Entre los helvecios (hoy Suiza), san Otmar, abad, que, junto a la celda construida por san Galo, fundó un pequeño hospital para leprosos y un cenobio bajo la observancia de la Regla de san Benito y, por defender sus derechos, fue deportado por vecinos poderosos a una isla del Rin, donde falleció.
Nació en Alemania y completó su formación en la diócesis de Constanza. Fue ordenado sacerdote en la diócesis de Coira, en el 719, por el obispo Voltranno que le nombró abad de Saint-Gall en Suiza (720), entonces de pésimas condiciones, para que restaurara la comunidad y el edificio, que habían sufrido mucho por las incursiones de los francos. Inició un nuevo periodo de prosperidad en la abadía, que pronto fue el más importante de los monasterios suizos. Allí fundó un pequeño hospital para leprosos, que es el más antiguo leprosorio documentado de Suiza. Estas construcciones fueron financiadas por donaciones, sobre todo de la nobleza.
Tras la derrota de los alamanes del 746 y la desaparición del ducado, que entró a formar parte del fisco real, Otmar se dirigió, buscando protección para su abadía, al rey Pipino, en el 747. A cambio el abad tuvo que introducir en la abadía la regla benedictina en sustitución de la de san Columbano. El desarrollo del patrimonio abacial dio origen a graves desórdenes que repercutieron en el monasterio y en la caída de Otmaro. Fue perseguido por dos condes carolingios de la zona e injustamente calumniado y condenado al exilio por un tribunal eclesiástico presidido por el obispo de Constanza, Sidonio, el cual, parece ser, quería tener más influencia sobre el monasterio y hacer del mismo una fundación episcopal. Otmar fue acusado, por un falso testigo, de haber faltado a sus votos. Fue exiliado a una pequeña isla del Rin, donde soportó esta situación con una gran paciencia. Murió en el exilio al poco tiempo. Su cuerpo reposa en la abadía de Saint-Gall, y en su sepulcro se produjeron numerosos milagros.
Nació en Alemania y completó su formación en la diócesis de Constanza. Fue ordenado sacerdote en la diócesis de Coira, en el 719, por el obispo Voltranno que le nombró abad de Saint-Gall en Suiza (720), entonces de pésimas condiciones, para que restaurara la comunidad y el edificio, que habían sufrido mucho por las incursiones de los francos. Inició un nuevo periodo de prosperidad en la abadía, que pronto fue el más importante de los monasterios suizos. Allí fundó un pequeño hospital para leprosos, que es el más antiguo leprosorio documentado de Suiza. Estas construcciones fueron financiadas por donaciones, sobre todo de la nobleza.
Tras la derrota de los alamanes del 746 y la desaparición del ducado, que entró a formar parte del fisco real, Otmar se dirigió, buscando protección para su abadía, al rey Pipino, en el 747. A cambio el abad tuvo que introducir en la abadía la regla benedictina en sustitución de la de san Columbano. El desarrollo del patrimonio abacial dio origen a graves desórdenes que repercutieron en el monasterio y en la caída de Otmaro. Fue perseguido por dos condes carolingios de la zona e injustamente calumniado y condenado al exilio por un tribunal eclesiástico presidido por el obispo de Constanza, Sidonio, el cual, parece ser, quería tener más influencia sobre el monasterio y hacer del mismo una fundación episcopal. Otmar fue acusado, por un falso testigo, de haber faltado a sus votos. Fue exiliado a una pequeña isla del Rin, donde soportó esta situación con una gran paciencia. Murió en el exilio al poco tiempo. Su cuerpo reposa en la abadía de Saint-Gall, y en su sepulcro se produjeron numerosos milagros.
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