En Córdoba, en la región hispánica de Andalucía, santos mártires Anastasio, presbítero, Félix, monje, y Digna, virgen, que murieron el mismo día. Anastasio, por confesar su fe cristiana ante los jueces musulmanes, fue decapitado, y con él murió también Félix, originario de Getulia, en África del Norte, que había profesado la fe católica y la vida monástica en Asturias. Digna, aún joven, por haber reprendido al juez por la muerte de los dos anteriores, fue decapitada de inmediato.
Anastasio hizo sus estudios en la iglesia de San Acisclo, donde fue ordenado diácono, para terminarlos en el monasterio tabanense, donde fue ordenado sacerdote. Mártir en Córdoba, al día siguiente de santa Fandila; fue decapitado después de confesar su fe cristiana ante los jueces musulmanes; junto con Félix, religioso tabanense, natural de Alcalá de Henares, berebér de nacimiento (originario de Getulia en África), que había abrazado la fe católica en Asturias y conocido la vida monástica; el ideal de su vida era ser mártir.
En la tarde de ese mismo día, martirizaron igualmente a la jovencísima Digna, religiosa del doble convento de Tábanos. Esta que, a causa de su profunda humildad, se consideraba la última de todas sus hermanas, decía con frecuencia de la manera más emocionante: «No me llaméis Digna, sino Indigna, porque mi nombre debe expresar lo que soy». Durante un sueño vio a santa Ágata deslumbrante de belleza y con lirios y rosas en sus manos. La santa mártir le dio una rosa roja, exhortándola a combatir valerosamente por Cristo. Desde entonces, Digna sintió un vivo deseo de martirio y, cuando los rumores de la ejecución de Anastasio y de Félix llegaron hasta ella, comprendió que su hora había llegado. Salió secretamente del monasterio y se presentó ante el juez para reprocharle abiertamente los asesinatos que acababa de cometer con hombres sin más culpa que la de adorar al verdadero Dios y de confesar a la Trinidad Santísima. A su vez, Digna fue decapitada y colgada, como los mártires que le precedieron. Los tres fueron los primeros en confesar a Cristo en Córdoba y fueron decapitados por orden del califa.
Anastasio hizo sus estudios en la iglesia de San Acisclo, donde fue ordenado diácono, para terminarlos en el monasterio tabanense, donde fue ordenado sacerdote. Mártir en Córdoba, al día siguiente de santa Fandila; fue decapitado después de confesar su fe cristiana ante los jueces musulmanes; junto con Félix, religioso tabanense, natural de Alcalá de Henares, berebér de nacimiento (originario de Getulia en África), que había abrazado la fe católica en Asturias y conocido la vida monástica; el ideal de su vida era ser mártir.
En la tarde de ese mismo día, martirizaron igualmente a la jovencísima Digna, religiosa del doble convento de Tábanos. Esta que, a causa de su profunda humildad, se consideraba la última de todas sus hermanas, decía con frecuencia de la manera más emocionante: «No me llaméis Digna, sino Indigna, porque mi nombre debe expresar lo que soy». Durante un sueño vio a santa Ágata deslumbrante de belleza y con lirios y rosas en sus manos. La santa mártir le dio una rosa roja, exhortándola a combatir valerosamente por Cristo. Desde entonces, Digna sintió un vivo deseo de martirio y, cuando los rumores de la ejecución de Anastasio y de Félix llegaron hasta ella, comprendió que su hora había llegado. Salió secretamente del monasterio y se presentó ante el juez para reprocharle abiertamente los asesinatos que acababa de cometer con hombres sin más culpa que la de adorar al verdadero Dios y de confesar a la Trinidad Santísima. A su vez, Digna fue decapitada y colgada, como los mártires que le precedieron. Los tres fueron los primeros en confesar a Cristo en Córdoba y fueron decapitados por orden del califa.
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