En Nueva Orleans, de Luisiana, en los Estados Unidos de Norteamérica, beato Francisco Javier Seelos, presbítero de la Congregación del Santísimo Redentor, que, oriundo de Baviera, atendió con todo celo a las necesidades de niños, jóvenes y emigrantes.
Nació en Füssen, Baviera, (Alemania) en el seno de una familia de comerciantes textiles. Terminados los primeros estudios elementales en 1831, manifestó su deseo de ser sacerdote. Estudio en el Instituto de San Esteban en Augsburgo, donde terminó la secundaria y luego prosiguió sus estudios de Filosofía en la universidad de Munich donde también comenzó la Teología, para prepararse en el ingreso del seminario, donde fue admitido en 1842. En este tiempo tuvo contacto con los Redentoristas y quedó profundamente impresionado por los escritos de esta Congregación en la revista "Sión" en la que mostraban la marginación de los emigrantes alemanes en Estados Unidos.
Ingresó en los redentoristas donde profesó en 1842 con la intención de marchar a Estados Unidos para evangelizar a los alemanes. En 1843 llegó a Nueva York donde completó su noviciado y sus estudios teológicos; fue ordenado sacerdote en la iglesia redentorista de Santiago de Baltimore. Fue enviado a Pittsburgh en Pensilvania, a la parroquia de Santa Filomena, donde trabajó durante nueve años, colaborando primero como vice párroco de san Juan Nepomuceno Neumann, el superior de la comunidad y luego como superior los últimos tres años; fue también maestro de novicios. Junto con san Juan Nepomuceno Neumann se dedicó a la predicación misionera. En esta actividad demostró toda la grandeza de su espíritu, por su don de discernimiento, capacidad de comprensión, todo esto le valió ser un auténtico guía espiritual y un valorado confesor entre el pueblo que viajaba grandes distancias para confesarse con él o recibir un consejo. La sonrisa no se borró nunca de su rostro y la generosidad fueron sus principales características, mientras predicaba la misericordia de Cristo. Se dedicó a la catequesis con los niños con los que tuvo notable éxito.
En 1854 fue trasladado a Pittsburgh, en 1857 a Cumberland y en 1862 a Annapolis, trabajando siempre en las parroquias. En Cumberland y Annapolis fue nombrado prefecto de los estudiantes redentoristas. Sobre todo quiso infundir en los futuros redentoristas el entusiasmo, el espíritu de sacrificio y el celo apostólico para el bien del pueblo.
En 1860, el obispo Michael O’Connor de Pittsburgh, al dejar su diócesis, propuso al padre Seelos, para sucederle, pero Francisco Javier escribió al papa el beato Pío IX, manifestando su incapacidad para asumir tal responsabilidad y fue escuchado. En 1863, a raíz de la guerra de Secesión, se promulgaron leyes para el servicio militar de todos los hombres disponibles. Seelos, como superior del seminario redentorista, se fue a Washington donde pidió al presidente Abraham Lincoln, que los redentoristas fueran exonerados del servicio militar y lo consiguió. Fue suspendido como prefecto de los estudiantes, porque algún estudiante celoso, le acusó de ser demasiado condescendiente con los jóvenes. Entre 1863 y 1866 fue misionero itinerante, predicando a ingleses y alemanes en casi todos los territorios de los estados del norte de Estados Unidos. Después de un breve período de trabajo parroquial en Detroit, en 1866 fue destinado a la comunidad de Nueva Orleans, como párroco de la iglesia de Santa María Asunta, donde se dedicó, como siempre, a los enfermos y necesitados; durante una epidemia de fiebre amarilla, se contagió y después de varias semanas de soportar la enfermedad con la sonrisa en los labios murió. Fue beatificado por SS Juan Pablo II el 9 de abril del 2000.
Nació en Füssen, Baviera, (Alemania) en el seno de una familia de comerciantes textiles. Terminados los primeros estudios elementales en 1831, manifestó su deseo de ser sacerdote. Estudio en el Instituto de San Esteban en Augsburgo, donde terminó la secundaria y luego prosiguió sus estudios de Filosofía en la universidad de Munich donde también comenzó la Teología, para prepararse en el ingreso del seminario, donde fue admitido en 1842. En este tiempo tuvo contacto con los Redentoristas y quedó profundamente impresionado por los escritos de esta Congregación en la revista "Sión" en la que mostraban la marginación de los emigrantes alemanes en Estados Unidos.
Ingresó en los redentoristas donde profesó en 1842 con la intención de marchar a Estados Unidos para evangelizar a los alemanes. En 1843 llegó a Nueva York donde completó su noviciado y sus estudios teológicos; fue ordenado sacerdote en la iglesia redentorista de Santiago de Baltimore. Fue enviado a Pittsburgh en Pensilvania, a la parroquia de Santa Filomena, donde trabajó durante nueve años, colaborando primero como vice párroco de san Juan Nepomuceno Neumann, el superior de la comunidad y luego como superior los últimos tres años; fue también maestro de novicios. Junto con san Juan Nepomuceno Neumann se dedicó a la predicación misionera. En esta actividad demostró toda la grandeza de su espíritu, por su don de discernimiento, capacidad de comprensión, todo esto le valió ser un auténtico guía espiritual y un valorado confesor entre el pueblo que viajaba grandes distancias para confesarse con él o recibir un consejo. La sonrisa no se borró nunca de su rostro y la generosidad fueron sus principales características, mientras predicaba la misericordia de Cristo. Se dedicó a la catequesis con los niños con los que tuvo notable éxito.
En 1854 fue trasladado a Pittsburgh, en 1857 a Cumberland y en 1862 a Annapolis, trabajando siempre en las parroquias. En Cumberland y Annapolis fue nombrado prefecto de los estudiantes redentoristas. Sobre todo quiso infundir en los futuros redentoristas el entusiasmo, el espíritu de sacrificio y el celo apostólico para el bien del pueblo.
En 1860, el obispo Michael O’Connor de Pittsburgh, al dejar su diócesis, propuso al padre Seelos, para sucederle, pero Francisco Javier escribió al papa el beato Pío IX, manifestando su incapacidad para asumir tal responsabilidad y fue escuchado. En 1863, a raíz de la guerra de Secesión, se promulgaron leyes para el servicio militar de todos los hombres disponibles. Seelos, como superior del seminario redentorista, se fue a Washington donde pidió al presidente Abraham Lincoln, que los redentoristas fueran exonerados del servicio militar y lo consiguió. Fue suspendido como prefecto de los estudiantes, porque algún estudiante celoso, le acusó de ser demasiado condescendiente con los jóvenes. Entre 1863 y 1866 fue misionero itinerante, predicando a ingleses y alemanes en casi todos los territorios de los estados del norte de Estados Unidos. Después de un breve período de trabajo parroquial en Detroit, en 1866 fue destinado a la comunidad de Nueva Orleans, como párroco de la iglesia de Santa María Asunta, donde se dedicó, como siempre, a los enfermos y necesitados; durante una epidemia de fiebre amarilla, se contagió y después de varias semanas de soportar la enfermedad con la sonrisa en los labios murió. Fue beatificado por SS Juan Pablo II el 9 de abril del 2000.
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