Costanzo vivió en el siglo II, era un joven cristiano que se distinguió inmediatamente en la Iglesia perugina por su celo y por su generosidad hacia los pobres unidos a una gran severidad hacia sí mismo.
Por tanto fue elegido obispo cuando era muy joven, cuando tenía apenas treinta años. Pero ya era prudente, sabio en el apostolado, maduro en la caridad, firme en la autoridad, y también se demostró un obispo providencial, especialmente en los años difíciles de la persecución de Marco Aurelio.
De hecho el emperador no tardó a pararlo y procesarlo con la acusación de haber abrazado la fe en el Dios y si hubiera sido encontrado culpable, es decir si confirmara su misma fe rechazando de sacrificar, tuvo que ser condenado a la pena capital.
No se sabe quién denunció el activo y benéfico Obispo de Perusa. Probablemente, como en muchos otros casos, alguien esperó poner sus manos sobre las riquezas de la Iglesia, tenidas en custodia por los fieles y destinadas a los pobres. Quizás justo por este, para arrancarle ventajosas informaciones, el Obispo Costanzo fue torturado a largo y cruelmente, junto con muchos otros compañeros de fe.
Fue encerrado en el calidarium de las Termas romanas, dónde los ciudadanos respetables y elegantes hacían el baño de vapor. Aquella vez el calidarium fue calentado a la temperatura de un horno, pero San Costanzo salió incólume del baño mortal.
Tuvo la gracia de convertir a sus guardas, y pudo escapar una primera vez. Llamado de nuevo en juicio, fue condenado a caminar sobre los carbonos ardientes. Pero ni este ni otros suplicios tuvieron poder sobre él. Liberado milagrosamente y parado una tercera vez fue decapitado con la espada, hacia el año 178.
Por tanto fue elegido obispo cuando era muy joven, cuando tenía apenas treinta años. Pero ya era prudente, sabio en el apostolado, maduro en la caridad, firme en la autoridad, y también se demostró un obispo providencial, especialmente en los años difíciles de la persecución de Marco Aurelio.
De hecho el emperador no tardó a pararlo y procesarlo con la acusación de haber abrazado la fe en el Dios y si hubiera sido encontrado culpable, es decir si confirmara su misma fe rechazando de sacrificar, tuvo que ser condenado a la pena capital.
No se sabe quién denunció el activo y benéfico Obispo de Perusa. Probablemente, como en muchos otros casos, alguien esperó poner sus manos sobre las riquezas de la Iglesia, tenidas en custodia por los fieles y destinadas a los pobres. Quizás justo por este, para arrancarle ventajosas informaciones, el Obispo Costanzo fue torturado a largo y cruelmente, junto con muchos otros compañeros de fe.
Fue encerrado en el calidarium de las Termas romanas, dónde los ciudadanos respetables y elegantes hacían el baño de vapor. Aquella vez el calidarium fue calentado a la temperatura de un horno, pero San Costanzo salió incólume del baño mortal.
Tuvo la gracia de convertir a sus guardas, y pudo escapar una primera vez. Llamado de nuevo en juicio, fue condenado a caminar sobre los carbonos ardientes. Pero ni este ni otros suplicios tuvieron poder sobre él. Liberado milagrosamente y parado una tercera vez fue decapitado con la espada, hacia el año 178.
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