viernes, 16 de julio de 2010

Homilías


NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN

La tradición

Cuenta la tradición que algunos feligreses mientras investigaban la vida de los profetas Elías y Eliseo, durante la fiesta de Pentecostés, vieron reflejada la imagen de la Virgen en una nube a la altura del Monte Carmelo (actual Israel). A raíz de esta visión se convirtieron al catolicismo.
Poco tiempo después iniciaron la construcción de un templo en la montaña bajo la advocación de la Virgen del Monte Carmelo (Virgen del Carmen). cuya devoción se extendió en Europa a lo largo del s.XIII.

El 16 de Julio de 1251 la Virgen del Carmen se habría aparecido a San Simón Stock, que fue Superior General de la Orden Carmelitana, entregándole los hábitos y el escapulario.
Según la tradición, la Virgen había prometido a San Simón sacar del purgatorio a las almas que vistieran el escapulario durante su vida y llevarlas al cielo cuanto antes, sin demorarse más allá del sábado siguiente a su muerte...

Devoción a la Virgen del Carmen

La devoción a la Virgen del Carmen se extendió rápidamente por la cristiandad merced al trabajo y entusiasmo de la Orden Carmelitana.
Entró en España entre los años 1265 y 1269 por Perpignan (Francia), a la sazón perteneciente a la Corona de Aragón.
Se sucedieron las cofradías y la entrega de escapularios.
La imagen de la Virgen del Carmen, vestida con el hábito carmelita y un escapulario en su brazo, resulta familiar en muchos hogares de toda la geografía española, al igual que en iglesias, ermitas y cementerios.
Es Patrona de Chile y de Bolivia, así como de diversos estamentos políticos, militares y sociales en tola la América de habla hispana.
Es Patrona igualmente de la Armada Española y de los marineros y pescadores, que alardean con sano orgullo de ser sus hijos predilectos. Su efigie surca los mares, y en su honor se organizan fiestas, romerías, peregrinaciones y novenas impetrando su protección.
Con razón es llamada “Estrella de los Mares”, porque nos guía con amor de madre a buen puerto.
Recuerdo de niño asistir todos los años a la novena convocada en su honor por el párroco de mi localidad natal, hasta conocer de memoria los relatos, oraciones y romances sagrados.

Vivir al estilo de María

El escapulario es signo de la protección de la Madre de Dios, que los Padres y Madres Carmelitas tratan de inculcar en los cristianos.
La espiritualidad carmelitana gira en torno a María, Madre de Misericordia, que no vive su vida, sino la de su hijo Jesús.
La misión evangélica de María es contemplativa, a través de la oración y de la escucha atenta de la Palabra; pero lo es también activa en la visita a su prima Isabel, en las Bodas de Caná, al pie de la Cruz y en Pentecostés. Es bienaventurada, porque cree y espera pacientemente; y es imagen de la Iglesia, madre y misionera.
Los dos santos más eminentes del Siglo de Oro español, Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz, eran carmelitas. De su pluma y letra nacieron los más bellos poemas de amor y prosa mística.
Nadie como Santa Teresa de Jesús supo conjugar en su vida la acción apostólica y la contemplación.
Después de ellos, numerosos santos, algunos tan importantes como Santa Teresita del Niño Jesús (Teresa de Lisieux) o Madre Maravillas de Jesús han enriquecido la Iglesia con la vivencia de la espiritualidad carmelita.

Al evocarla como “Estrella de los Mares” proclamamos nuestra debilidad y desamparo, porque a menudo naufragamos en los procelosos océanos de la vida y necesitamos que Ella sea nuestro puerto definitivo de salvación.

Ojala sepamos acudir a María en estos tiempos de increencia, incertidumbre y desprecio de la fe, porque ciertamente no quedaremos desamparados.
Hacemos nuestros los sentimientos de múltiples escritores que honraron con sus poesías a la Virgen, en una fiesta enmarcada en el centro del verano, junto con la Asunción.

“Oh Virgen remadora, ya clarea
la alba luz sobre el llanto de los mares!
Contra mis casi hundidos tajamares
arremete el mastín de la marea.

Mi barca, sin timón caracolea
sobre el túmulo gris de los azares.
Deja tu pie descalzo los altares,
y la mar negra, verde pronto sea.

Toquen mis manos el cuadrado anzuelo
-y Escapulario-, Virgen del Carmelo,
y hazme delfín, Señora, tú que puedes...

Sobre mis hombros te llevaré a nado
a las más hondas grutas del pescado
donde nunca jamás llegan las redes”.

Rafael Alberti
¡FELIZ FIESTA!

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