En Génova, de la provincia de Liguria, san Hugo, religioso, que, después de haber luchado largo tiempo en Tierra Santa, fue designado para regir la Encomienda de la Orden de San Juan de Jerusalén en esta ciudad, y se distinguió por su bondad y su caridad hacia los pobres.
Nacido en Castellazzo Bormida en Alessandria (Italia), se convirtió en un caballero de la Orden de San Juan de Jerusalén. Después de largas campañas en Tierra Santa, fue elegido Maestro de la Encomienda de San Juan en Génova (Italia) y trabajó en la enfermería más cercana y su hospital alcanzó mucha fama durante su administración. Eso no le impidió ser un religioso ejemplar, logrando "el ejercicio de la religión hacia Dios y sus vecinos". De acuerdo a un retrato escrito en sus tiempos sabemos que Hugo era delgado, con un rostro ascético, y pequeño en estatura. Era también capellán de la Orden.
Fue un presbítero modesto y con fama de taumaturgo cuyos milagros entran en la leyenda, pero cuyo mayor milagro fue su paso por este mundo sembrando la caridad y la modestia como modo de vida. Él era bastante gentil y amable con todos. Su mortificación no resultaba una molestia para los demás. Practicó casi todas las formas de ascetismo físico y espiritual de acorde con las costumbres de la época. Destacó por su modestia. Todos los días recitaba el oficio y oía Misa con tal fervor que muchas veces cayó en éxtasis y se elevaba del suelo a la vista de todos. Su oración era, evidentemente, continua, y Dios le recompensó por ello con un don de poder realizar milagros. Fue famoso por poderes milagrosos sobre los elementos naturales. Se cuenta que con la oración hizo brotar el agua en las lavanderías del hospital, para que hubiera ropa blanca para los enfermos. Fue sepultado en la iglesia de los Caballeros de San Juan en Génova. La diócesis de Génova celebra su culto el 19 de octubre.
Nacido en Castellazzo Bormida en Alessandria (Italia), se convirtió en un caballero de la Orden de San Juan de Jerusalén. Después de largas campañas en Tierra Santa, fue elegido Maestro de la Encomienda de San Juan en Génova (Italia) y trabajó en la enfermería más cercana y su hospital alcanzó mucha fama durante su administración. Eso no le impidió ser un religioso ejemplar, logrando "el ejercicio de la religión hacia Dios y sus vecinos". De acuerdo a un retrato escrito en sus tiempos sabemos que Hugo era delgado, con un rostro ascético, y pequeño en estatura. Era también capellán de la Orden.
Fue un presbítero modesto y con fama de taumaturgo cuyos milagros entran en la leyenda, pero cuyo mayor milagro fue su paso por este mundo sembrando la caridad y la modestia como modo de vida. Él era bastante gentil y amable con todos. Su mortificación no resultaba una molestia para los demás. Practicó casi todas las formas de ascetismo físico y espiritual de acorde con las costumbres de la época. Destacó por su modestia. Todos los días recitaba el oficio y oía Misa con tal fervor que muchas veces cayó en éxtasis y se elevaba del suelo a la vista de todos. Su oración era, evidentemente, continua, y Dios le recompensó por ello con un don de poder realizar milagros. Fue famoso por poderes milagrosos sobre los elementos naturales. Se cuenta que con la oración hizo brotar el agua en las lavanderías del hospital, para que hubiera ropa blanca para los enfermos. Fue sepultado en la iglesia de los Caballeros de San Juan en Génova. La diócesis de Génova celebra su culto el 19 de octubre.
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