En Lanzo, provincia de Turín, en Italia, beato Federico Albert, presbítero, que, siendo párroco, fundó la Congregación de Hermanas de San Vicente de Paúl de la Inmaculada Concepción, destinada a la redención de las gentes caídas en la miseria.
Nació en Turín. Hijo de militar, quiso seguir primero la carrera de su padre, pero rezando un día en el altar del beato Sebastián Valfré se sintió llamado al sacerdocio.
Hizo sus estudios en el seminario del Turín, siendo compañero en él de santos José Benito Cottolengo, José Cafasso, Leonardo Murialdo y Juan Bosco. La amistad con san Juan Bosco siguió durante toda su vida. Fue ordenado sacerdote en 1843, su ascendencia militar influyó en que fuera nombrado predicador y director religioso de la Casa Real de Saboya. Pero pidió ser exonerado del cargo cuando las leyes civiles perjudicaron a los intereses de la Iglesia.
Estuvo en la parroquia de San Juan, antigua iglesia servita, de Turín. Más tarde fue enviado a Lanzo Torinese como párroco y aquí estaría toda su vida. Sólo una vez estuvo a punto de dejar la parroquia: cuando el papa el beato Pío IX le ofreció el episcopado, pero se negó a aceptarlo por el dolor de sus feligreses.
Realizó su ministerio con dedicación amorosa y generosidad sin límites, atrayéndose el afecto de todos los feligreses. Descubrió los graves problemas de los campesinos que emigraban a la ciudad y era necesario promocionar las condiciones de vida de los campesinos para evitar la emigración. En 1859 fundó un orfanato para los huérfanos de guerra, luego una escuela que elevaba el nivel cultural de los campesinos y en 1869 fundó una Congregación femenina, las Vicencianas de la Inmaculada Concepción, conocidas como “las Albertinas”, que establecieron una red de orfanatos en el campo piamontés. Su obra predilecta fue la Colonia Agrícola, escuela de formación profesional en la que quiso aumentar la capacitación de su juventud a fin de que estuviera preparada para una mejor presencia en el mundo agrícola. Estando supervisando esta colonia, accidentalmente una viga se le cayó encima, por lo cual falleció en Lanzo Torinese. El 30 de septiembre de 1984, Juan Pablo II lo beatificó.
Nació en Turín. Hijo de militar, quiso seguir primero la carrera de su padre, pero rezando un día en el altar del beato Sebastián Valfré se sintió llamado al sacerdocio.
Hizo sus estudios en el seminario del Turín, siendo compañero en él de santos José Benito Cottolengo, José Cafasso, Leonardo Murialdo y Juan Bosco. La amistad con san Juan Bosco siguió durante toda su vida. Fue ordenado sacerdote en 1843, su ascendencia militar influyó en que fuera nombrado predicador y director religioso de la Casa Real de Saboya. Pero pidió ser exonerado del cargo cuando las leyes civiles perjudicaron a los intereses de la Iglesia.
Estuvo en la parroquia de San Juan, antigua iglesia servita, de Turín. Más tarde fue enviado a Lanzo Torinese como párroco y aquí estaría toda su vida. Sólo una vez estuvo a punto de dejar la parroquia: cuando el papa el beato Pío IX le ofreció el episcopado, pero se negó a aceptarlo por el dolor de sus feligreses.
Realizó su ministerio con dedicación amorosa y generosidad sin límites, atrayéndose el afecto de todos los feligreses. Descubrió los graves problemas de los campesinos que emigraban a la ciudad y era necesario promocionar las condiciones de vida de los campesinos para evitar la emigración. En 1859 fundó un orfanato para los huérfanos de guerra, luego una escuela que elevaba el nivel cultural de los campesinos y en 1869 fundó una Congregación femenina, las Vicencianas de la Inmaculada Concepción, conocidas como “las Albertinas”, que establecieron una red de orfanatos en el campo piamontés. Su obra predilecta fue la Colonia Agrícola, escuela de formación profesional en la que quiso aumentar la capacitación de su juventud a fin de que estuviera preparada para una mejor presencia en el mundo agrícola. Estando supervisando esta colonia, accidentalmente una viga se le cayó encima, por lo cual falleció en Lanzo Torinese. El 30 de septiembre de 1984, Juan Pablo II lo beatificó.
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