En Trevi, región de Perugia, en Italia, beata María Luisa (Gertrudis) Prosperi, monja de la Orden de San Benito.
Nació en Foligno (Perugia, Italia) en el seno de una familia que aunque pertenecían a la nobleza local, no gozaban de ingresos. Ingresó en 1820, con 20 años, en el monasterio benedictino de Santa Lucía de Trevi, después que se abriera después de permanecer cerrado por la supresión napoleónica.
Su corta existencia fue caracterizada por una intensísima vida espiritual acompañada de hechos y dones extraordinarios. Se ejercitó en prácticas penitenciales que hoy nos parecerían imposibles. Probó en sus carnes la agonía del Señor, la flagelación, la coronación de espinas, los estigmas en el costado y las manos. El Señor se manifestaba se manifestaba continuamente haciéndola partícipe de los sufrimientos de su Pasión.
También probó todas las insidias del demonio que continuamente la molestaba con palizas y sustos nocturnos. Fue atormentada durante 5 años por su director espiritual, el cardenal Cadolini, primero obispo de Spoleto y luego arzobispo de Ferrara, que quería hacerla reconocer que sus visiones eran obra del demonio y de su soberbia.
En 1837 fue elegida abadesa. En el monasterio hizo florecer la observancia de la Regla, acentuando la adoración al Santísimo Sacramento. Contemplaba largamente el crucifijo, y cuantos le pedían consejo les invitaba a recurrir con amorosa confianza a la infinita misericordia de Jesús. Significativa fue la aparición de Jesús bajo el aspecto de peregrino en el locutorio grande, cercano a la última grada a la derecha, donde todavía hoy, alguna vez, se siente un perfume maravilloso. Murió sufriendo toda la Pasión, con 47 años de edad. En el monasterio se conservan muchísimas cartas. Sus restos reposan en la iglesia de Santa Lucía del mismo monasterio.
Nació en Foligno (Perugia, Italia) en el seno de una familia que aunque pertenecían a la nobleza local, no gozaban de ingresos. Ingresó en 1820, con 20 años, en el monasterio benedictino de Santa Lucía de Trevi, después que se abriera después de permanecer cerrado por la supresión napoleónica.
Su corta existencia fue caracterizada por una intensísima vida espiritual acompañada de hechos y dones extraordinarios. Se ejercitó en prácticas penitenciales que hoy nos parecerían imposibles. Probó en sus carnes la agonía del Señor, la flagelación, la coronación de espinas, los estigmas en el costado y las manos. El Señor se manifestaba se manifestaba continuamente haciéndola partícipe de los sufrimientos de su Pasión.
También probó todas las insidias del demonio que continuamente la molestaba con palizas y sustos nocturnos. Fue atormentada durante 5 años por su director espiritual, el cardenal Cadolini, primero obispo de Spoleto y luego arzobispo de Ferrara, que quería hacerla reconocer que sus visiones eran obra del demonio y de su soberbia.
En 1837 fue elegida abadesa. En el monasterio hizo florecer la observancia de la Regla, acentuando la adoración al Santísimo Sacramento. Contemplaba largamente el crucifijo, y cuantos le pedían consejo les invitaba a recurrir con amorosa confianza a la infinita misericordia de Jesús. Significativa fue la aparición de Jesús bajo el aspecto de peregrino en el locutorio grande, cercano a la última grada a la derecha, donde todavía hoy, alguna vez, se siente un perfume maravilloso. Murió sufriendo toda la Pasión, con 47 años de edad. En el monasterio se conservan muchísimas cartas. Sus restos reposan en la iglesia de Santa Lucía del mismo monasterio.
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