Su entrega a Dios es incuestionable, evidenciada en su celo y compromiso pastoral. Se le describe como un hombre con gran fortaleza interior y una fe inquebrantable. Su servicio como obispo lo enfrentó con situaciones complejas, incluyendo la oposición de algunos de sus propios fieles y miembros del clero. Esta resistencia lo llevó a tomar la decisión de emprender una peregrinación a Roma.
Egwin fue consagrado obispo de Worcester alrededor del año 692, un puesto de gran importancia en la organización eclesiástica de la Inglaterra anglosajona. Su liderazgo pastoral no solo se limitó a su diócesis. Su figura fue decisiva en la fundación de la famosa abadía de Evesham, en torno al año 700. Esta fundación estuvo profundamente influenciada por una visión de la Virgen María que tuvo un pastor, Eof. El propio obispo Egwin también presuntamente tuvo una aparición de la Madre de Dios en el lugar, dando legitimidad y bendición a la construcción del monasterio. Esta fundación, bajo el patrocinio de la Virgen María, se convertiría en uno de los monasterios benedictinos más importantes de la Inglaterra medieval. Su segundo viaje a Roma, acompañado por reyes de Mercia y Sajonia del Este, le permitió obtener numerosos privilegios para su fundación, demostrando su gran influencia en los círculos eclesiásticos de la época.
La vida de San Egwin está marcada por una serie de relatos de milagros que lo convierten en una figura de gran veneración en la tradición religiosa. Se cuenta que, antes de su peregrinación a Roma, se puso grilletes para hacer penitencia y lanzó la llave de su iglesia al río Avon. Extraordinariamente, se relata que la encontró en el vientre de un pez, ya en la ciudad de Roma (según algunas versiones), o en Francia, durante el regreso. Estos relatos, aunque deben ser analizados con perspectiva histórica, reflejan la veneración y el respeto que se sentía hacia el santo. Los detalles sobre estas leyendas son importantes, pues nos permiten conocer la percepción popular que rodeaba su figura.
Egwin, según las crónicas de Florencia de Worcester, murió el 30 de diciembre del 717 y fue sepultado en el monasterio de Evesham. Sin embargo, su culto se fortaleció con el traslado de sus restos en 1183, a un lugar más honorable dentro del monasterio, un hecho que impulsó su veneración entre los fieles.
El legado de San Egwin es notable en la historia de la Iglesia en Inglaterra. Sus acciones, su dedicación al servicio de Dios y su fortaleza en la adversidad lo convirtieron en un ejemplo para muchos. La fundación de Evesham, un monasterio que llegó a ser una gran influencia, es una demostración tangible de su labor. Su reconocimiento se refleja también en el hecho de que muchos martirologios ingleses establecieron su festividad en la fecha de su traslación. La impresión de su biografía en el siglo XI y su presencia en diversas fuentes ha contribuido a su continuidad en la historia religiosa.
"La verdadera grandeza no radica en la posesión terrenal, sino en la entrega a la voluntad divina." (Esta cita no es atribuible directamente a San Egwin, pero refleja el espíritu de su vida y obra).
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