San Nereo y san Aquileo, mártires, los cuales, según refiere el papa san Dámaso, eran dos jóvenes que se habían enrolado como soldados y que, coaccionados por el miedo, estaban dispuestos a obedecer las órdenes impías del magistrado. Sin embargo, después de convertirse al Dios verdadero, abandonaron el servicio y, arrojando sus escudos, armas y uniformes, aceptaron el sacrificio contentos de su triunfo como confesores de Cristo. Sus cuerpos fueron sepultados en este día en el cementerio de Domitila, situado en la vía Ardeatina de Roma.
Se dice que eran dos soldados pretorianos que fueron bautizados, por san Pedro y que, según la leyenda, eran dos eunucos que servían en la casa de santa Flavia Domitila, de origen patricio, y convencieron a la muchacha, santa Flavia Domitilia, que era también cristiana, que no se esposase con un cónsul romano y pagano, éste en venganza, ordenó su búsqueda y captura, después de una larga odisea, murieron mártires en Terracina, después de sufrir crudelísimos tormentos. Otras leyendas dicen que cuando Flavia Domitila se decidió hacerse cristiana se fueron a ver al papa san Clemente I.
La existencia de estos mártires está probada documentalmente, -san Dámaso hizo referencia a ello- («Los mártires Nereo y Aquileo habían entrado voluntariamente en el ejército y desempeñaban el cruel oficio de poner en práctica las órdenes del tirano. El miedo les hacía ejecutar todos los mandatos. Pero, por milagro de Dios, los dos soldados abandonaron la violencia, se convirtieron al cristianismo y huyeron del campamento del malvado tirano, dejando tras de sí los escudos, las armaduras y las lanzas ensangrentadas. Después de confesar la fe de Cristo, se regocijan ahora al dar testimonio del triunfo del Señor. Que estas palabras de Dámaso te hagan comprender, lector, las maravillas que es capaz de hacer la gloria de Cristo.»).
Su verdadera historia son conjeturas, aunque su culto resale desde el principio del cristianismo, y su muerte, según las últimas investigaciones, fue bajo Nerón. Su culto unido al de Flavia Domitila, se debe a que la iglesia que se les dedicó en el siglo VI, con el título de "Fasciola", administraba el cementerio de Domitila, en la vía Ardeatina; esta proximidad dio origen a la leyenda.
Se dice que eran dos soldados pretorianos que fueron bautizados, por san Pedro y que, según la leyenda, eran dos eunucos que servían en la casa de santa Flavia Domitila, de origen patricio, y convencieron a la muchacha, santa Flavia Domitilia, que era también cristiana, que no se esposase con un cónsul romano y pagano, éste en venganza, ordenó su búsqueda y captura, después de una larga odisea, murieron mártires en Terracina, después de sufrir crudelísimos tormentos. Otras leyendas dicen que cuando Flavia Domitila se decidió hacerse cristiana se fueron a ver al papa san Clemente I.
La existencia de estos mártires está probada documentalmente, -san Dámaso hizo referencia a ello- («Los mártires Nereo y Aquileo habían entrado voluntariamente en el ejército y desempeñaban el cruel oficio de poner en práctica las órdenes del tirano. El miedo les hacía ejecutar todos los mandatos. Pero, por milagro de Dios, los dos soldados abandonaron la violencia, se convirtieron al cristianismo y huyeron del campamento del malvado tirano, dejando tras de sí los escudos, las armaduras y las lanzas ensangrentadas. Después de confesar la fe de Cristo, se regocijan ahora al dar testimonio del triunfo del Señor. Que estas palabras de Dámaso te hagan comprender, lector, las maravillas que es capaz de hacer la gloria de Cristo.»).
Su verdadera historia son conjeturas, aunque su culto resale desde el principio del cristianismo, y su muerte, según las últimas investigaciones, fue bajo Nerón. Su culto unido al de Flavia Domitila, se debe a que la iglesia que se les dedicó en el siglo VI, con el título de "Fasciola", administraba el cementerio de Domitila, en la vía Ardeatina; esta proximidad dio origen a la leyenda.
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