lunes, 10 de mayo de 2010

1er. MISTERIO DOLOROSO


La señal de la Cruz
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de contrición
Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, me pesa de todo corazón haber pecado, porque he merecido el Infierno y perdido el Cielo, y sobre todo porque te ofendí a ti, que eres bondad infinita a quien yo amo sobre todas las cosas.
Propongo firmemente con tu gracia no volver a pecar, evitar las ocasiones próximas de pecado, confesarme y cumplir la penitencia.
Confío me perdonarás por tu infinita misericordia.
Amén

EL Credo
Creo en un solo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible e invisible.
Creo en un Solo Señor Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos:
Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho.
El cual por nosotros los hombres, bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de maría la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato, padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.
Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas.
Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados.
Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro.
Amén.


" Salió y fue, según su costumbre, al monte de los Olivos. Sus discípulos lo acompañaban. Cuando llegó al lugar, les dijo: «Orad para no caer en la tentación». Él se apartó de ellos como un tiro de piedra, se arrodilló y se puso a orar, diciendo: «Padre, si quieres, aleja de mí este cáliz, pero no se haga mi voluntad, sino la tuya». Y se le apareció un ángel del cielo reconfortándolo. Entró en agonía, y oraba más intensamente; sudaba como gotas de sangre, que corrían por el suelo". (Lucas 22,39-44)

Padre nuestro, que estás en el cielo; santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.

Dios te salve, María, llena eres de gracia; el Señor es contigo. Bendita tú eres, entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Dios te salve, María, llena eres de gracia; el Señor es contigo. Bendita tú eres, entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Dios te salve, María, llena eres de gracia; el Señor es contigo. Bendita tú eres, entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Dios te salve, María, llena eres de gracia; el Señor es contigo. Bendita tú eres, entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Dios te salve, María, llena eres de gracia; el Señor es contigo. Bendita tú eres, entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Dios te salve, María, llena eres de gracia; el Señor es contigo. Bendita tú eres, entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Dios te salve, María, llena eres de gracia; el Señor es contigo. Bendita tú eres, entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Dios te salve, María, llena eres de gracia; el Señor es contigo. Bendita tú eres, entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Dios te salve, María, llena eres de gracia; el Señor es contigo. Bendita tú eres, entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Dios te salve, María, llena eres de gracia; el Señor es contigo. Bendita tú eres, entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén.

Salve
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve.
A ti clamamos los desterrados hijos de Eva.
A ti suspiramos gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. Sea, pues, Señora, abogada nuestra: vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos.
Y después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.
Oh clemente, oh piadosa, oh dulce ¡Virgen María! Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
Amen.

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