debieron soportar frío y hambre. Pero al fin la población reconoció en aquellos franciscanos siervos de Dios, cuyo plan de vida eran la oración, el desprecio de las cosas terrenas, la generosa caridad en los hospitales. La primitiva desconfianza se cambió pronto en profunda veneración; surgieron conventos, con numerosas vocaciones.
En 1219 Cristóbal regresó a Asís al capítulo general. En aquella ocasión Aquitania fue erigida en provincia y como primer Ministro provincial fue nombrado Cristóbal. De regreso a Francia junto con otros nuevos cohermanos se dedicó a la predicación, especialmente contra los herejes albigenses que infestaban aquellas regiones. En varios lugares fundó nuevos conventos. En Cahors fundó un monasterio de clarisas, del cual fue director espiritual por muchos años. En 1224 celebró en Arles el Capítulo provincial en el cual estuvo presente san Antonio de Padua, quien había ido a Francia para predicar contra los albigenses. El encuentro de los dos santos fue para ambos de gran consuelo. Mientras san Antonio predicaba a los religiosos, apareció en medio de ellos san Francisco con los brazos extendidos en forma de cruz. Todos lo vieron. Lo contemplaron y gozaron de verse preferidos por el Padre Seráfico. Fray Cristóbal estuvo presente en Asís el 3 de octubre de 1226, a la muerte de san Francisco. Murió la tarde con cien años de edad y 56 de vida religiosa.
Su culto fue aprobado en 1905 por san Pío X. Los bolandistas relegan a este beato entre los “praetermissi” (olvidados), porque no encontraron suficientes pruebas de la continuidad de su culto.
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