Nació en Schenkenzell en Kinzigtal (Selva negra, Alemania) en el seno de una familia de campesinos. A los dos años, sufrió una deformación física, se asoció a las beguinas de Oberwolfach. Después de 20 años de vida pobre y mortificada, bajo inspiración divina, erigió un convento para 34 religiosas según la regla de san Francisco, para cuya fundación recogió ella misma los fondos pidiendo; pronto la comunidad alcanzó los 70 miembros. Después del incendio del monasterio (1327) se propuso reconstruirlo y para ello pidió ayuda también en Alsacia, en Suiza y a Inés de Hungría en Kónigsfelden. Obtuvo en Aviñón (1332) la confirmación de su comunidad regular de la Tercera Orden, transformada después (1376) en monasterio de clarisas y secularizada en 1803.
Lutgarda se distinguió en la meditación de la vida y de la pasión del Señor y en la oración por la Iglesia por los problemas de los papas de Aviñón con Luis el Bávaro y por la Iglesia se ofreció como víctima de expiación. Devotísima del Sagrado Corazón y de las almas del purgatorio, recomendó estas prácticas a sus religiosas. “Asidua en la oración por la conversión de los pecadores, un día vio la imagen del Crucifijo del que salía sangre de todas sus heridas, y después mucha gente que se refugiaba en el Corazón de Él”.
En la extrema pobreza del convento, Lutgarda con sus religiosas gozó de la alegría sobrenatural. Fue sepultada en la iglesia conventual, hoy parroquial de Wittichen. Su culto todavía no ha sido confirmado.
Lutgarda se distinguió en la meditación de la vida y de la pasión del Señor y en la oración por la Iglesia por los problemas de los papas de Aviñón con Luis el Bávaro y por la Iglesia se ofreció como víctima de expiación. Devotísima del Sagrado Corazón y de las almas del purgatorio, recomendó estas prácticas a sus religiosas. “Asidua en la oración por la conversión de los pecadores, un día vio la imagen del Crucifijo del que salía sangre de todas sus heridas, y después mucha gente que se refugiaba en el Corazón de Él”.
En la extrema pobreza del convento, Lutgarda con sus religiosas gozó de la alegría sobrenatural. Fue sepultada en la iglesia conventual, hoy parroquial de Wittichen. Su culto todavía no ha sido confirmado.
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