Esto dice el Señor: «Yo, conociendo sus obras y sus pensamientos, vendré para reunir las naciones de toda lengua: vendrán para ver mi gloria.	
	
	
Les daré una señal, y de entre ellos enviaré supervivientes a las naciones: a Tarsis, Libia y Lidia (tiradores de arco), Túbal y Grecia, a las costas lejanas que nunca oyeron mi fama ni vieron mi gloria.	
	
	
Ellos anunciarán mi gloria a las naciones.	
	
	
Y de todas las naciones, como ofrenda al Señor, traerán a todos vuestros hermanos, a caballo y en carros y en literas, en mulos y dromedarios, hasta mi santa montaña de Jerusalén - dice el Señor -, así como los hijos de Israel traen ofrendas, en vasos purificados, al templo del Señor.	
	
	
También de entre ellos escogeré sacerdotes y levitas - dice el Señor -».	
	
	
Hermanos: Habéis olvidado la exhortación paternal que os dieron: «Hijo mío, no rechaces la corrección del Señor, no te desanimes por su reprensión; porque el Señor reprende a los que ama y castiga a sus hijos preferidos».	
	
	
Soportáis la prueba para vuestra corrección, porque Dios os trata como a hijos, pues, ¿qué padre no corrige a sus hijos?	
	
	
Ninguna corrección resulta agradable, en el momento, sino que duele; pero luego produce fruto apacible de justicia a los ejercitados en ella.	
	
	
Por eso, fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes, y caminad por una senda llana: así el pie cojo, no se retuerce, sino que se cura.	
	
	
En aquel tiempo, Jesús, pasaba por ciudades y aldeas enseñando y se encaminaba hacia Jerusalén.	
	
	
Uno le preguntó: «Señor, ¿son pocos los que se salven?».	
	
	
Él les dijo: «Esforzaos en entrar por la puerta estrecha, pues os digo que muchos intentarán entrar y no podrán.	
	
	
Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta, diciendo: “Señor, ábrenos”; pero él os dirá: “No sé quiénes sois”.	
	
	
Entonces comenzaréis a decir.	
	
	
“Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas”.	
	
	
Pero él os dirá: “No sé de dónde sois. Alejaos de mí todos los que obráis la iniquidad”.	
	
	
Allí será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, a lsaac y a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, pero vosotros os veáis arrojados fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios. Mirad: hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos».	
	
Palabra del Señor.




No hay comentarios:
Publicar un comentario