En la región de Namur, en Lotaringia, san Gerardo, primer abad del monasterio de Brogne, que él mismo había fundado. Trabajó para instaurar la disciplina monástica en Flandes y Lotaringia, y ayudó a muchos monasterios a recuperar la observancia primitiva.
Nació en el condado de Namur, en el seno de una familia de la aristocracia media terrateniente; fue educado al servicio de las armas; como paje del conde de Namur fue enviado en misión especial a la corte francesa (918). En Francia ingresó en el monasterio benedictino de Saint-Denis. Once años después fue ordenado sacerdote (927) y enviado a Bélgica para fundar una abadía en Brogne dedicada a santos Pedro y Eugenio, algunos biógrafos dicen que fundó esta abadía siendo todavía laico y por propia iniciativa y con sus propios fondos económicos. Fue abad de esta casa durante 22 años y durante este periodo contribuyó en la expansión de la regla benedictina entre numerosos conventos de Flandes, Lorena y la Champaña; fue célebre por la dulzura de su temperamento. Uno de sus biógrafos dijo de él: “Fue prácticamente el único y el primero de Occidente que, en estos últimos tiempos, haya observado las normas de la vida religiosa”.
Su reforma monástica se extinguió a su muerte. Permaneció fiel a la idea de “iglesia privada”, y él mismo fue propietario de la iglesia de Brogne, fundada en sus tierras. Esta actitud se explica indudablemente por la educación que recibió en Saint-Denis, monasterio del que rey era el abad. Gerardo se colocó en posiciones más cercanas a san Benito de Aniano y al monacato carolingio que a las de san Odón de Cluny, que también fue contemporáneo suyo. Sus restos desaparecieron de la abadía de Brogne durante la revolución francesa, y durante la Edad Media, su tumba fue lugar de peregrinación.
Nació en el condado de Namur, en el seno de una familia de la aristocracia media terrateniente; fue educado al servicio de las armas; como paje del conde de Namur fue enviado en misión especial a la corte francesa (918). En Francia ingresó en el monasterio benedictino de Saint-Denis. Once años después fue ordenado sacerdote (927) y enviado a Bélgica para fundar una abadía en Brogne dedicada a santos Pedro y Eugenio, algunos biógrafos dicen que fundó esta abadía siendo todavía laico y por propia iniciativa y con sus propios fondos económicos. Fue abad de esta casa durante 22 años y durante este periodo contribuyó en la expansión de la regla benedictina entre numerosos conventos de Flandes, Lorena y la Champaña; fue célebre por la dulzura de su temperamento. Uno de sus biógrafos dijo de él: “Fue prácticamente el único y el primero de Occidente que, en estos últimos tiempos, haya observado las normas de la vida religiosa”.
Su reforma monástica se extinguió a su muerte. Permaneció fiel a la idea de “iglesia privada”, y él mismo fue propietario de la iglesia de Brogne, fundada en sus tierras. Esta actitud se explica indudablemente por la educación que recibió en Saint-Denis, monasterio del que rey era el abad. Gerardo se colocó en posiciones más cercanas a san Benito de Aniano y al monacato carolingio que a las de san Odón de Cluny, que también fue contemporáneo suyo. Sus restos desaparecieron de la abadía de Brogne durante la revolución francesa, y durante la Edad Media, su tumba fue lugar de peregrinación.
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