En la ciudad de Nam-Dinh, en Tonkín, san José Dô Quang Hiên, presbítero de la Orden de Predicadores y mártir, que, encerrado en una prisión, se dedicó con intensidad a convertir a los paganos y a confortar en la fe a los cristianos también allí encarcelados, hasta que fue decapitado por decreto del emperador Thiéu Tri.
Nació en Quan-Anh en la provincia de Nam-dinh, Vietnam. Educado en la fe católica, al llegar a la edad adulta optó por la vida religiosa, para lo que marchó a Filipinas, y tomó el hábito de la Orden de Predicadores en Manila, el 12 de octubre de 1812, y al cabo de un año hizo la profesión religiosa. Posteriormente hizo los estudios necesarios y se ordenó sacerdote.
Vuelto al Tonkín, quedó como colaborador del Obispo santo Domingo Henares, y posteriormente pasó al distrito de Cao Moe, de cuyo cuidado pastoral fue encargado, poniendo lo mejor de sí mismo en el desempeño de este encargo.
Cuando a comienzos de 1833 vino otra vez sobre la cristiandad tonkinesa la persecución, se vio obligado a huir de un sitio a otro para evitar que con su captura quedara sin asistencia religiosa su distrito. Pero un pagano lo reconoció en Kien-Trung a donde el sacerdote había ido a administrar a un enfermo los últimos sacramentos, y lo denunció a las autoridades. Se le avisó de la denuncia de que había sido objeto y entonces celebró la santa misa pidiendo a Dios fuerza para afrontar lo que le esperaba cuando fuera arrestado. “Si Dios quiere que padezca el martirio esto será lo mejor”, exclamó en medio de la persecución.
El 20 de diciembre de 1839, fue sacado de una cueva en que se hallaba oculto y llevado ante el gobernador que le ordenó que pisara una cruz: “Yo adoro a mi Señor; por consiguiente no piso la cruz”, fue su respuesta. Fue terriblemente flagelado, se le colocó una pesada canga. Lo encerraron en una prisión, y convirtió la cárcel como lugar de predicación, y llegó a convertir a la fe cristiana a algunos presos, hasta que lo sometieron a total aislamiento. En su nueva morada se dedicó a pintar imágenes de la cruz que luego distribuía entre los cristianos. Pasados esos meses, compareció de nuevo ante los mandarines que en vano intentaron su apostasía y para ello lo mandaron flagelar sin piedad. El 29 de abril de 1840 lo condenaban a muerte y el 9 de mayo siguiente era decapitado en Nam-Dinh. Fue canonizado el 19 de junio de 1988, junto a 103 compañeros, por el papa Juan Pablo II.
Nació en Quan-Anh en la provincia de Nam-dinh, Vietnam. Educado en la fe católica, al llegar a la edad adulta optó por la vida religiosa, para lo que marchó a Filipinas, y tomó el hábito de la Orden de Predicadores en Manila, el 12 de octubre de 1812, y al cabo de un año hizo la profesión religiosa. Posteriormente hizo los estudios necesarios y se ordenó sacerdote.
Vuelto al Tonkín, quedó como colaborador del Obispo santo Domingo Henares, y posteriormente pasó al distrito de Cao Moe, de cuyo cuidado pastoral fue encargado, poniendo lo mejor de sí mismo en el desempeño de este encargo.
Cuando a comienzos de 1833 vino otra vez sobre la cristiandad tonkinesa la persecución, se vio obligado a huir de un sitio a otro para evitar que con su captura quedara sin asistencia religiosa su distrito. Pero un pagano lo reconoció en Kien-Trung a donde el sacerdote había ido a administrar a un enfermo los últimos sacramentos, y lo denunció a las autoridades. Se le avisó de la denuncia de que había sido objeto y entonces celebró la santa misa pidiendo a Dios fuerza para afrontar lo que le esperaba cuando fuera arrestado. “Si Dios quiere que padezca el martirio esto será lo mejor”, exclamó en medio de la persecución.
El 20 de diciembre de 1839, fue sacado de una cueva en que se hallaba oculto y llevado ante el gobernador que le ordenó que pisara una cruz: “Yo adoro a mi Señor; por consiguiente no piso la cruz”, fue su respuesta. Fue terriblemente flagelado, se le colocó una pesada canga. Lo encerraron en una prisión, y convirtió la cárcel como lugar de predicación, y llegó a convertir a la fe cristiana a algunos presos, hasta que lo sometieron a total aislamiento. En su nueva morada se dedicó a pintar imágenes de la cruz que luego distribuía entre los cristianos. Pasados esos meses, compareció de nuevo ante los mandarines que en vano intentaron su apostasía y para ello lo mandaron flagelar sin piedad. El 29 de abril de 1840 lo condenaban a muerte y el 9 de mayo siguiente era decapitado en Nam-Dinh. Fue canonizado el 19 de junio de 1988, junto a 103 compañeros, por el papa Juan Pablo II.
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