Hermanos:	
	
	
Digo la verdad en Cristo, no miento —mi conciencia me atestigua que es así, en el Espíritu Santo—: siento una gran tristeza y un dolor incesante en mi corazón; pues desearía ser yo mismo un proscrito, alejado de Cristo, por el bien de mis hermanos, los de mi raza según la carne: ellos son israelitas y a ellos pertenecen el don de la filiación adoptiva, la gloria, las alianzas, el don de la ley, el culto y las promesas; suyos son los patriarcas y de ellos procede el Cristo, según la carne; el cual está por encima de todo, Dios bendito por los siglos. Amén.	
	
	
En sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer y ellos lo estaban espiando.	
	
	
Había allí, delante de él, un hombre enfermo de hidropesía, y tomando la palabra, dijo a los maestros de la ley y a los fariseos: « ¿Es lícito curar los sábados, o no?».	
	
	
Ellos se quedaron callados.	
	
	
Jesús, tocando al enfermo, lo curó y lo despidió.	
	
	
Y a ellos les dijo: « ¿A quién de vosotros se le cae al pozo el asno o el buey y no lo saca enseguida en día de sábado?».	
	
	
Y no pudieron replicar a esto.	
	
Palabra del Señor.
 



 
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