En Paracuellos de Jarama, Madrid, España, beato Vidal Luis Gómara, presbítero de la Orden de Predicadores, mártir.
Nació en Monsagro, provincia de Salamanca, y diócesis de Ciudad Rodrigo. Ingresó en la escuela apostólica dominica de Corias (Asturias); tomó el hábito en 1907 y, un año después, emitió su profesión; cursó filosofía en Corias y teología en Salamanca, ordenación sacerdotal en 1915; con el oportuno permiso celebró su primera misa ante el Santísimo Expuesto y entonces se ofreció como víctima expiatoria por las blasfemias y sacrilegios a la Eucaristía. Asignado al colegio de Villava (Navarra) donde comenzó a escribir una obra que tituló «Los dominicos y el arte»; intervino con éxito en la fusión de las dominicas de Villava con la congregación de la Sagrada Familia, fundada en Canarias por el Siervo de Dios José Cueto, O.P. En 1928 lo destinaron al colegio de Vergara (Guipúzcoa), donde publicó otros escritos, al año siguiente al convento de Santo Domingo el Real de Madrid; aquí se dedicó al apostolado social y entre la juventud; en 1935 pasó a San Esteban de Salamanca con la misión de restaurar el santuario de la Peña de Francia.
El 17 de julio de 1936 hizo un viaje a Madrid y, el 18, cuando se hallaba en un autobús para regresar a Salamanca, se presentó un desconocido que necesitaba urgentemente viajar en aquel medio público y no tenía billete; le entregó el suyo con la esperanza de tomar otro autobús al día siguiente, pero ya no pudo salir de Madrid. Pasó al menos quince días sin domicilio, durmiendo por los bancos de la calle y otros lugares, pero al fin fue acogido en una casa, donde celebraba todos los días; en la vida clandestina brilló por su celo en llevar la Eucaristía a otras víctimas de la persecución; no aceptó la oferta que le hicieron de pedir para él refugio en una embajada porque, «para un soldado de Cristo —decía— era un honor morir en acto de servicio sacerdotal», asistiendo a la Iglesia perseguida; tuvo una premonición que le dio certeza de su martirio próximo, y quería aprovechar el tiempo llevando la comunión a cuantos pudiera.
En este ministerio fue detenido el 4 de octubre y confesó sin rodeos que era fraile dominico, lo llevaron a la comisaría del Congreso, el 9 de octubre lo pusieron a disposición de la Dirección General de Seguridad y, al día siguiente, recluido en la cárcel Modelo, donde estuvo dedicado a la meditación y rezo del rosario; fue objeto de frecuentes torturas con la punta de una navaja. El 15 de noviembre lo trasladaron a la cárcel de Porlier. Consumó su martirio el 18 de noviembre de 1936 en Paracuellos del Jarama (Madrid). Fue beatificado el 28 de octubre de 2007 por SS Benedicto XVI.
Nació en Monsagro, provincia de Salamanca, y diócesis de Ciudad Rodrigo. Ingresó en la escuela apostólica dominica de Corias (Asturias); tomó el hábito en 1907 y, un año después, emitió su profesión; cursó filosofía en Corias y teología en Salamanca, ordenación sacerdotal en 1915; con el oportuno permiso celebró su primera misa ante el Santísimo Expuesto y entonces se ofreció como víctima expiatoria por las blasfemias y sacrilegios a la Eucaristía. Asignado al colegio de Villava (Navarra) donde comenzó a escribir una obra que tituló «Los dominicos y el arte»; intervino con éxito en la fusión de las dominicas de Villava con la congregación de la Sagrada Familia, fundada en Canarias por el Siervo de Dios José Cueto, O.P. En 1928 lo destinaron al colegio de Vergara (Guipúzcoa), donde publicó otros escritos, al año siguiente al convento de Santo Domingo el Real de Madrid; aquí se dedicó al apostolado social y entre la juventud; en 1935 pasó a San Esteban de Salamanca con la misión de restaurar el santuario de la Peña de Francia.
El 17 de julio de 1936 hizo un viaje a Madrid y, el 18, cuando se hallaba en un autobús para regresar a Salamanca, se presentó un desconocido que necesitaba urgentemente viajar en aquel medio público y no tenía billete; le entregó el suyo con la esperanza de tomar otro autobús al día siguiente, pero ya no pudo salir de Madrid. Pasó al menos quince días sin domicilio, durmiendo por los bancos de la calle y otros lugares, pero al fin fue acogido en una casa, donde celebraba todos los días; en la vida clandestina brilló por su celo en llevar la Eucaristía a otras víctimas de la persecución; no aceptó la oferta que le hicieron de pedir para él refugio en una embajada porque, «para un soldado de Cristo —decía— era un honor morir en acto de servicio sacerdotal», asistiendo a la Iglesia perseguida; tuvo una premonición que le dio certeza de su martirio próximo, y quería aprovechar el tiempo llevando la comunión a cuantos pudiera.
En este ministerio fue detenido el 4 de octubre y confesó sin rodeos que era fraile dominico, lo llevaron a la comisaría del Congreso, el 9 de octubre lo pusieron a disposición de la Dirección General de Seguridad y, al día siguiente, recluido en la cárcel Modelo, donde estuvo dedicado a la meditación y rezo del rosario; fue objeto de frecuentes torturas con la punta de una navaja. El 15 de noviembre lo trasladaron a la cárcel de Porlier. Consumó su martirio el 18 de noviembre de 1936 en Paracuellos del Jarama (Madrid). Fue beatificado el 28 de octubre de 2007 por SS Benedicto XVI.
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