martes, 19 de mayo de 2020

Beata Pina Suriano


En Palermo, Italia, beata Pina Suriano, virgen, que ofreció sus sufrimientos físicos por la santificación de los sacerdotes.

Nació en Partinico, Palermo, (Italia), en el seno de una familia de agricultores. Desde su infancia tuvo siempre un gran sentido religioso. Joven guapísima que no pudo abrazar la vida religiosa en particular, a causa de la oposición de su familia. Entregó su vida a la asistencia de jóvenes como responsable de la Acción Católica parroquial en la iglesia de la Santísima Virgen María del Rosario en 1945. Desde su infancia estuvo vinculada a la Acción Católica.

En 1948 fundó la Asociación de las Hijas de María y fue su presidenta hasta su muerte. La participación de Pina en la Acción Católica. fue algo que hay que tener presente, puesto que los intereses que ella cultivó y las aspiraciones y los actos religiosos de su vida surgieron precisamente de su compenetración con el hecho de ser miembro de la Acción Católica. Esto explica cómo ella, con el transcurrir de los años, se transformará en una experta de la vida y del mensaje de Jesús, de la misión de la Iglesia y de la vocación de los hombres a la santidad. 

Puso como fundamento de su apostolado la oración, el sacrificio, la misa, la comunión y la meditación cotidiana, el estudio de la Escritura y la adhesión al magisterio de la Iglesia. Merece una consideración especial la relación de Pina con su familia ya que si bien ella se comportó siempre como hija perfecta en los servicios que le confiaban y en la sumisión a sus padres, debió enfrentarse con la cerrazón de su madre respecto de las prácticas religiosas. En efecto, Doña Graciela no quería que Pina transcurriera tanto tiempo en la iglesia, porque veía desvanecer los propósitos matrimoniales que soñaba para ella. 

El voto de castidad que hizo Pina el 29 de abril de 1932 en la capilla de las Hijas de la Misericordia y de la Cruz, que era la sede social de la juventud femenina de la Acción Católica, demuestra que su compromiso religioso surgía de una opción de vida. Las palabras que pronunció y escribió en su diario aquel día son las siguientes:  "En este día solemne, Jesús mío, yo quiero unirme más a Tí y prometo ser cada vez más pura y más casta para ser una azucena digna de tu jardín". 

Con el permiso de su director espiritual, Pina renovaba todos los meses este voto y, fiel al mismo, rechazaba las distintas propuestas de matrimonio que más de un joven le dirigía, conquistado por su gracia y su belleza. Intentó varias veces entrar en la vida religiosa, pero se encontró con dificultades insuperables. Y mientras rezaba esperando obtener la bendición de sus padres para entrar en la vida religiosa, seguía participando con espíritu eclesial en la vida de la parroquia y de la diócesis, como socia y responsable de la Acción Católica y como presidenta de la Pía Unión de las Hijas de María. 

Un año antes de morir, como no podía ingresar en la vida religiosa, junto a tres compañeras, se ofreció a Dios como víctima por la santidad de los sacerdotes. En 1948 participó en la peregrinación que se hizo a Roma, con ocasión del XXX aniversario de la Juventud Femenina de la Acción Católica. 

Fue verdaderamente llamativa la coincidencia entre el acto de su ofrenda como víctima y el comienzo de una forma de artritis reumática tan fuerte que le dejaría un defecto cardíaco que luego la llevará a la muerte. Hasta el último momento siguió dando un ejemplo sublime de perfección, feliz de que su ofrenda como víctima por la santidad de los sacerdotes estaba siendo aceptada. Murió en Partinico de un infarto, que ella afrontó con una gran serenidad.  La participación masiva en la capilla ardiente y en su funeral fue la prueba de que la opinión común sostenía que había muerto una santa. Sus restos reposan en la iglesia parroquial del Sagrado Corazón, en Partinico. Fue beatificada por Juan Pablo II el 5 de septiembre de 2004

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