martes, 26 de mayo de 2015

Lecturas


El que observa la ley hace una buena ofrenda, el que guarda los mandamientos ofrece sacrificio de acción de gracias; el que hace favores ofrenda flor de harina, el que da limosna ofrece sacrificio de alabanza.
Apartarse del mal es agradable a Dios, apartarse de la injusticia es expiación.
No te presentes a Dios con las manos vacías; esto es lo que pide la ley.
La ofrenda del justo enriquece el altar, y su aroma llega hasta el Altísimo.
El sacrificio del justo es aceptado, su ofrenda memorial no se olvidará.
Honra al Señor con generosidad y no seas mezquino en tus ofrendas; cuando ofreces, pon buena cara, y paga de buena gana los diezmos.
Da al Altísimo como él te dio: generosamente, según tus posibilidades, porque el Señor sabe pagar y te dará siete veces más.
No lo sobornes, porque no lo acepta, no confíes en sacrificios injustos; porque es un Dios justo, que no puede ser parcial.

En aquel tiempo, Pedro se puso a decir a Jesús:
-«Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido.»
Jesús dijo:
-«Os aseguro que quien deje casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más -casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones-, y en la edad futura, vida eterna.
Muchos primeros serán últimos, y muchos últimos primeros.»

Palabra del Señor.

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