En Licata, en la isla de Sicilia, en Italia, san Ángel, presbítero carmelita y mártir.
Según la biografía de Enoc, que está llena de leyendas: nació en Jerusalén. Era judío, como sus padres, Jesé y María, pero su madre se convirtió al cristianismo lo mismo que su hermano gemelo Juan (que más tarde sería patriarca de Jerusalén). Los dos hermanos decidieron hacerse monjes carmelitas en Palestina. Era una época en que san Brocardo daba una regla concreta a los cenobitas del monte Carmelo, permitiéndoles la expansión por todo el mundo. Con permiso de sus superiores, Ángel se retiró cinco años al desierto de Cuarentena entregándose a las más duras penitencias y a la continua oración.
Cierto día se le apareció Jesucristo indicándole que debía pasar a Sicilia donde debía convertir a un famoso pecador que se llamaba Berengario, pues vivía en incesto con su hermana y de la que había tenido varios hijos. Para dar cumplimiento a esta visión, partió para Sicilia en 1219, zarpó llevando consigo algunas reliquias que le había entregado el patriarca de Alejandría, llamado Atanasio, para que las llevara hasta Italia; también llevaba la regla adoptada por san Brocardo para entregárselas al Papa. Al llegar a Sicilia su embarcación fue atacada por los sarracenos y tanto él como todos que llenaban la nave fueron bárbaramente torturados por los asaltantes, pero el Cielo vino en su ayuda y, después de una intervención milagrosa, salieron indemnes del suceso.
Ángel llegó hasta Civitavecchia y allí entregó las reliquias a Federico de Chiaramonte y después prosiguió su camino hacia Roma. Se dice que en este viaje se encontró con san Francisco de Asís y con santo Domingo de Guzmán, que pasaron la noche en oración y que nuestro santo predijo al de Asís su estigmatización y éste a su vez anunció a Ángel su próximo martirio.
Al llegar a Roma entregó al papa Honorio III la Regla carmelitana que fue aprobada el 30 de enero de 1226, y fue enviado de nuevo a Sicilia para predicar a los herejes patarinos. Se hospedó con los monjes basilios de Santa María de la Grotta de Palermo y allí predicó durante 40 días. Después se trasladó a Agrigento. Por donde pasaba curaba a los enfermos y obraba toda clase de prodigios.
Al llegar a Licata puso todo su empeño en convertir a Berengario, pero -aunque la hermana hizo pública penitencia- no hizo caso a la exhortación de Ángel y un día, mientras predicaba a la multitud, Berengario se le acercó y le asestó cinco estocadas; antes de morir, Ángel pidió que perdonaran a su asesino. Patrón de Licata (Sicilia).
Según la biografía de Enoc, que está llena de leyendas: nació en Jerusalén. Era judío, como sus padres, Jesé y María, pero su madre se convirtió al cristianismo lo mismo que su hermano gemelo Juan (que más tarde sería patriarca de Jerusalén). Los dos hermanos decidieron hacerse monjes carmelitas en Palestina. Era una época en que san Brocardo daba una regla concreta a los cenobitas del monte Carmelo, permitiéndoles la expansión por todo el mundo. Con permiso de sus superiores, Ángel se retiró cinco años al desierto de Cuarentena entregándose a las más duras penitencias y a la continua oración.
Cierto día se le apareció Jesucristo indicándole que debía pasar a Sicilia donde debía convertir a un famoso pecador que se llamaba Berengario, pues vivía en incesto con su hermana y de la que había tenido varios hijos. Para dar cumplimiento a esta visión, partió para Sicilia en 1219, zarpó llevando consigo algunas reliquias que le había entregado el patriarca de Alejandría, llamado Atanasio, para que las llevara hasta Italia; también llevaba la regla adoptada por san Brocardo para entregárselas al Papa. Al llegar a Sicilia su embarcación fue atacada por los sarracenos y tanto él como todos que llenaban la nave fueron bárbaramente torturados por los asaltantes, pero el Cielo vino en su ayuda y, después de una intervención milagrosa, salieron indemnes del suceso.
Ángel llegó hasta Civitavecchia y allí entregó las reliquias a Federico de Chiaramonte y después prosiguió su camino hacia Roma. Se dice que en este viaje se encontró con san Francisco de Asís y con santo Domingo de Guzmán, que pasaron la noche en oración y que nuestro santo predijo al de Asís su estigmatización y éste a su vez anunció a Ángel su próximo martirio.
Al llegar a Roma entregó al papa Honorio III la Regla carmelitana que fue aprobada el 30 de enero de 1226, y fue enviado de nuevo a Sicilia para predicar a los herejes patarinos. Se hospedó con los monjes basilios de Santa María de la Grotta de Palermo y allí predicó durante 40 días. Después se trasladó a Agrigento. Por donde pasaba curaba a los enfermos y obraba toda clase de prodigios.
Al llegar a Licata puso todo su empeño en convertir a Berengario, pero -aunque la hermana hizo pública penitencia- no hizo caso a la exhortación de Ángel y un día, mientras predicaba a la multitud, Berengario se le acercó y le asestó cinco estocadas; antes de morir, Ángel pidió que perdonaran a su asesino. Patrón de Licata (Sicilia).
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