En Mármara Ereglisi en Tracia, en la actual Turquía, santas cuarenta mujeres, vírgenes y viudas, mártires.
La “Passio” nos dice que el jefe de este numeroso grupo de mujeres, fue el diácono san Amón, maestro y promotor de su conversión al cristianismo.
En tiempos del emperador Constantino, estaba asociado en el gobierno del Imperio de Oriente Licinio Valerio Liciniano y la persecución contra los cristianos, cesó definitivamente con el Edicto de Milán en el 313 y firmado por los dos emperadores, no era todavía una realidad; Licinio mandó como funcionario a Berea a Baudo, el cual nada más llegar, recibió una denuncia contra Celsina priora y las cuarenta vírgenes y viudas reunidas con ella en una comunidad monástica.
Celsina después de un interrogatorio en el cuan fingió que se sometía a la voluntad del funcionario pagano, se retiró en oración, exhortada a perseverar por el diácono san Amón su guía espiritual. Durante el segundo interrogatorio y presente toda la comunidad de monjas, los ídolos se derrumbaron y el sacerdote de Zeus, levantado en el aire por un ángel de fuego y mientras Amón y las 40 mujeres se retiraban, él se precipitó al suelo.
Baudo enfurecido, hizo torturar a san Amón y después de un hecho milagroso las liberó y envió a todo el grupo a Licinio en Heraclea, donde las vírgenes vieron las reliquias de santa Gliceria, después patrona de la ciudad. El emperador ordenó que fueran enviadas a las fieras, pero los animales no quisieron tocarlas, entonces mandó matar al diácono Amón, las vírgenes encabezadas por Celsina y las viudas por la diaconisa Lorenza, fueron martirizadas con toda suerte de terribles tormentos.
La “Passio” nos dice que el jefe de este numeroso grupo de mujeres, fue el diácono san Amón, maestro y promotor de su conversión al cristianismo.
En tiempos del emperador Constantino, estaba asociado en el gobierno del Imperio de Oriente Licinio Valerio Liciniano y la persecución contra los cristianos, cesó definitivamente con el Edicto de Milán en el 313 y firmado por los dos emperadores, no era todavía una realidad; Licinio mandó como funcionario a Berea a Baudo, el cual nada más llegar, recibió una denuncia contra Celsina priora y las cuarenta vírgenes y viudas reunidas con ella en una comunidad monástica.
Celsina después de un interrogatorio en el cuan fingió que se sometía a la voluntad del funcionario pagano, se retiró en oración, exhortada a perseverar por el diácono san Amón su guía espiritual. Durante el segundo interrogatorio y presente toda la comunidad de monjas, los ídolos se derrumbaron y el sacerdote de Zeus, levantado en el aire por un ángel de fuego y mientras Amón y las 40 mujeres se retiraban, él se precipitó al suelo.
Baudo enfurecido, hizo torturar a san Amón y después de un hecho milagroso las liberó y envió a todo el grupo a Licinio en Heraclea, donde las vírgenes vieron las reliquias de santa Gliceria, después patrona de la ciudad. El emperador ordenó que fueran enviadas a las fieras, pero los animales no quisieron tocarlas, entonces mandó matar al diácono Amón, las vírgenes encabezadas por Celsina y las viudas por la diaconisa Lorenza, fueron martirizadas con toda suerte de terribles tormentos.
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