El corazón del rey es una acequia que el Señor canaliza adonde quiere.	
	
	
El hombre juzga recto su camino, pero el Señor pesa los corazones.	
	
	
Practicar el derecho y la justicia el Señor lo prefiere a los sacrificios.	
	
	
Ojos altivos, corazón ambicioso; faro de los malvados es el pecado.	
	
	
Los planes del diligente traen ganancia, los del atolondrado, indigencia.	
	
	
Tesoros ganados con boca embustera, humo que se disipa y trampa mortal.	
	
	
El malvado se afana en el mal, nunca se apiada del prójimo.	
	
	
Castigas al cínico y aprende el inexperto, pero el sabio aprende oyendo la lección.	
	
	
El honrado observa la casa del malvado y ve cómo se hunde en la desgracia.	
	
	
Quien cierra los oídos al clamor del pobre no será escuchado cuando grite.	
	
	
En aquel tiempo, vinieron a ver a Jesús su madre y sus hermanos, pero con el gentío no lograban llegar hasta él.	
	
	
Entonces lo avisaron: «Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte».	
	
	
Él respondió diciéndoles: «Mi madre y mis hermanos son estos: los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen».	
	
Palabra del Señor.



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