En Lorvâo, en Portugal, santa Teresa, reina de León y madre de tres hijos, que, después de la muerte de su esposo, abrazó la vida regular en un monasterio fundado por ella misma, bajo la disciplina cisterciense.
Infanta de Portugal. Nació en Coimbra, Portugal. Hija de Sancho I y doña Aldonza de Aragón. Hermana las beatas Sancha y Mafalda. Se casó en 1191, con su primo Alfonso IX de León, del que tuvo tres hijos. Su marido estuvo la mayor parte del tiempo en guerras de reconquista y ella intentó ser una buena reina y madre de familia.
Su matrimonio fue anulado por el Papa, al haber consanguinidad, con lo cual volvió a Portugal, pero se les reconocieron los derechos de sucesión a su hijo Fernando y a sus dos hijas. Su hijo murió prematuramente, y tuvo que soportar en silencio su muerte. Sus dos hijas, Sancha y Dulce, renunciaron a sus derechos y se hicieron religiosas. Al regresar a Portugal, Teresa descubrió en Lorvâo, donde tenía propiedades, un monasterio de benedictinos con muy escasos monjes, quienes, por negligencia, habían dejado de observar sus reglas. En consecuencia, Teresa hizo retirar a los frailes y puso en su lugar a una comunidad de monjas de la regla del Císter. Teresa reparó y amplió el edificio para acomodar a 300 monjas y reconstruyó la iglesia.
A pesar de que se quedó en el convento y tomaba parte activa en la vida de las religiosas, no hizo profesión para tener la libertad de administrar la casa y de ir y venir cuando quisiera. Al enterarse de la muerte de su hermana Sancha, Teresa acudió al monasterio de Celias, el que había fundado Sancha, por la noche y sin anunciarse, para llevarse sigilosamente el cadáver de su hermana, que yacía dentro del féretro en el coro de la iglesia, y sepultarlo en Lorvâo. La última de las apariciones de Teresa en público, ocurrió dos o tres años más tarde. Colaboró con doña Berenguela, la madre de san Fernando III, a la unión de Castilla y de León, y evitando una guerra civil. Al partir, declaró que ya estaba cumplida su tarea en este mundo y que ya nunca volvería a salir del convento. Posiblemente fue por entonces cuando se decidió a tomar el velo, donde se entregó a la práctica de todas las virtudes y a la vida sencilla y humilde en los trabajos más humildes del monasterio. Vivió hasta el año de 1250 y, a su muerte, fue sepultada junto a la beata Sancha.
El culto fue aprobado en 1705. Aunque formalmente sólo ha sido beatificada, se la encuentra indistintamente nombrada como beata o como santa, e incluso el Martirologio Romano actual la llama "santa", si bien acompaña el título con el asterisco que indica que se trata de un beato.
Infanta de Portugal. Nació en Coimbra, Portugal. Hija de Sancho I y doña Aldonza de Aragón. Hermana las beatas Sancha y Mafalda. Se casó en 1191, con su primo Alfonso IX de León, del que tuvo tres hijos. Su marido estuvo la mayor parte del tiempo en guerras de reconquista y ella intentó ser una buena reina y madre de familia.
Su matrimonio fue anulado por el Papa, al haber consanguinidad, con lo cual volvió a Portugal, pero se les reconocieron los derechos de sucesión a su hijo Fernando y a sus dos hijas. Su hijo murió prematuramente, y tuvo que soportar en silencio su muerte. Sus dos hijas, Sancha y Dulce, renunciaron a sus derechos y se hicieron religiosas. Al regresar a Portugal, Teresa descubrió en Lorvâo, donde tenía propiedades, un monasterio de benedictinos con muy escasos monjes, quienes, por negligencia, habían dejado de observar sus reglas. En consecuencia, Teresa hizo retirar a los frailes y puso en su lugar a una comunidad de monjas de la regla del Císter. Teresa reparó y amplió el edificio para acomodar a 300 monjas y reconstruyó la iglesia.
A pesar de que se quedó en el convento y tomaba parte activa en la vida de las religiosas, no hizo profesión para tener la libertad de administrar la casa y de ir y venir cuando quisiera. Al enterarse de la muerte de su hermana Sancha, Teresa acudió al monasterio de Celias, el que había fundado Sancha, por la noche y sin anunciarse, para llevarse sigilosamente el cadáver de su hermana, que yacía dentro del féretro en el coro de la iglesia, y sepultarlo en Lorvâo. La última de las apariciones de Teresa en público, ocurrió dos o tres años más tarde. Colaboró con doña Berenguela, la madre de san Fernando III, a la unión de Castilla y de León, y evitando una guerra civil. Al partir, declaró que ya estaba cumplida su tarea en este mundo y que ya nunca volvería a salir del convento. Posiblemente fue por entonces cuando se decidió a tomar el velo, donde se entregó a la práctica de todas las virtudes y a la vida sencilla y humilde en los trabajos más humildes del monasterio. Vivió hasta el año de 1250 y, a su muerte, fue sepultada junto a la beata Sancha.
El culto fue aprobado en 1705. Aunque formalmente sólo ha sido beatificada, se la encuentra indistintamente nombrada como beata o como santa, e incluso el Martirologio Romano actual la llama "santa", si bien acompaña el título con el asterisco que indica que se trata de un beato.
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