En Roma, beato Nicolás de Forca Palena, presbítero de la Orden de San Jerónimo, fundador del monasterio de San Onofre, en la colina del Janículo, descansando ya centenario en el Señor.
Nació en Forca Palena dei Peligni, pequeña región de la provincia de Chieti (Abruzos). Palena (Sulmona). Después de una sana educación entró en el seminario y fue ordenado sacerdote, ejerció por un tiempo el ministerio de párroco en la diócesis de Sulmona. Después de la elección al Pontificado del sulmonés Inocencio VII, deseoso de una vida de mayor santidad, viajó a Roma, donde fue acogido por un grupo de ermitaños, que vivían la vida de la Tercera Orden Franciscana Regular, bajo la dirección de fray Rinaldo del Piamonte. Su eremitorio estaba situado entre las termas de Nerón, en una torre, con casitas y huertecillo en la región de San Eustaquio, cerca de la iglesia de San Salvador.
Su personalidad, sus eminentes dotes intelectuales y morales le atrajeron la estimación de todos los ermitaños, quienes a la muerte de fray Rinaldo lo nombraron su sucesor, su maestro y padre. A estos ermitaños les llamó los Romitani de San Jerónimo. Entretanto habían crecido en número y fervor y de todas partes de Italia llegaban peticiones de nuevas fundaciones.
Con algunos compañeros Nicolás se fue a Nápoles y entre la vieja iglesia de San Agnello y el actual hospital de los incurables, fundó un eremitorio, que se haría célebre por los numerosos ermitaños y por su santidad, y la bella iglesia de Santa María Mayor en Caponapoli.
En 1434 fue llamado a Florencia por el papa Eugenio IV, con el encargo de reformar algunos monasterios, entre ellos los de Ricorboli y de San Agustín en el Apenino, y fundar eremitorios de su congregación.
Cumplido el mandato pontificio, regresó a Roma, y en el Monte Esquilino fundó el eremitorio y la iglesia de San Onofre. Allí fijó su última residencia. Allí se encontró varias veces con el beato Pedro Gambacorta de Pisa, quien venía a Roma para impetrar la aprobación de su Congregación de San Jerónimo cuyos ermitaños eran llamados Girolomini. Los dos santos se estimaban y se amaban con afecto fraternal. Unió su Instituto con la Orden de los Jerónimos fundados por el beato Pedro Gambacorta. A los 100 años de edad, Nicolás llegó a la patria celestial.
Su culto fue confirmado en el seno de la congregación de los Jerónimos en 1771 por el papa Clemente XIV; pero el Papa no quiso proceder a la beatificación solemne.
Nació en Forca Palena dei Peligni, pequeña región de la provincia de Chieti (Abruzos). Palena (Sulmona). Después de una sana educación entró en el seminario y fue ordenado sacerdote, ejerció por un tiempo el ministerio de párroco en la diócesis de Sulmona. Después de la elección al Pontificado del sulmonés Inocencio VII, deseoso de una vida de mayor santidad, viajó a Roma, donde fue acogido por un grupo de ermitaños, que vivían la vida de la Tercera Orden Franciscana Regular, bajo la dirección de fray Rinaldo del Piamonte. Su eremitorio estaba situado entre las termas de Nerón, en una torre, con casitas y huertecillo en la región de San Eustaquio, cerca de la iglesia de San Salvador.
Su personalidad, sus eminentes dotes intelectuales y morales le atrajeron la estimación de todos los ermitaños, quienes a la muerte de fray Rinaldo lo nombraron su sucesor, su maestro y padre. A estos ermitaños les llamó los Romitani de San Jerónimo. Entretanto habían crecido en número y fervor y de todas partes de Italia llegaban peticiones de nuevas fundaciones.
Con algunos compañeros Nicolás se fue a Nápoles y entre la vieja iglesia de San Agnello y el actual hospital de los incurables, fundó un eremitorio, que se haría célebre por los numerosos ermitaños y por su santidad, y la bella iglesia de Santa María Mayor en Caponapoli.
En 1434 fue llamado a Florencia por el papa Eugenio IV, con el encargo de reformar algunos monasterios, entre ellos los de Ricorboli y de San Agustín en el Apenino, y fundar eremitorios de su congregación.
Cumplido el mandato pontificio, regresó a Roma, y en el Monte Esquilino fundó el eremitorio y la iglesia de San Onofre. Allí fijó su última residencia. Allí se encontró varias veces con el beato Pedro Gambacorta de Pisa, quien venía a Roma para impetrar la aprobación de su Congregación de San Jerónimo cuyos ermitaños eran llamados Girolomini. Los dos santos se estimaban y se amaban con afecto fraternal. Unió su Instituto con la Orden de los Jerónimos fundados por el beato Pedro Gambacorta. A los 100 años de edad, Nicolás llegó a la patria celestial.
Su culto fue confirmado en el seno de la congregación de los Jerónimos en 1771 por el papa Clemente XIV; pero el Papa no quiso proceder a la beatificación solemne.
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