lunes, 15 de octubre de 2018

Lecturas


Así obra el que teme al Señor, el que observa la ley alcanza la sabiduría.
Ella le sale al encuentro como una madre y lo acoge como una joven esposa.
Lo alimenta con pan de inteligencia y le da a beber agua de sabiduría.
Si se apoya en ella, no vacilará, si se aferra a ella, no quedará defraudado.
Ella lo ensalzará sobre sus compañeros y en medio de la asamblea le abrirá la boca.
Lo llenará del espíritu de sabiduría y de inteligencia y lo revestirá con un vestido de gloria.
Encontrará gozo y corona de júbilo, y un hombre eterno recibirá en herencia.

En aquel tiempo, tomó la palabra Jesús y dijo:
«Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así te ha parecido bien.
Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».

Palabra del Señor.

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