En Valenciennes, ciudad también de Francia, beatas María Natalia de San Luis (María Luisa Josefa) Vanot y cuatro compañeras, vírgenes de la Orden de las Ursulinas y mártires, que durante la Revolución Francesa, por odio a la fe católica, fueron condenadas a muerte y subieron al patíbulo recitando el salmo Miserere.
Sus nombres son: beatas Lorenza de San Estanislao (Juana Regina) Prin, María Úrsula de San Bernardino (Jacinta Agustina Gabriela) Bourla, María Luisa de San Francisco (María Genoveva) Ducrez y María Clementina del Santísimo Sacramento (María Magdalena) Déjardin.
Las Ursulinas se establecieron en Valenciennes en 1654 y, durante 140 años, se entregaron ahí a la enseñanza de los niños y al cuidado de los pobres. Cuando el convento fue clausurado en la Revolución Francesa, las religiosas se refugiaron en el convento de Mons. En 1793, las tropas austríacas ocuparon Valenciennes, y las ursulinas volvieron a abrir la escuela, que siguió funcionando después de la entrada de las tropas francesas.
En septiembre de 1794 las ursulinas fueron arrestadas en virtud de la ley Lacoste, por haber vuelto ilegalmente del extranjero para abrir un convento. El 17 de octubre, fueron juzgadas cinco de las religiosas que confesaron abiertamente que habían vuelto a Valenciennes para enseñar la doctrina católica, por lo que el juez las condenó a muerte.
La guillotina se levantaba en la plaza del mercado. Al ver llorar a sus hermanas, la madre Dejardin (beata María Agustina) dijo a su superiora: "¡Madre mía, vos nos habéis exhortado a ser valientes y, ahora que vamos ser coronadas, os echáis a llorar!" Cinco días más tarde, la superiora beata María Clotilde Paillot y otras cinco religiosas, que se contaron entre las últimas víctimas de la Revolución fueron guillotinadas ahí mismo. La Beata María Clotilde declaró: "Morimos por la fe de la Iglesia Católica, Apostólica Romana".
María Luisa Josefa Vanot nació en Valenciennes en 1728, en el seno de una familia distinguida. En 1749, profesó en las Ursulinas y se distinguió por su modestia y espíritu religioso; al profesar tomó el nombre de María Natalia de San Luis Gonzaga. A pesar de tener un carácter muy tímido, en el momento de la prueba invitó a sus hermanas a rezar las oraciones de los agonizantes y pidió perdón a la comunidad. Cuando oyó su nombre marchó con paso firme hacia la guillotina.
Dos de ellas, las beatas Lilvina Lacroix y Ana María Erraux, habían sido brigidinas, y la beata Josefina Leroux había sido clarisa pobre; las tres se habían quedado con las ursulinas cuando sus respectivas comunidades fueron expulsadas. Fueron canonizadas por SS Benedicto XV en 1920, al canonizar a las once ursulinas de Valenciennes.
Sus nombres son: beatas Lorenza de San Estanislao (Juana Regina) Prin, María Úrsula de San Bernardino (Jacinta Agustina Gabriela) Bourla, María Luisa de San Francisco (María Genoveva) Ducrez y María Clementina del Santísimo Sacramento (María Magdalena) Déjardin.
Las Ursulinas se establecieron en Valenciennes en 1654 y, durante 140 años, se entregaron ahí a la enseñanza de los niños y al cuidado de los pobres. Cuando el convento fue clausurado en la Revolución Francesa, las religiosas se refugiaron en el convento de Mons. En 1793, las tropas austríacas ocuparon Valenciennes, y las ursulinas volvieron a abrir la escuela, que siguió funcionando después de la entrada de las tropas francesas.
En septiembre de 1794 las ursulinas fueron arrestadas en virtud de la ley Lacoste, por haber vuelto ilegalmente del extranjero para abrir un convento. El 17 de octubre, fueron juzgadas cinco de las religiosas que confesaron abiertamente que habían vuelto a Valenciennes para enseñar la doctrina católica, por lo que el juez las condenó a muerte.
La guillotina se levantaba en la plaza del mercado. Al ver llorar a sus hermanas, la madre Dejardin (beata María Agustina) dijo a su superiora: "¡Madre mía, vos nos habéis exhortado a ser valientes y, ahora que vamos ser coronadas, os echáis a llorar!" Cinco días más tarde, la superiora beata María Clotilde Paillot y otras cinco religiosas, que se contaron entre las últimas víctimas de la Revolución fueron guillotinadas ahí mismo. La Beata María Clotilde declaró: "Morimos por la fe de la Iglesia Católica, Apostólica Romana".
María Luisa Josefa Vanot nació en Valenciennes en 1728, en el seno de una familia distinguida. En 1749, profesó en las Ursulinas y se distinguió por su modestia y espíritu religioso; al profesar tomó el nombre de María Natalia de San Luis Gonzaga. A pesar de tener un carácter muy tímido, en el momento de la prueba invitó a sus hermanas a rezar las oraciones de los agonizantes y pidió perdón a la comunidad. Cuando oyó su nombre marchó con paso firme hacia la guillotina.
Dos de ellas, las beatas Lilvina Lacroix y Ana María Erraux, habían sido brigidinas, y la beata Josefina Leroux había sido clarisa pobre; las tres se habían quedado con las ursulinas cuando sus respectivas comunidades fueron expulsadas. Fueron canonizadas por SS Benedicto XV en 1920, al canonizar a las once ursulinas de Valenciennes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario