Mujer consejera. (Wiborada, Guiborad, Guivorada, Weibrath)
En el territorio de Saint Gallen, en Helvecia, santa Viborada, virgen y mártir, que vivió encerrada en una celda junto a la iglesia de San Magno, desde donde atendía al pueblo. A causa de su fe y de sus votos religiosos, arrostró la muerte a manos de invasores húngaros.
Nació en Kligna, en el condado de Aargau, Suiza. Pertenecía a la nobleza suaba. Nació en una época de gran inestabilidad; decidió renunciar a los lujos, y vestir con un sayal que, a pesar de la insistencia de su madre, ya no quiso cambiar. Dedicó gran parte de esta etapa de su vida a ayudar a enfermos, incluso los que todo el mundo rechazaba, pobres y otros desfavorecidos, llegando a tener cierta práctica médica. Desde muy pequeña sentía algo especial en su interior, y una enorme energía que la impulsaba.
A Wiborada no le gustaba llamar la atención, pero sentía una enorme fe, y comenzó a escuchar revelaciones divinas, lo que desagradó a los sacerdotes locales, el caso es que, ya siendo casi adulta, marchó a Roma, en compañía de su hermano Atón. A su regreso, la madre tenía apalabrada una boda que garantizaría su futuro, pero nuestra santa la rechazó e ingresó de prueba en el convento de San Galo, cuando su hermano entró como benedictino en este monasterio, ella se enclaustró en una celda, adosada a la abadía; tras superar tres años de prueba, obtuvo su pase definitivo, y se encerró voluntariamente para rezar y ser penitente en una habitación, ya que según creían Dios dijo: “El que pierda su vida por mí, la salvará”.
En su encierro, fue una parte activa de la rica biblioteca del monasterio, una de las más famosas de la época, para la que encuadernaba libros, organizaba manuscritos y otras labores.
Una visión profética de Wiborada, la conquista y profanación por parte de los húngaros, permitió salvar la biblioteca (cuyos materiales trasladaron), y a las personas que trabajaban en ella, sin embargo, ella cumplió su promesa y permaneció encerrada en el monasterio. Cuando llegaron los húngaros, nada había en él, salvo una monja emparedada, haciendo gala de una enorme crueldad, tiraron el tejado de su celda teja a teja, para más tarde rematarla a golpes, así Wiborada murió como mártir.
Es la primera mujer canonizada por un Papa, Clemente II en el en el 1º de enero de 1047. Patrona de los bibliotecarios.
En el territorio de Saint Gallen, en Helvecia, santa Viborada, virgen y mártir, que vivió encerrada en una celda junto a la iglesia de San Magno, desde donde atendía al pueblo. A causa de su fe y de sus votos religiosos, arrostró la muerte a manos de invasores húngaros.
Nació en Kligna, en el condado de Aargau, Suiza. Pertenecía a la nobleza suaba. Nació en una época de gran inestabilidad; decidió renunciar a los lujos, y vestir con un sayal que, a pesar de la insistencia de su madre, ya no quiso cambiar. Dedicó gran parte de esta etapa de su vida a ayudar a enfermos, incluso los que todo el mundo rechazaba, pobres y otros desfavorecidos, llegando a tener cierta práctica médica. Desde muy pequeña sentía algo especial en su interior, y una enorme energía que la impulsaba.
A Wiborada no le gustaba llamar la atención, pero sentía una enorme fe, y comenzó a escuchar revelaciones divinas, lo que desagradó a los sacerdotes locales, el caso es que, ya siendo casi adulta, marchó a Roma, en compañía de su hermano Atón. A su regreso, la madre tenía apalabrada una boda que garantizaría su futuro, pero nuestra santa la rechazó e ingresó de prueba en el convento de San Galo, cuando su hermano entró como benedictino en este monasterio, ella se enclaustró en una celda, adosada a la abadía; tras superar tres años de prueba, obtuvo su pase definitivo, y se encerró voluntariamente para rezar y ser penitente en una habitación, ya que según creían Dios dijo: “El que pierda su vida por mí, la salvará”.
En su encierro, fue una parte activa de la rica biblioteca del monasterio, una de las más famosas de la época, para la que encuadernaba libros, organizaba manuscritos y otras labores.
Una visión profética de Wiborada, la conquista y profanación por parte de los húngaros, permitió salvar la biblioteca (cuyos materiales trasladaron), y a las personas que trabajaban en ella, sin embargo, ella cumplió su promesa y permaneció encerrada en el monasterio. Cuando llegaron los húngaros, nada había en él, salvo una monja emparedada, haciendo gala de una enorme crueldad, tiraron el tejado de su celda teja a teja, para más tarde rematarla a golpes, así Wiborada murió como mártir.
Es la primera mujer canonizada por un Papa, Clemente II en el en el 1º de enero de 1047. Patrona de los bibliotecarios.
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