En Utrech, de Gueldres, en Austrasia, san Gregorio, abad, que, siendo todavía un adolescente, siguió fielmente a san Bonifacio cuando intentaba la conversión de Hesse y Turingia. Posteriormente, y por mandado del mismo, dirigió como abad el monasterio de San Martín y gobernó la iglesia de Utrech.
Nació en Tréveris. Su abuela fue santa Adela de Tréveris, quién le enseñó la vida de perfección. Cuando era niño conoció a san Bonifacio de Maguncia, y le siguió en la vida religiosa; el viejo apóstol lo amaba como a un hijo y le nombró abad del monasterio de San Martín en Utrecht. Sin abandonar este cargo se hizo cargo de la diócesis durante 22 años; durante su gobierno como abad de San Martín, este monasterio fue un gran centro misionero y forja de santos. Algunos documentos afirman que fue obispo de Utrecht, pero consta que no llegó a serlo, pues así lo dice expresamente su biógrafo, san Ludgero.
Entre los discípulos de san Gregorio se contaron san Ludgero, san Lebwino y san Marchelem. Con su predicación y diligencia pastorales, san Gregorio hizo de la diócesis un sitio digno de la abadía. San Ludgero alaba principalmente a su maestro por su prudencia, liberalidad y espíritu de perdón. Al respecto cuenta que los dos hermanos de san Gregorio fueron asesinados alevosamente. Las autoridades enviaron a los asesinos a san Gregorio para que éste decidiese qué género de muerte habían de sufrir. El santo, en vez de castigarlos, dio a cada uno una generosa limosna y los dejó en libertad. Gregorio soportó con ejemplar paciencia y fortaleza una parálisis durante los últimos tres años de su vida. Murió en Maastricht. Los canónigos regulares de Letrán, así como las diócesis de Utrecht y Tréveris, celebran la fiesta del santo.
Nació en Tréveris. Su abuela fue santa Adela de Tréveris, quién le enseñó la vida de perfección. Cuando era niño conoció a san Bonifacio de Maguncia, y le siguió en la vida religiosa; el viejo apóstol lo amaba como a un hijo y le nombró abad del monasterio de San Martín en Utrecht. Sin abandonar este cargo se hizo cargo de la diócesis durante 22 años; durante su gobierno como abad de San Martín, este monasterio fue un gran centro misionero y forja de santos. Algunos documentos afirman que fue obispo de Utrecht, pero consta que no llegó a serlo, pues así lo dice expresamente su biógrafo, san Ludgero.
Entre los discípulos de san Gregorio se contaron san Ludgero, san Lebwino y san Marchelem. Con su predicación y diligencia pastorales, san Gregorio hizo de la diócesis un sitio digno de la abadía. San Ludgero alaba principalmente a su maestro por su prudencia, liberalidad y espíritu de perdón. Al respecto cuenta que los dos hermanos de san Gregorio fueron asesinados alevosamente. Las autoridades enviaron a los asesinos a san Gregorio para que éste decidiese qué género de muerte habían de sufrir. El santo, en vez de castigarlos, dio a cada uno una generosa limosna y los dejó en libertad. Gregorio soportó con ejemplar paciencia y fortaleza una parálisis durante los últimos tres años de su vida. Murió en Maastricht. Los canónigos regulares de Letrán, así como las diócesis de Utrecht y Tréveris, celebran la fiesta del santo.
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