En Valencia en España, beatos mártires Juan de Perugia, sacerdote, y Pedro de Sassoferrato, religioso, ambos de la Orden de los Menores, que por predicar la fe entre los moros de Valencia fueron decapitados, por orden del rey, en la plaza pública, recibiendo la palma del martirio.
Juan nació en Perugia, y era sacerdote y Pedro, nació en Sassoferrato, y era un hombre maduro. Los dos fueron a Asís, atraídos por la fama de santidad y forma de vida de Francisco, y se hicieron franciscanos. En el 1216, después de un capítulo general, san Francisco envió a un grupo de frailes a predicar en tierras cristianas. A España envió a su primer compañero, Bernardo de Quintavalle, acompañado de un grupo de hermanos entre los que se encontraban Juan y Pedro. En España, a nuestros dos santos les correspondió la predicación del reino de Aragón: trabajaron en una zona entre Teruel y Valencia.
Sus primeros trabajos en Teruel fueron el cuidado de los enfermos y leprosos en el hospital, servicio a los pobres e intensa vida de oración. Con las licencias debidas para fundar un convento en la ermita de San Bartolomé, edificaron dos cabañas y cavaron un pozo para abastecerse de agua y regaban la pequeña huerta que cultivaban. Una vez que se familiarizaron con la lengua empezaron a predicar en las plazas de los pueblos de la comarca. Cuidaron de forma especial la catequesis con los niños.
Para los primeros días del mes de mayo de 1220, fray Juan Parente, ministro especial de la Orden para España, convocó un capítulo provincial en Zaragoza, y allí acudieron Juan y Pedro, que se encontraban en Teruel. Al final del capítulo obtuvieron el permiso para predicar a los musulmanes de Valencia. A pesar de que los musulmanes habían asaltado el barrio cristiano de Valencia, Juan y Pedro se presentaron en la ciudad en 1228. Predicaron el evangelio sin esconderse, hasta que el rey Zeyt Abuzeit, les mandó detener. Fueron capturados en una mezquita de Valencia y, atados a unos cipreses fueron sometidos a toda clase de tormentos y porque rechazaron apostatar, fueron decapitados en la céntrica plaza de “la Higuera”. Los cristianos recogieron sus cuerpos y los sepultaron en la iglesia de San Vicente de la Roqueta, y luego trasladados a Teruel. Están enterrados en la actual iglesia de San Francisco. Son copatronos de la diócesis de Teruel. Fueron beatificados en 1783 por el papa Clemente XI.
Juan nació en Perugia, y era sacerdote y Pedro, nació en Sassoferrato, y era un hombre maduro. Los dos fueron a Asís, atraídos por la fama de santidad y forma de vida de Francisco, y se hicieron franciscanos. En el 1216, después de un capítulo general, san Francisco envió a un grupo de frailes a predicar en tierras cristianas. A España envió a su primer compañero, Bernardo de Quintavalle, acompañado de un grupo de hermanos entre los que se encontraban Juan y Pedro. En España, a nuestros dos santos les correspondió la predicación del reino de Aragón: trabajaron en una zona entre Teruel y Valencia.
Sus primeros trabajos en Teruel fueron el cuidado de los enfermos y leprosos en el hospital, servicio a los pobres e intensa vida de oración. Con las licencias debidas para fundar un convento en la ermita de San Bartolomé, edificaron dos cabañas y cavaron un pozo para abastecerse de agua y regaban la pequeña huerta que cultivaban. Una vez que se familiarizaron con la lengua empezaron a predicar en las plazas de los pueblos de la comarca. Cuidaron de forma especial la catequesis con los niños.
Para los primeros días del mes de mayo de 1220, fray Juan Parente, ministro especial de la Orden para España, convocó un capítulo provincial en Zaragoza, y allí acudieron Juan y Pedro, que se encontraban en Teruel. Al final del capítulo obtuvieron el permiso para predicar a los musulmanes de Valencia. A pesar de que los musulmanes habían asaltado el barrio cristiano de Valencia, Juan y Pedro se presentaron en la ciudad en 1228. Predicaron el evangelio sin esconderse, hasta que el rey Zeyt Abuzeit, les mandó detener. Fueron capturados en una mezquita de Valencia y, atados a unos cipreses fueron sometidos a toda clase de tormentos y porque rechazaron apostatar, fueron decapitados en la céntrica plaza de “la Higuera”. Los cristianos recogieron sus cuerpos y los sepultaron en la iglesia de San Vicente de la Roqueta, y luego trasladados a Teruel. Están enterrados en la actual iglesia de San Francisco. Son copatronos de la diócesis de Teruel. Fueron beatificados en 1783 por el papa Clemente XI.
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