En la sierra de las Alpujarras, cerca de la ciudad de Granada, beato Marcos Criado, presbítero de la Orden de la Santísima Trinidad, para la redención de cautivos, y mártir, víctima de los moriscos.
Nació en Andujar (Jaén) en el seno de una familia cristiana. Al quedarse huérfano de madre en el 1535, ingresó en los Trinitarios. Fue un hombre humilde y penitente, perseverante en la oración y en el estudio, logró una formación completísima. Fue un gran predicador y confesor. Estuvo en el convento de Úbeda como predicador mayor.
Ante las provocaciones y el avance del Islam en las Alpujarras, los obispos de Almería y Guadix, solicitaron al superior de los trinitarios, cuatro monjes de probada virtud para que recorrieran sus diócesis y frenaran el impulso del Islam. Marcos fue uno de los elegidos y comenzó su labor misionera. El puesto de residencia fue La Peza, Granada, y desde allí predicó en todos los pueblos de las Alpujarras. No se detuvo hasta llegar a la sierra de los Filambres, donde estuvo a punto de morir a manos de los moriscos. Predicó en la plaza, las calles, las iglesias, las casas, nada lo detuvo. Los cristianos lo recibieron con todo cariño, pero los moriscos lo odiaban a muerte, y le infligieron insultos, pedradas, salivazos, palizas...
En la Navidad de 1568 comenzó la rebelión de los moriscos. Marcos se encontraba en La Peza, y entraron en la parroquia donde estaba predicando, lo tiraron al suelo y lo sacaron arrastrando hasta la plaza. La algarabía atrajo a las mujeres y los chiquillos, y lo patearon y lo hubieran podido matar, si Marcos, no fuera acogido por la familia de los Huete, que lo escondieron en su casa y pudo huir por una ventana (en esta casa nació el padre de la que suscribe esto). Los moriscos le persiguieron hasta la fuente de Belchite, donde lo colgaron de una encina y lo abandonaron para que con el tiempo se muriera desangrado, de sed y de hambre. Tres días permaneció con vida cantando salmos y predicando a Cristo cuando se le acercaban los moros y los cristianos. Al final un morisco enfurecido le abrió el pecho y le arrancó el corazón, viendo los asistentes, que tenía impreso en él el anagrama de Jesús.
Comenzaron a llamarlo el Santo Marcos. Debido al culto y veneración que recibió durante siglos en este pueblo y comarca se comienza el proceso de beatificación. El proceso de beatificación no llegó a término, pero el 2 de julio de 1899 el papa León XIII aprobó el culto «ab immemoriale», con título de beato y mártir.
Nació en Andujar (Jaén) en el seno de una familia cristiana. Al quedarse huérfano de madre en el 1535, ingresó en los Trinitarios. Fue un hombre humilde y penitente, perseverante en la oración y en el estudio, logró una formación completísima. Fue un gran predicador y confesor. Estuvo en el convento de Úbeda como predicador mayor.
Ante las provocaciones y el avance del Islam en las Alpujarras, los obispos de Almería y Guadix, solicitaron al superior de los trinitarios, cuatro monjes de probada virtud para que recorrieran sus diócesis y frenaran el impulso del Islam. Marcos fue uno de los elegidos y comenzó su labor misionera. El puesto de residencia fue La Peza, Granada, y desde allí predicó en todos los pueblos de las Alpujarras. No se detuvo hasta llegar a la sierra de los Filambres, donde estuvo a punto de morir a manos de los moriscos. Predicó en la plaza, las calles, las iglesias, las casas, nada lo detuvo. Los cristianos lo recibieron con todo cariño, pero los moriscos lo odiaban a muerte, y le infligieron insultos, pedradas, salivazos, palizas...
En la Navidad de 1568 comenzó la rebelión de los moriscos. Marcos se encontraba en La Peza, y entraron en la parroquia donde estaba predicando, lo tiraron al suelo y lo sacaron arrastrando hasta la plaza. La algarabía atrajo a las mujeres y los chiquillos, y lo patearon y lo hubieran podido matar, si Marcos, no fuera acogido por la familia de los Huete, que lo escondieron en su casa y pudo huir por una ventana (en esta casa nació el padre de la que suscribe esto). Los moriscos le persiguieron hasta la fuente de Belchite, donde lo colgaron de una encina y lo abandonaron para que con el tiempo se muriera desangrado, de sed y de hambre. Tres días permaneció con vida cantando salmos y predicando a Cristo cuando se le acercaban los moros y los cristianos. Al final un morisco enfurecido le abrió el pecho y le arrancó el corazón, viendo los asistentes, que tenía impreso en él el anagrama de Jesús.
Comenzaron a llamarlo el Santo Marcos. Debido al culto y veneración que recibió durante siglos en este pueblo y comarca se comienza el proceso de beatificación. El proceso de beatificación no llegó a término, pero el 2 de julio de 1899 el papa León XIII aprobó el culto «ab immemoriale», con título de beato y mártir.
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